No tengo por qué dirigirme a un argumento de autoridad pero aquí os dejo un link que puede servir de entradilla para los que no sepáis mucho sobre este mundo escéptico y, en concreto, de estos libros a los que me estoy refiriendo: AQUÍ
A tener en cuenta que ese post citado es del año 2006 y supongo que ahora LA Gamez ha cambiado de opinión sobre la serie de libros en general.
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Lo que me ha llevado a hacer esta crítica es haber visto más títulos de esa serie tanto por Twitter como por blogs que los citaban y siempre desde el mundo escéptico (que es como la endogamia real pero en forma de web, porque a los ya convencidos no hace mucha falta convencerles más), nunca desde los sectores afectados por la crítica. Los motivos de que la crítica pueda ser desde el propio escepticismo es que en ningún caso una persona desde los "colectivos" afectados/atacados/puestos en entredicho (como debe de ser, por otra parte) tendría ni los argumentos ni las ganas para rebatir todo lo que en esos libros aparece.
Por supuesto, son muy valiosos títulos tales como "La homeopatía, ¡vaya timo!", "Las abducciones, ¡vaya timo!" o "La sábana santa, ¡vaya timo!". Parecería que nos gusta y que, por supuesto que sí, nos da fuerzas para seguir adelante el hecho de encontrar nuevos adeptos al movimiento racional-escéptico y, ¿cómo no?, estudios que confirmen lo que en un principio podría tratarse de mera precaución ante un hecho inexplicable (al que, como todo el mundo sabe, personajillos como Iker Jimenez se aferran para llenar dos o tres horas de algún programa en tv).
Toda adopción del método científico y de un aparato lo suficientemente crítico a la hora de enfrentar una vida en sociedad creo que, no cabe duda, es muy positiva.
Dejado bien claro esto, a saber, que esta crítica está hecha desde dentro de lo criticado, voy a pasar al meollo de la cuestión:
-El psicoanálisis es criticado en un libro cuyo título sigue el formato anteriormente dispuesto. Ya sabéis: "¡vaya timo!"
Claro que aquí viene el problema, ¿cómo que vaya timo?. El psicoanálisis, como ya sabemos todos (y quien no lo sepa no le costará mucho descubrir el porqué), no obedece ni de lejos al desarrollo y estudio científico de una ciencia dura.
Las ciencias duras son aquellas que no tienen que ver con el ser humano (o al menos que no tienen que ver con él en todo aquello no-físico), ciencias que estudian los elementos químicos, que estudian los números y los algoritmos, que estudian cómo funcionan y se mueven los cuerpos, las leyes que regulan tales movimientos... ciencias que estudian la vida biológica desde una perspectiva totalmente aséptica y, para mí la asepsis en ciencia es la ausencia del hombre como objeto de estudio.
Por eso, ninguna ciencia que estudie al hombre y ninguna """"metaciencia"""" (como la filosofía o la lingüística) van a tener la misma cientificidad que esas duras. Lo que quiero destacar antes de abandonar este preámbulo es que, así y todo, las ciencias duras están basadas en un conocimiento pasado por la criba de lo instrumental, esto es, los aparatos y las técnicas o las mismas teorías en las que están apoyados van a dar grande diferencia a un estudio de otro subsiguiente... no es lo mismo hablar de estrellas con un telescopio en la mano que con nuestros propios ojos o que desde el Paranal de Antofagasta.
Es decir, no todo conocimiento o estudio científico dentro de las ciencias duras va a gozar de una perfecta asepsia y, lejos de criticarlo para entorpecer el camino de la investigación científica, hay que procurar que la crítica tenga como objetivo el deshacernos de este hándicap.
Aquí puede que aparezcan los epistemólogos, porque los científicos deben de dedicarse (habida cuenta de su ultraespecialización tras un máster o doctorado) a su máquina específica o a su labor concreta dentro del laboratorio. La labor del epistemólogo será la de controlar que lo concerniente al descubrimiento científico en lato sensu siga los criterios objetivos de cientificidad exigidos a toda labor de este tipo en cualquier laboratorio del mundo contemporáneo.
Pero timar no es lo que hace el psicoanálisis, quizá el timador sea el psicoanalista o el psicólogo mismo que cobra por realizar una terapia cuya cientificidad puede estar muy en duda pero... ¿es eso un timo?. Aun a sabiendas de lo pseudocientífico de todo lo psicoanalítico podemos afirmar que la intención del psicoanalista (máxime si está, creo yo, dentro de la sanidad pública) no va a ser otra que la de curar al enfermo con sus propios métodos. Ahora bien, si vendemos el psicoanálisis como ciencia o como método infalible de cura de la psique sí que incurriremos en un timo a la misma altura que el dar gato por liebre con un producto homeopático.
Timar es "engañar a alguien con promesas o esperanzas" (a no ser que queramos cambiar el significado de esa palabra). Si un psicoanalista promete o da esperanzas al paciente antes de cualquier sesión estará incurriendo en una mala práxis pero, si ese mismo psicoanalista inicia las sesiones con las precauciones debidamente hechas y con un paciente conocedor de lo inestable en algunos puntos del planteamiento psicoanalítico, tendrá perfecto derecho y responsabilidad de llevar a cabo la sesión.
Por ello, considero desafortunado denominar al psicoanálisis en GENERAL de timo, quizá no sea el término más apropiado y se haya decidido así para encajar en esta colección del pensamiento crítico-escéptico pero he visto necesario apuntar esto.
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Hay más casos que apuntaré a continuación.
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-El creacionismo y la religión (vaya timo) respectivamente obedecen a la, en mi opinión, estúpida afición por parte de los escépticos-críticos de este círculo ya citado por meter las narices de la ciencia donde no se le ha llamado.
En efecto, nada tiene que ver una religión con ciencia y, por supuesto (a día de hoy) que tampoco el creacionismo. Ambas cosas no tienen nada que ver. Si hablamos de perros y de repente comenzamos a hablar de coches tendremos que usar otra terminología: donde el perro ladra, el coche pita, donde el perro corre, el coche acelera...
Las religiones (y hablo de todas en general) no están buscando una explicación científica del mundo en que estamos insertos y, como es obvio, el cuento del creacionismo es eso mismo: un cuento, un mito, una fábula que nos da razón del porqué de un acontecimiento de tanta importancia como el de la aparición del planeta tierra y del de los animales. En esa época no se podía explicar de otra manera y hasta mucho más tarde (como quien, dice, anteayer) no se ha podido dar razón convincente de esto. Stephen Hawking, personaje con el que no simpatizo mucho, dijo en algún lugar que "preguntar por lo que hubo antes del Big Bang es lo mismo que preguntar qué hay al norte del polo norte". No le falta razón, pero sí le falta terminar bien esa frase: son cosas diferentes... o, en un futuro, llegaremos a dar una explicación -temporal- de ese acontecimiento.
La religión, además de explicar con cuentos el origen de nuestra vida, se dedica a dar normas morales/éticas, incluso a legislar o a saber lo que está prohibido no por los hombres sino por la autoridad divina. No es, y está ya muy claro, necesaria la religión en ese aspecto. La ética laica y las normas de comportamiento sin tener en cuenta a un dios omnipresente y omnicognoscente están cada día más presentes en nuestra sociedad. Es gracioso que aún sigan existiendo obispos que salgan a la palestra de la televisión pública para aconsejar desde su moral y confesiones privadas a todo el resto de la población.
¿Pero las religiones o el creacionismo son un timo? Creo que no, creo que es también desafortunado calificarlas así. Hay que tener en cuenta que la teología a la vanguardia de hoy en día está ya muy lejos de poner palos a la ciencia más dura. Está claro que una cosa no tiene que ver con la otra y que hablar de dios y de su existencia es lo mismo que hablar de cuán delgado que era Don Quijote de la Mancha.
A esta crítica (muy desafortunada y totalmente desatinada) se puede poner como causa el disgusto de los laicos por intromisiones confesionales en sus ámbitos de conocimiento. Los obispos o curas (estos en menor medida), para actualizarse, han optado por la táctica más atrevida y estúpida de todas: dar a la religión pretensiones de cientificidad. Hablar de que en la Biblia ya había ciertos rasgos de evolucionismo es tirar piedras sobre su propio tejado, hablar de que en la Biblia aparecen prácticas médicas que hasta hace bien poco no se comenzaron a utilizar es, cuanto menos, una meada fuera de tiesto.
Está claro que ante estas no ya intromisiones en lo científico sino PRÉSTAMOS los verdaderos científicos comprometidos con su labor pueden sentirse algo fastidiados y molestos, lo cual no es razón suficiente para calificar a la religión (concepto tan amplio como vacuo y poco claro) de timo.
Se puede criticar la religión, sí. Pero no desde la ciencia, no desde lo empírico.
Se puede criticar actitudes de religiosos, sí, de la propia institución, sí, pero siempre teniendo en cuenta que la estructura (en este caso, la propia Biblia o el Corán) que sustenta eso es un instrumento de poder que, por suerte, hoy ya ha perdido casi toda su artillería y, por tanto, no supone un problema para la correcta actividad científica.
Por último, el nacionalismo. Tampoco tiene nada que ver con la ciencia dura y me parece un error designarlo como un timo. Sé que el escritor de ese libro (El nacionalismo ¡vaya timo!) es un filósofo y, por tanto (por suerte, quizá) la crítica que realiza será desde una posición culturalista o, quizá, histórica. No cabe una crítica al nacionalismo desde posiciones naturalistas o cientificistas. Hablamos de que una ideología pueda suponer un timo, pero, puestos en faena, cualquier ideología es un timo ya que ninguna está basada en nada que pueda ser comprobable y, está claro, toda la esperanza o promesas que puedan dar dependerán mucho del acontecer de la historia. ¿También el marxismo es un timo?, ¿el liberalismo es otro timo?. No creo, tampoco, que una ideología pueda ser calificada como engañosa o timadora. Precisamente por el hecho de ser ideología (conjunto de ideas de un colectivo o lo que sea) no cabe ser tildada de timo: cada cual las elige voluntariamente y a sabiendas de los errores y carencias que puedan tener, no es una información asimétrica.
Lo mismo ocurriría al revés, calificar a la homeopatía como "producto epistemológicamente equivocado" es un desatino, la venta de productos homeopáticos sí que es un timo puesto que se está vendiendo algo que en realidad no va a dar ningún principio activo al paciente salvo placebo, lo mismo ocurre con la lectura de cartas: decir a alguien que se va a contactar con un difunto y cobrarle por ello es otro timo.
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-Si las ciencias sociales (o humanas) son o no un timo es una pregunta mal formulada. Del mismo modo que la teología habla de un dios sin necesidad de pruebas empíricas, las ciencias humanas (sociología, economía...) hacen estudios a seres humanos o a sus actividades y estructuras. Por supuesto, en ellas la asepsis de la que ya he hablado es más difícil de conseguir: el individuo estudia a otros individuos y tanto ese individuo investigador como su homónimo investigado tienen formas de actuar diferentes que esa misma cantidad de personas en otro tiempo, en otra situación y en otro lugar. Por tanto, los estudios realizados por ciencias sociales en un momento de la historia van a diferir mucho de los realizados en otro. (Efecto Rosenthal, Efecto Hawthorne)
Hasta que podamos hablar de una ciencia o estudios sociales intactos para siempre de toda subjetividad y perfectamente válidos en cualquier momento y lugar tendremos que acudir a ellos con las debidas precauciones. Los investigadores sociales cada día son más conscientes de este problema que les acecha tras cada esquina.
Pero, ¿un timo las ciencias sociales?
Precisamente por esta capacidad de autocrítica: no.
Francisco Riveira.
En Zaragoza, 30 de abril de 2012.
PD: Libros citados
Edición posterior:
El filósofo Fernando Savater hizo en El País hace 6 días una crítica parecida a la mía que se puede leer en el siguiente enlace: LINK
Robotín de Google
30 de abril de 2012
13 de abril de 2012
Sobre el episodio número 30 del podcast
* Este post viene a cuento de el siguiente enlace: http://www.ivoox.com/nobody-is-perfect-podcast-030-audios-mp3_rf_1150360_1.html
El problema de los posts es que no suelen ser multimedia salvo que les metas alguna foto. Yo, en el de hoy, he decidido adjuntaros el enlace al episodio número 30 de mi podcast "Nobody is perfect", un episodio de hora y pico en el que no hablo yo sino otra persona y, ya veis, no sobre filosofía sino sobre arquitectura.
Así que aprovechad que este post es multimedia porque no es algo muy habitual (ya que, y cada vez más, lo habitual es expresarse en esos exiguos 140 carácteres a lo sumo con un enlace que amplie la perspectiva).
...
Esto va a ser breve.
Cuando hablamos de arquitectura no hablamos de metafísica. Es más por suerte que por desgracia, ya que al insertarnos en una espiral de especulación y sobreinterpretación (muchas veces empujados por nuestra propia ideología que, como ya escribí hace unas cuantas semanas, es algo tan pegado a nosotros como nuestra sombra) tendemos a perder el norte de la discusión, tejer nuevos problemas que, lejos de explicar lo inconcluso de la afirmación primera, se escapan de ella y lo llevan todo a puerto conocido, cosa estúpida, arrogante y estéril.
Por eso me gusta tanto hablar de lo vivo y de lo que se te puede caer encima de la cabeza como no esté bien montado. Sea lo dañina que sea una ideología y pertúrbenos lo que nos perturbe, no nos va a hacer un daño físico y, en este mundo, aunque nadie se muera de hambre (al menos en este mundo "primero", en este país), no estamos lo suficientemente preparados y desligados de lo carnal y fisiológico como para desprendernos de ello e iniciar un viaje intelectual totalmente aséptico.
Vaya, que la ideología no desprende paredes ni es causa única de que alguien muera... no es el instrumento en sí, sino que se usan armas, se usan palas o se usan las propias manos.
Así que, como cuando hablamos del aborto y de sus implicaciones éticas, hablar de arquitectura y de que un edificio se nos pueda caer encima porque la estructura esté resintiéndose al estar esta hecha de hierro o de otro material del estilo es hablar de la REALIDAD.
Creo que es interesante estudiar (no sé si alguien lo ha hecho) las implicaciones éticas de que un edificio sea de tal o cual manera o esté así o asao construido. Es importante porque, no cabe duda, según hagamos un edificio, así viviremos... y, por supuesto, según vivamos o queramos vivir, así haremos los edificios.
Me pregunto aquí si la gente se da cuenta de la importancia que tiene el lugar que pisa y lo mucho que le puede llegar a determinar.
Nadie pinta las paredes de negro (salvo casos muy particulares), nadie quiere vivir en casas que no le permitan estirar los pies o no sufrir goteras o gritos del vecino. La privacidad, el color (a pesar de que la colorterapia me parezca un timo bien gracioso), los materiales, la calefacción... en general, todo lo que nos rodea en los momentos ociosos, ese continente que no ponemos en cuestión, esa jarra en la que nos echamos agua y ese color de sábanas que nos tapan cuando dormimos... todo ello es condicionante de nuestro carácter, modo de vivir y de pensar.
...
Con esta reflexión quiero dar "apéndice" al episodio número 30 que os recomiendo fervorosamente
Un saludo.
Fran Riveira
En Zaragoza, a 13 de abril de 2012.
El problema de los posts es que no suelen ser multimedia salvo que les metas alguna foto. Yo, en el de hoy, he decidido adjuntaros el enlace al episodio número 30 de mi podcast "Nobody is perfect", un episodio de hora y pico en el que no hablo yo sino otra persona y, ya veis, no sobre filosofía sino sobre arquitectura.
Así que aprovechad que este post es multimedia porque no es algo muy habitual (ya que, y cada vez más, lo habitual es expresarse en esos exiguos 140 carácteres a lo sumo con un enlace que amplie la perspectiva).
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Esto va a ser breve.
Cuando hablamos de arquitectura no hablamos de metafísica. Es más por suerte que por desgracia, ya que al insertarnos en una espiral de especulación y sobreinterpretación (muchas veces empujados por nuestra propia ideología que, como ya escribí hace unas cuantas semanas, es algo tan pegado a nosotros como nuestra sombra) tendemos a perder el norte de la discusión, tejer nuevos problemas que, lejos de explicar lo inconcluso de la afirmación primera, se escapan de ella y lo llevan todo a puerto conocido, cosa estúpida, arrogante y estéril.
Por eso me gusta tanto hablar de lo vivo y de lo que se te puede caer encima de la cabeza como no esté bien montado. Sea lo dañina que sea una ideología y pertúrbenos lo que nos perturbe, no nos va a hacer un daño físico y, en este mundo, aunque nadie se muera de hambre (al menos en este mundo "primero", en este país), no estamos lo suficientemente preparados y desligados de lo carnal y fisiológico como para desprendernos de ello e iniciar un viaje intelectual totalmente aséptico.
Vaya, que la ideología no desprende paredes ni es causa única de que alguien muera... no es el instrumento en sí, sino que se usan armas, se usan palas o se usan las propias manos.
Así que, como cuando hablamos del aborto y de sus implicaciones éticas, hablar de arquitectura y de que un edificio se nos pueda caer encima porque la estructura esté resintiéndose al estar esta hecha de hierro o de otro material del estilo es hablar de la REALIDAD.
Creo que es interesante estudiar (no sé si alguien lo ha hecho) las implicaciones éticas de que un edificio sea de tal o cual manera o esté así o asao construido. Es importante porque, no cabe duda, según hagamos un edificio, así viviremos... y, por supuesto, según vivamos o queramos vivir, así haremos los edificios.
Me pregunto aquí si la gente se da cuenta de la importancia que tiene el lugar que pisa y lo mucho que le puede llegar a determinar.
Nadie pinta las paredes de negro (salvo casos muy particulares), nadie quiere vivir en casas que no le permitan estirar los pies o no sufrir goteras o gritos del vecino. La privacidad, el color (a pesar de que la colorterapia me parezca un timo bien gracioso), los materiales, la calefacción... en general, todo lo que nos rodea en los momentos ociosos, ese continente que no ponemos en cuestión, esa jarra en la que nos echamos agua y ese color de sábanas que nos tapan cuando dormimos... todo ello es condicionante de nuestro carácter, modo de vivir y de pensar.
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Con esta reflexión quiero dar "apéndice" al episodio número 30 que os recomiendo fervorosamente
Un saludo.
Fran Riveira
En Zaragoza, a 13 de abril de 2012.
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