Robotín de Google
30 de marzo de 2014
Escritor conformista, escritor emprendedor
No te conformes con tu editor ni con tu editorial. El conformismo es el pecado del escritor.
Hay muchos tipos de conformismo y el peor es el primitivista. Un escritor puede ser en principio primitivista pero si quiere que le lean va a tener que usar otras estrategias.
No te conformes. Pero no es un conformismo del tipo agradable, propio de la monotonía de una vida pausada y predecible lo que hay que evitar, sino el conformismo ante el mundo real.
El mundo cambia. Puedes aprovechar el cambio o dejarlo pasar. Si eliges la segunda opción, entonces, el mundo pasará de ti.
"Llevo trabajando toda mi vida aquí [empresa que hace cd's de música] y ahora me despiden, como soy mayor ya no puedo hacer ningún otro trabajo porque hay jóvenes mucho mejor preparados que yo".
¿De quién es aquí la culpa? El empresario no está en la obligación de hacer que cada trabajador se acostumbre a las nuevas aventuras tecnológicas en relación a los formatos musicales, el empresario tiene otras obligaciones que no apuntaré aquí...
¿Qué obligación tiene la trabajadora? Unos dicen "reciclarse", pero me suena feísimo. Reciclarse es dejar de ser lo que se era para convertirse en algo totalmente nuevo producto de las cenizas. Esas cenizas son el problema.
Nos desdibuja el progreso tecnológico. No podemos acumular un saber y la experiencia deja de ser un grado. No tenemos la culpa ni la posibilidad de cambiar porque la primera no es achacable a nosotros y la segunda es una tarea demasiado exigente.
Es un dolor de cabeza leer a señores como Enrique Dans. No por ellos como personas sino por sus enfoques sobre los temas. Hay siempre en sus escritos una suerte de endiosamiento del cambio tecnológico y asunción acrítica de sus consecuencias. Tampoco es eso. A lo que me refiero es a esa especie de feliz intuición que me lleva a pensar que son pensamientos poco trabajados, hechos a la marcha, sin ningún tipo de principios por detrás.
En epistemología hay dos maneras de ver la montaña gigantesca del conocimiento. Es una montaña que vemos claramente pero que no sabemos cómo está dispuesta. ¿Se confunde con un iceberg? Se confunde consigo misma, en realidad. Hay dos maneras, digo, de ver el conocimiento, y una de ellas es la que sostiene que hay una base rígida sobre la que construir todo conocimiento ulterior. Otra manera es la que dice que todo está conectado y que, si algo falla, al igual que un barco en plena mar, hay que reconstruirlo, con los mismos materiales, sin acción externa, sobre la marcha.
Se hunde el barco de Enrique Dans que, sin saberlo, piensa de esta manera: el conocimiento es un barco que hemos de ir salvando de hundirse conforme el progreso va llegando en forma de maremotos y olas gigantescas.
Pero no se hunde porque necesite volver al astillero, donde encontrar sostén y a unos buenos mecánicos que lo arreglen cueste el tiempo que cueste, alejados del peligro. Se hunde por algo más que no logro entender...
Estoy entre la dicotomía que os acabo de exponer. No entiendo qué ocurre en la crítica ni en la ciencia aunque, desde luego, parecen funcionar ambas simultáneamente. Por un lado te encontrarás a los que sostengan que los autores merecen cobrar por todo lo que escriben como así ha ocurrido hasta el día de hoy y, por otro, aparecerán los que te digan que han de reinventarse y buscar nuevos modelos de dar salida a su obra.
No quiero decir que todo escritor deba dedicarse al marketing pero sí que parece ser, hasta cierto punto, necesario. Internet está lleno de basura y, ni sabiendo buscar, podemos sacar algo bueno.
Ahí está también mi afición por los clásicos que, lejos de ser un comentario de cultureta pedante, es un acto de la más pura economía. Si la criba del tiempo (una de las más eficaces) ha hecho que esta obra siga siendo importante hoy en día... algo tendrá. En cambio no puedo decir lo mismo de libros sacados al mercado hace meses o años, me cuesta abrirlos aunque sean tan refrescantes por hablar de mi presente y de los temas que me importan (en sentido ejemplar, no en sentido de principios). El ejemplo y el principio. El ejemplo aparece en las canciones de rap, en los libros de los gurús actuales... el ejemplo caduca a los diez años. El principio dura más pero es más costoso y da menos respuestas a la tendencia del presente.
¡Qué dilema!
Sólo te quería decir, escritor, que no te conformes. Seas del modelo que seas, no te conformes. Busca en tus principios e intenta explotarlos lo máximo posible. Y si no tienes principios, si vives en el más puro presente, entonces te recomiendo parar un poco el carro y ver si esto te está llevando a algún lado.
Si eres de los que escribe para subsistir pues tendrás que ajustarte al canon que el mercado dicte...
El mercado siempre aparece, el muy cabrón.
Francisco Riveira
En Zaragoza, 30 de marzo de 2014.
25 de marzo de 2014
Cultivarse con Internet al lado
Podemos pensar que cultivarse supone ir en busca de nuestros propios límites intelectuales. También podemos verlo como un cultivo propiamente dicho, un cultivo sin fin y que no siempre se realiza para su posterior consumo. El culto que despreciaba Deleuze, el que se convierte en un saco de sabiduría pero a la cual no es capaz de dar salida en la vida real.
El culto puede que no viva en la realidad. Yo soy de los que piensan que una persona debe digerir y vomitar o expulsar de la manera más digna posible todo lo que ha tenido la suerte de aprender en su vida y en sus estudios.
¿Qué ocurre hoy?
Hoy vomitamos parcialmente, como yo aquí mismo. Hoy expulsamos conocimiento en células microscópicas incapaces de decir nada más allá del arrastre con el dedo pulgar en la pantalla de la tablet. No hay nada que quede en la cabeza de nadie a lo largo del tiempo.
Las lecturas rápidas: las lecturas veloces son criminales. Las lecturas veloces son las de Twitter. Twitter se inspecciona con una rapidez inconsciente, al igual que los titulares de un periódico o del lector RSS. Hay tantísimos elementos por leer que podemos estar seguros de informarnos superficialmente de todo aunque no hayamos tenido acceso directo al resto de la noticia.
¿Es eso información? Creo que es información pero no es la información deseable. Aprender requiere tiempo, requiere monotarea, pero hoy en día somos incapaces de hacer monotarea. Es cada vez más difícil separarse de los aparatos, abrir espacios libres de notificaciones en tiempo real y de noticias que están esperando a ser devoradas. El periodismo tendría que estar más vivo que nunca porque nunca antes habíamos tenido tantas posibilidades de leer pero no ha sabido estar a las alturas, como casi ningún otro gremio tras una revolución técnica y científica.
Y tampoco los estudiosos. No hemos sabido estar a la altura de los tiempos y, los que intentamos abrazar las tecnologías, vemos directamente sus ventajas pero más adelante aparecen sus contrapartidas.
¿Cambiará la tecnología la manera de pensar? No cabe duda.
Este es un ejemplo más de cómo el formato, en ocasiones, acaba modificando sustancialmente la experiencia y convirtiéndola en otra cosa diferente. Quizá ya no habría que decir que estamos leyendo noticias sino, más bien, que estamos inspeccionando el titular que más nos interesa, la gracia más chistosa o la imagen más chocante... Todos estos son elementos informativos cuya superficialidad es manifiesta. Encierran un desarrollo de ideas y elementos de diversa índole que, cada vez, vamos siendo más incapaces de dilucidar.
Un saludo,
Fran Riveira.
En Zaragoza, 25 de marzo de 2014.
17 de marzo de 2014
Polvo de estrellas
No me resigno. No, no y no.
No me resigno a vuestros reduccionismos. No, no y no.
No me resigno a ser polvo de estrellas. Ni de coña.
No me resigno a que digáis que soy reducible 100% a eso. No.
Las licencias poéticas tienen mucho peligro y más si tienen esta apariencia de benévolas y bonitas. ¡Oh, Sagan! ¿Cómo podrías tú, dios de los divulgadores científicos, decir algo que no fuese cierto? ¡Qué preciosidad de programa (no lo pongo en duda) pero qué metedura de pata, por voluntad poética y materialista atrasada!
Los materialistas atrasados. Dícese de aquellos muchachos y muchachas científicos... cientifistas, mejor dicho, que creen que todo es reducible a lo material. ¡Claro que sí! Pero no toda la materia es igual. Ni toda la materia es polvo de estrellas ni las consecuencias de ser producto de ese mismo polvo son las que estos señores nos quieren hacer ver, de manera tan poética.
NOS LA HAN VUELTO A COLAR CON GLASEADO DE POESÍA.
No me gusta, no me lo trago, no aguanto más a estos que se ponen a publicar poesía (además, de la barata) con este sentido que... lo voy a reconocer, no sé muy bien cuál es.
¿Qué sentido tiene esta expresión?
Me parece, como denuncio, que el primer sentido es el poético (además del científico, que no es el que aquí refuto). Pero de lo que pude estudiar en algunas asignaturas de publicidad... detrás de lo más objetivo y poético se puede encontrar lo más oscuro y tergiversado.
Y yo me pregunto, ¿qué hacen los cristianos que no saltan encima de este hombre? Y me vuelvo a preguntar, ¿qué hacemos los filósofos sin denunciar un asalto a la inteligencia, a la humanidad, a la variedad e infinitas posibilidades del ser humano de dejar de ser SÓLO y 100% polvo de estrellas?
¿Qué hacemos con eso? Pues bien: nos callamos. Nos callamos como nos callamos a principios del siglo pasado. Nos callamos como nos callamos al final de la modernidad y como pocos se atrevieron a denunciarlo, por ser pocos, pocos acertaron y todos cayeron en esas lógicas terroristas (de verdad).
Terror es hacer pensar que uno es polvo de estrellas. Terror es pensar que a uno lo definen reacciones químicas y causalidades zoológicas y biológicas. El biologicismo es uno de los modos de terrorismo más bien engranados, más sutiles y perfeccionados tras los años. No nos damos cuenta de cómo se meten en nuestro pensamiento y cuando somos conscientes... ¡adiós!
Uno es eso pero no se define por eso. Está bien alabar lo poético de la infinidad del universo y de la belleza de los astros pero... os digo otra cosa, no estáis descubriendo América. Creo que los primeros cantos al cosmos y a su belleza datan del 4000 a.C... o desde que al ser humano le dio por mirar al techo de su realidad. No estáis descubriendo nada. De hecho, creo que estáis volviendo al pasado, sois conservadores de la poesía. Ahora que ya no queda nada en lo que verse reflejado, ahora que la comunidad científica pasa de una manera preocupante de solucionar los problemas de abastecimiento mundial y se dedica a perfeccionar los coches híbridos y los materiales de los teléfonos móviles para que estos se puedan doblar... ahora que estamos vacíos de contenido y cuando nuestra propia creación nos ha adelantado cien mil leguas, a la que tratamos de alcanzar, sin éxito, para poder controlarla... ahora es cuando volvemos a mirar al cielo.
Somos conquistadores conquistados por su propia conquista.
¡Ay, el hombre!
¡Ay, la mujer!
¡Ay, los demás cuerpos!
¡Ya no se sirven a sí mismos e intentan buscar las maravillas lejos del mundanal ruido!
Deslocalizamos los problemas en el espacio, como siglos atrás se deslocalizaban las desgracias allende los mares. Seguimos creando y rehaciéndonos pero nunca estamos por la labor de hacer ese trabajo tan costoso pero tan necesario, a saber, mirar nuestro camino y ver cómo hemos llegado hasta donde estamos ahora.
Ahora miramos las estrellas de nuevo.
Y de tanto mirar las estrellas caeremos al pozo, como el filósofo de Mileto.
Fran Riveira
En Zaragoza, 17 de marzo de 2014.
PD: Como no hay nada más irritante que ser malentendido me gustaría apuntar que sostengo lo que Carl Sagan tan bien supo divulgar. Y digo más: ojalá todos los divulgadores de la ciencia en este país fuesen la mitad de profesionales que él. Lo que, en definitiva, vengo a denunciar con este texto son los problemas que surgen tras llevar a último término expresiones como las que dan título a este post. Un saludo.
15 de marzo de 2014
Visita al aeropuerto de Zaragoza
Ayer por la tarde me dio por ir al aeropuerto de Zaragoza. Tenía previsto llegar a las 18:15 porque un avión iba a aterrizar a esa hora y otro un rato más tarde pero no llegué a capturar bien ambos momentos.
Más que a verlos aterrizar iba a ver el aeropuerto de cerca. Ver los aviones, el lugar donde se llenan de gasolina, a los mecánicos y, con suerte, a algún piloto. No pude hablar con nadie porque el acceso era restringido pero tuve la suerte de que la tarde saliese estupenda. El atardecer (como podéis ver ahí debajo) fuese precioso y pude capturar el despegue del avión de Ryanair que aterrizó en primer lugar.
Os adjunto los dos aterrizajes y varias fotos más.
Aproximación de Ryanair sobre Miralbueno.
Aquí me paré para buscar la línea con la pista de aterrizaje y así poder sacar una buena foto.
No pude llegar a tiempo para ponerme debajo pero pude capturar este vídeo del aterrizaje del segundo avión, procedente de Bucarest.
Despegue del avión de Ryanair que habéis visto al principio. Pasando cerca de la torre de control.
Cogiendo carrerilla.
Ocaso al oeste de Zaragoza.
Cartel que indica el camino de ida (no tiene pérdida) a la base aérea. Ahí está la escuela de pilotos de Zaragoza y el AeroClub.
El AeroClub de Zaragoza.
En la valla de seguridad del aeropuerto encontré esta imagen genial. Al hacerla solo pensaba en lo bien que podía quedar para el fondo de pantalla del móvil, ¡jajajá! No pude inmortalizar ningún conejo de los que vi cuando llegué, en cuanto me olieron salieron todos escopeteados.
Espero que os haya gustado este mini-reportaje.
Un saludo.
Fran Riveira
En Zaragoza, 15 de marzo de 2014.
14 de marzo de 2014
Los aviones no me dejan dormir
No en sentido literal. Más por desgracia que por suerte esta ciudad tiene muy poco tráfico aéreo. Los aviones y el mundo de la aviación en general no me dejan dormir desde hace unos dos meses cuando, por casualidad, estaba buscando un vídeo de una entrevista a Rajoy y apareció en los resultados un señor mejicano de McAllen (Texas) hablando desde su Cessna sobre en qué consistía el proceso de convertirse en piloto.
Desde entonces he recuperado esta afición que creía haber perdido desde pequeño. Siempre me han gustado los aviones pero esto se fue a otra dimensión cuando me aficioné a los simuladores de vuelo con 12-13 años. Podía tirarme horas dentro de un avión virtual yendo de aquí para allá sin mucha idea de lo que estaba haciendo, con mi teclado, con unas nociones muy básicas de ATC, ILS y funcionamiento y físicas de las aeronaves... pero oye, era capaz de aterrizar los aviones.
Luego el tener miopía y el no tener dinero terminaron por destrozar todo lo que había de esa primitiva vocación e ilusión. Imagino que a todos los niños les toca desilusionarse y comenzar a preocuparse por cosas que de verdad pueden alcanzar como, por ejemplo, sacarse bachillerato, una carrera como ADE, casarse y tener un coche de ocasión...
Diez años después.
Pero, ¿tan loco es pretender a estar alturas sacarse la licencia para pilotar aviones privados?
A esta respuesta pueden acudir opiniones diversas negando tanto esa posibilidad como hablando de si es o no algo deseable cuando uno ya ha conseguido una estabilidad de objetivos y una idea más o menos clara de lo que quiere hacer el resto de su vida. El caso es... ¿cuándo llega el momento en el que tenemos que renunciar a los sueños? Hay como cinco sueños importantes en la vida de cada cual y su cumplimiento o no puede deberse a muchos factores, entre ellos el externo, pues, al contrario de lo que os diría un escritor de autoayuda, yo sé que la influencia externa es tanto o más poderosa que la voluntad individual. Aun así no me resigno a pensar que nos está vedado el libre albedrío y la libre elección de futuros posibles para nuestras vidas.
Los aviones no me dejan dormir. Es un virus que ha vuelto a entrar en mi vida tras años dormido. Por supuesto que me siguen gustando la filosofía, el heavy y mis otras aficiones pero creo que en una persona esa diversidad de gustos puede llegar a tener cabida, si no mirad a Bruce Dickinson (que, a parte, hace esgrima...). No sé, creo que los límites están en nuestros sueños. Hay que soñar alto para que la realidad nos alcance muy alto porque en cuanto nos alcance y nos impida seguir más allá algo habremos conseguido.
De nuevo vuelvo a soñar alto, en las alturas, y en las bajuras también, desde hace 3 años este sueño en las bajuras adquiere su realidad y su posibilidad de convertirse en algo real. No me resigno a aburrirme. ¡Hay tanto que hacer!
...
Llevo dos posts que parecen de autoayuda. El problema de que algo parezca una cosa es que a veces lo es. Esto es más una autoayuda a mí mismo que a los que me estáis leyendo. Me da igual si os gusta o si os disgusta, si sacáis algo en claro o si os da lo mismo.
Creo que la autoayuda sólo funciona si uno es creador, artista. Autoayuda a lo Nietzsche, no a lo Ogg Mandino o Chopra.
Fran Riveira.
En Zaragoza, 14 de marzo de 2014.
13 de marzo de 2014
Las historias que curan
Luego te encuentras con esos momentos que parecen interludios y que vienen de golpe y porrazo. No te enteras. Entonces intentas hablar de ello porque escribir ya se te hace muy cuesta arriba y ves que prefieres decir "yo sé lo que me digo" antes de articular pensamientos complejos que, probablemente, requieran algún palabro pedante o tecnicismo psicológico o filosófico.
No es común vivir en un interludio. Normalmente todo aparece bajo una estela histórica y, si no, se la buscamos nosotros. Los seres humanos procuran hacer una historia de sus vidas para así crear una ilusión de sentido. Por ello hablar es tan curativo, por eso los psicólogos ganamos dinero, porque la gente busca consuelo, busca una manera de hacer comprensible su vida.
Esto es muy antiguo, en los albores de la psicología se creía en el poder curativo de la palabra. Yo creo que no es la palabra la que cura sino el resultado de la misma. La palabra crea la historia y, así, se crea un nexo de unión que da sentido tanto a lo bueno como a lo malo en nosotros. Lo malo es bastante jodido de unir y más si tratamos con pacientes pesimistas, entonces hacen falta más sesiones, más tiempo... el tiempo es una manera de hacer que esa historia madure y cobre sentido y verosimilitud.
La técnica inicial era dejar al paciente hablando hasta que se aburriese. En ocasiones el paciente no tenía, sabía o quería decir nada, entonces el que le escucha calla y él calla. Otro día, más adelante, decide abrir la boca y comienza a contar su historia.
Os voy a ahorrar mucho dinero diciéndoos esto: cread y creeros vuestra propia historia. Dadle un sentido. Escribid sobre vosotros y, si tenéis, como yo, la suerte de partir de un interludio, hacedlo sin temor. Coged todos los cabos sueltos e intentad imaginar su unión. Seguro que en ese proceso aprendéis más sobre vosotros mismos y sobre el mundo que os rodea, de paso ocupáis vuestro tiempo en algo productivo, evitáis neurosis y os curáis, o prevenís la enfermedad, que también es algo bastante interesante.
Este es mi consejo después de 5 años dándole vueltas a todo esto de los blogs, de los vlogs, de las biografías... creo que es uno mismo el que da sentido a su biografía conforme su misma biografía. Esta se retroalimenta. Es algo sencillo pero a la vez costoso. Si bien cuesta unir los cabos una vez que estos adquieren fluidez los pensamientos y sucesos transcurren entre ellos con total normalidad, fortaleciéndolos, haciendo esa conexión cada vez menos artificial... El efecto placebo, el autoplacebo. Creer que uno mismo es o ha sido así. Sin inverosimilitud, ojo. Creer, dentro de los márgenes correctos y el sentido común (cómo odio esto del sentido común), que uno es así porque ha hecho determinadas cosas.
Crear la casuística. Fortalecer las relaciones entre acontecimientos. Recordar luego toda la vida a través de esas conexiones y formas en las que hemos creado nuestra biografía.
Al crear nuestra biografía, si tenemos tiempo por delante, creamos nuestro futuro. El futuro se dibuja como consecuencia necesaria de un pasado bien asumido y consistente. Si no hemos hecho el esfuerzo de dibujar un pasado con sentido o si hemos tenido una vida monótona y poco aventurera (aunque la aventura sea una ficción, aunque la aventura sea exagerada por el paso de los años... ES SUFICIENTE) entonces no habrá nada que proyectar en el futuro.
Hay que crear un pasado para que haya una relación causal directa con el futuro que creemos bueno. A eso se dedica la prospectiva y esta "ciencia" no se basa en otra cosa que en el pasado y en el presente. Descubrir el futuro es a lo que se dedica la ciencia y esto no sucede por magia, sino por mecanismos estudiadísimos difícilmente destruibles, casi inexpugnables. Tenemos que falsar nuestra vida y verificarla en el futuro. La labor de falsación se hace con respecto al pasado y el futuro pretende llenar todos esos huecos de inconsistencia pasada.
Esta tarea no tiene final porque siempre hay un futuro que crear. Y, como no tiene final, moriremos sin encontrar sentido a nuestras vidas.
Si no hay fin de la historia tampoco nuestra historia personal tendrá fin.
Francisco Riveira.
En Zaragoza, 13 de marzo de 2014.
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