Eso dice un cura montado en el marketing, que ha reeditado incontables veces su único libro (teme al hombre de un solo libro, decía otro santito, ¿pero se refería a un solo libro escrito o leído?). El marketing es principal, sin marketing no hay movimiento, no hay publicidad (en el sentido de hacer algo público).
Las mecánicas y lógicas políticas de unos cuantos se ven mermadas no ya por la ausencia de público sino por el desconocimiento de las técnicas de marketing. El marketing es hoy tan importante como lo era hace unos cuantos siglos hablar inglés. Sin marketing no sería posible el fanboy de iPhone, o el del Grand Theft Auto. El marketing es la herramienta que utilizan para endosarnos sus proyectos o productos. Entender de marketing es entender cómo acceden a nosotros, cómo se aprovechan de nuestros puntos débiles, es decir, de nuestra inconsciencia.
Si nuestra conciencia es partidaria de evitar el anuncio publicitario entonces la criba funcionará en estado consciente. El problema es que no estamos en Cuba y aquí nos tenemos que comer publicidad hasta en la tapa del yoghourt.
Es imposible resistirse al marketing y, por tanto, hay que conocerlo y apropiarse de él para reconstituirlo desde dentro.
Necesitamos vender nuestra ideología.
Necesitamos vender nuestra ideología.