Robotín de Google

23 de julio de 2013

La Crisis como concepto comodín - Parte 6: Final




Decir que hay crisis es como decir que hay fuego en el bosque.
Como dicen los cristianos: "alguien tiene que haberlo producido".
"Crisis" en griego significa separación en el sentido transformador, no oportunidad, como los gurús de autoayuda dicen.
El sentido del palabro en economía nos habla de la parte más grave de una "enfermedad". Una crisis respiratoria, una crisis de ansiedad. Se tiene el problema anteriormente, uno tiene cierta tendencia a padecer esos problemas, y la crisis es su exacerbación.

¿Cuándo se acaba la crisis? Decir esto en el sentido económico es no saber de qué se está hablando. Es una pregunta estúpida. La crisis no termina porque el sistema socioeconómico está basado en la existencia de esas crisis. La crisis es la cristalización de ese sistema, no un fallo o un mal trago. Lleva habiendo crisis desde hace cientos de años y siempre se han llamado así (en el sentido económico). En España, concretamente, no encuentro momento en los últimos 40 años en que no estuviésemos, de un modo u otro, atravesando una crisis.

Luego hablan de la crisis de los valores. Así hablan los conservadores y los curas en general. Decir que esto es una crisis de valores es reírse en la cara del que te escucha. Hablar de regeneración también lo es.
La crisis de valores es uno de los pocos cartuchos inteligentes que han quedado en los cristianos: quieren llevar el problema a su terreno. Si hay crisis de valores entonces nuestros fieles se multiplicarán porque sólo nosotros somos capaces de enseñarte los valores buenos.

Crisis de productos, de los derechos de los trabajadores, de la sanidad y educación públicas...
Hoy en día no se hacen políticas fuera del territorio económico. En ese sentido todo lo que es política es economía, pero no todo lo que es economía es política.

Quiero decir con esto que hay que mirar con más perspectiva el asunto. Me refiero a la expresión de ver los árboles y no el bosque. Volvemos al principio: vemos los árboles quemándose pero no al pirómano. ¿El sentido de que haya un pirómano? Tan solo él mismo es capaz de ponerse en su piel y sobra totalmente juzgarle. En cambio sí podemos juzgar la base del iceberg que es nuestro problema económico-político.

En la crítica va implícita la voluntad de cambio pero esto es imposible a corto plazo. La tendencia ha pasado de ser antisistema y revolucionaria a reformista y conformista. Llevaba unos años viendo el progreso de los ecologistas y hace pocos días ya se ha metido el gobierno por en medio para ponerles más palos en la rueda. Ser ecologista no sirve de nada existiendo este sistema económico.

Otra cosa, las charlas ecologistas que se dan a los niños en los institutos. Me parece que no es ahí donde más se puede hacer. Aprovecharían más su vida si fuesen a empresas, no dos días a explicar cómo reciclar a unos chavales que producen un millón de veces menos porquería. Reciclar es un granito de arena, pero no hay que conformarse con el granito de arena. Nadie cambió un sistema reciclando mientras que la gran fábrica de su ciudad contaminaba el agua. Hay que ir a por los grandes, nos guste o no nos guste. No es suficiente con la formación sino que hay que presionar. Por culpa de no presionar nos sigue ocurriendo todo esto de lo que estoy hablando.

...

Por culpa de esas personas que nacieron hace 40 o 30 años y que no hicieron nada para que esto fuese de otra manera, para que sus hijos no tuviesen que estar ahora pensando en cómo sacarse las castañas del fuego, para que no estudiasen sólo para ser empleables y poder salir del país hacia Alemania.
Tenéis la culpa de que no nos hayamos dado cuenta antes de que no hay tal crisis.
Habéis sido pasivos ante la pérdida de derechos que desde el siglo XX se han conquistado. Sólo habéis salido a la calle en multitud cuando ETA asesinaba a alguien y, sin embargo, hay muchas otras formas menos explícitas de matar de hambre, de dolor y de miseria.

Os habéis quedado con lo que os contaban, sois la generación cobarde e imbécil.
Esto va para vosotros, es mi misil hacia vosotros y mi divorcio de los adultos. Adultos en edad pero bebés en conciencia política, se han atrevido a dar lecciones sobre cómo sobrevivir haciendo de las oposiciones y del funcionariado el porvenir al que aspirar.

Os habéis resignado. No somos libres pero, como dice alguien, podemos hacer sonar el ruido de nuestras cadenas. Si no nos movemos será, desde luego, imposible ser conscientes de nuestro estado.

Ahora no vale con resignarnos, estamos un nivel más adelante en la imbecilidad: ahora nos indignamos. Nos indignamos por lo circunstancial, por los árboles quemados. Soportamos lo que nos echen porque somos corderos incapaces de enfrentar al poder con sus mismas herramientas.

Apeláis al Estado de Derecho y no os dais cuenta de que el derecho legitima vuestra explotación y la economía que la permite. Apeláis a la democracia y no os dais cuenta de que el ansia de poder es realmente lo que hace que todo deje de funcionar y se envenene desde dentro.

Desintoxicación, información y acción. Ese es el proceso individual y personal para enfrentarlo.
Nadie que actúe intoxicado puede actuar de acuerdo a terminar con las injusticias (no en el sentido legal). Nadie que se informe sin una previa desintoxicación... nadie que no desaprenda lo que le han metido interesadamente en el cerebro... es capaz de actuar debidamente.

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Cuando no quede nada por perder entonces hablaremos.

Un saludo.

20 de julio de 2013

La Crisis como concepto comodín - Parte 5: ¿La política del sentido común?





Dicen que Aristóteles fue el primero que pensó en categorizar el mundo de los animales y de los seres vivos en general. Distinguía a los animales en dos grupos  (vertebrados e invertebrados) y luego en múltiples subgrupos que son bastante parecidos a los que hoy en zoología se utilizan.
También fue el iniciador de la lógica y escribió tratados sobre poesía y retórica.
Es bastante complicado encontrar una persona, en toda la humanidad, que haya abarcado tal cantidad de campos de interés a lo largo de toda su vida.
Cada vez fue más complicado abarcar todo el conocimiento humano. Hasta la Ilustración era posible pero en esa época, por ejemplo, todo el conocimiento matemático que se había elaborado tras miles de años era imposible de asumir por tan solo una persona. Ese fue el inicio de la especialización y en esas seguimos todavía: cada vez la gente sabe más de un poquito y menos de la totalidad.

Es imposible "serlo todo", al modo unamuniano. Hay que elegir el ámbito de intereses porque se corre el riesgo de abarcar mucho y de "apretar" poco. Hoy se nos pide apretar en nuestras aficiones, estudios y empleos, a riesgo de ser diletantes y no ser sobresalientes en nada. Hoy en día se lleva la excelencia, que no es otra cosa que ser el mejor en un campo concreto. Si uno no es mejor en lo que hace y no se codea con los mejores en ese ámbito ha FRACASADO.

Ese es el discurso que se nos inocula desde el gobierno (al menos el español). La tendencia en la educación secundaria va hacia la educación "en la excelencia". Terminaremos por ser todos víctimas (si es que no lo somos ya) del más estúpido utilitarismo y motivaciones empresarialistas.

Para evitar ser un idiota (etimológicamente, el que sólo se mete en sus asuntos y no le importa otra cosa, que es lo que se premia hoy en día) hay que estudiar, pero no estudiar los currículos académicos que están preestablecidos por el Ministerio de Educación y los consejos de profesores y psicopedagogos a sueldo del "régimen" sino estudiar activamente la política.

El debate político en España está por los suelos. En la televisión no se esgrimen argumentos, como dije en una parte anterior de esta serie de posts, se esgrimen estadísticas y hechos concretos que no nos dicen absolutamente nada sobre realidades cuya profundidad y radicalidad no son compatibles con el formato televisivo.

Eso no es hacer política, eso es discutir estupideces, bailarle las aguas al discurso establecido y comportarse como se espera que nos comportemos. Normalmente los todólogos y opinadores profesionales que asisten a esos programas tienen la decencia (al menos) de leer dos o tres periódicos para informarse sobre el asunto que posteriormente debatirán. ¿¡Qué clase de debate puede surgir tras dos o tres lecturas sobre un tema en particular!? En un debate hay que ser receptivo y abrir la puerta y la posibilidad a llegar a cambiar de ideas o de opinión y en la televisión o en la radio ocurre todo lo contrario: un debate sólo sirve para afianzar más las propias ideas de uno y supone un auténtico desprestigio decir: "Vale, has argumentado correctamente y  tu exposición me ha convencido, he cambiado de opinión al respecto".

En toda la historia de la televisión no encontraréis frase parecida.

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Queda mucho por hacer. Entre otras cosas es necesario formar a las personas políticamente. No económica ni moralmente, sino políticamente, en su sentido más amplio y antiguo, sin tergiversaciones ni máscaras posmodernas de la historia contemporánea.

El Partido X, UPyD... son ejemplos de ineptitud política, de la absoluta falta de respeto intelectual y del triunfo del sentido común más terrorista y de la patochada televisiva hecha proyecto parlamentarista.
Cuando un político habla según el "sentido común", cuando uno dice "que no tiene ideología" y que sólo está pidiendo lo que naturalmente "pediría cualquier hijo de vecino", que "somos progresistas y sólo pedimos lo que es demostradamente bueno para el ciudadano"... es necesario desconfiar de él. Hay que desconfiar del sentido común y de los discursos neutrales, pues detrás de esa aparente neutralidad se esconden las peores realidades (e históricamente hay ejemplos de ello). La política no es una ciencia al estilo de la biología o la química, la política entra en otro lógos, es un procedimiento personal y social, que se engolfa en la situación presente y en el pasado histórico. El discurso científico-político es una quimera pues los descubrimientos científicos bien poquito tienen que ver con el contexto histórico, con dinero y lugares adecuados para ello la ciencia es capaz de dar los mismos resultados en China que en el MIT.

No entrar en el juego político, afirmarse como a-político (¡y es que si existe algo así como una "naturaleza humana" es ante todo y sobre todo POLÍTICA!), es una contradicción risible. No enclavarse en el ámbito de izquierdas o de derechas es un abandono de las categorías preestablecidas no por la realización de una crítica fundamentada en bases teóricas o prácticas sino por lo mismo que os he dicho en el párrafo anterior: ¡por absoluta ineptitud política y ganas de dar gato por liebre, duros por pesetas y triunfos del sentido común frente a las contradicciones más que necesarias de un pensamiento que se crea ladrillo a ladrillo!

Por lo tanto, os animo a combatir al sentido común.

18 de julio de 2013

El momento de José Luis Pinillos





Me fastidia cuando se muere alguien y de repente las agencias de información hacen artículos especiales para despedirse de esa persona. Por supuesto, me refiero a cuando se mueren personas que han tenido cierta "publicidad" (de público) y que han hecho algo interesante por la sociedad. Pero, hasta ese día, nada, ni una triste mención.

En ese sentido es difícil hacer diferenciaciones, ¿en qué momento una persona merece el homenaje público por toda una vida de obras, esfuerzo y cambio de su sociedad?

No sé si alguno de vosotros conocéis a José Luis Pinillos. Para que os hagáis una idea, es un profesor, escritor y psicólogo español, que nació hace 94 años en la capital de Euskadi.

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A lo largo del siglo XIX surgieron las ciencias sociales que hoy más visibilidad tienen, entre ellas estaba la economía como la entendemos hoy en día, la sociología y, cómo no, la psicología.
Fue la psicología una disciplina que intentó escapar de los influjos filosóficos (de esa, ojo con esto, filosofía idealista y hegeliana) para proponer tesis sobre el comportamiento de los seres humanos que partiesen de una base real, física... en fin, una filosofía materialista más.

Pasan los años y la psicología adquiere un estatuto propio y se separa de la filosofía como se entendió hasta esa fecha. Hago una separación clara entre las filosofías idealistas que aún hoy tienen su altavoz en instituciones como la Iglesia Católica y en filósofos, por supuesto, cristianos... y algunos teólogos que revolotean aún sobre las cuestiones sobre dios, a la luz de la ciencia y de las filosofías existencialistas, estructuralistas y de otras religiones ateas como el budismo o el zoroastrismo. No sé si la teología puede seguir ese camino sin suponer su estudio una contradicción in terminis.

Pero ese es otro tema.

La psicología comenzó el camino de emancipación de su madre filosófica, al igual que la química lo hizo, de la mano de Lavoisier (entre otros), con respecto de la alquimia y, también, la física con respecto de los planteamientos y filosofías atomistas de los presocráticos, sofistas y otros filósofos de las escuelas estoicas, epicureístas, aristotélicas...

Iniciando el siglo XX tuvo una explosión inusitada con los estudios del propio Sigmund Freud y, más adelante, con Lacan y otros psicoanalistas (que estaban a la sombra de la psicología, pero con un montón de presupuestos antropológicos y ontológicos, o sea, todavía bajo el influjo de la filosofía).

Muchos de sus planteamientos han dado que hablar al resto de la comunidad científica e incluso a la filosófica. Ahora es vox populi el asunto del significado de los sueños y la realidad del inconsciente, los tabúes, la potenciación y desenmascaramiento de la sexualidad en todos sus ámbitos, etcétera.

Es ahí donde se encuentra nuestro amigo José Luis Pinillos, es bajo esta influencia donde comienza a estudiar Filosofía y Letras, en el camino de la Filosofía pura. Se especializará, como ya veremos, en la Psicología. Esta carrera no existía de por sí en nuestras universidades, tampoco quiero buscar en qué momento comenzó a haber una carrera de psicología propiamente dicha pero desde luego que no fue el caso de José Luis el tener la oportunidad de poder estudiarla de manera explícita. Habría ya que esperar a los años 60 para que tuviese la cátedra de Psicología.

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Me encontraba yo haciendo primero de bachillerato. Mi profesor de la asignatura de psicología, señor al que debo (sin exagerar) mi vida -intelectual- me animó a entrar en la web de la Fundación Juan March para bajarme, "a ti que tienes de esas cosas", al iPod el podcast de las conferencias que se habían dado en esa institución desde el año 1975 hasta la actualidad.
Esa misma tarde entré en iTunes para buscar las conferencias que me había recomendado. En ese caso me había recomendado las conferencias que nuestro protagonista dictó en el año 1975.
Me las descargué y las escuché durante unas cuantas horas, todas seguidas.

Era la primera vez que escuchaba una conferencia, ¡y ni siquiera era a tiempo real! El José Luis Pinillos que me hablaba era un señor conferenciante, un auténtico pedagogo, hilvanaba perfectamente sus explicaciones sobre la conciencia y la mente humana con divertidas anécdotas sacadas de su propia vida o de los grandes clásicos de la literatura. Era realmente un placer escuchar esas conferencias.
Me dije a mí mismo: yo quiero ser así de mayor.

Y fue a través de su ejemplo por lo que continué estudiando y con el que seguí, sin pretenderlo casi, los pasos de José Luis Pinillos, e hice (y sigo haciendo) los estudios de la Filosofía pura, para aprovecharme de su potencial crítico (sí, aún en el siglo XXI la filosofía tiene un potencial crítico enorme) y la filosofía materialista al modo epicúreo que, a mi parecer, tiene la psicología como se entiende dentro del laboratorio, no como un panfleto de autoayuda sino como una verdadera filosofía terapéutica a través de la palabra y otros métodos (dejemos los medicamentos a los médicos y a los psiquiatras).

Es en este momento de mi existencia en el que me uno estrechamente a José Luis Pinillos que, sin pretenderlo, ha torcido mi camino vital hacia un lugar que hace cinco años no estaba ni medio claro.

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Años más tarde escucho la conferencia que da en la misma institución, presentado ya no por Andrés Amorós sino por Antonio Gallego, nuestro querido José Luis Pinillos. Nos habla sobre el Hombre Incondicionado y comienza citando la obra más famosa de La Mettrie: El hombre máquina.

La primera vez que escucho esta conferencia no tengo todavía el suficiente bagaje ni las suficientes lecturas y estudio a mi espalda como para reconocer el problema que, desde la psicología, se está tratando de dilucidar. José Luis Pinillos nos describe un mundo de cadenas que  poco a poco su disciplina ha hecho patente. El hombre ha dejado de ser libre y poco a poco se va dando cuenta de ello en esa dolorosa progresión medio humillante medio esclarecedora que señores como Darwin, Galileo o el propio Freud han propiciado.

En el tiempo en que se pronuncia esta conferencia (año 1987) está claro que el hombre actúa conforme a un aparato físico, que aquello que se había dado en llamar libre albedrío es tumbado por los condicionamientos tanto externos como internos y que la naturaleza nos agarra más de lo que nosotros mismos nos imaginamos.

No entendía aún la amargura y la lucha interior de un hombre como José Luis que había sido educado en la idea de que el hombre era fundamentalmente libre y que, después de años de estudio, ha ido descubriendo cuán insostenible era eso.
En la cuarta conferencia de ese ciclo quiere José Luis Pinillos darnos una idea de (tras enseñarnos previamente nuestras cadenas) cómo es posible que, a pesar de los escasos resquicios de libertad que nos deja la naturaleza, escapar a esa realidad. Era el momento en que la propia psicología comenzaba a darle la razón.

"Después de una vida de trabajo ya terminada casi, soy de los convencidos de que la psicología terminará y está orientando su rumbo en esa dirección. La psicología ya es capaz de intervenir para emancipar, puede intervenir para esclavizar, para alienar. Pero puede también intervenir también para que el hombre se realice, no sólo par hacer pronósticos, sino para hacer posible que los pronósticos sean buenos, sean humanos, que es lo que hace la prospectiva: propiciar un futuro, lal clase de futuro que creemos buena. Pues bien, la psicología ya entiende de futuros, de futuros de conductas. Lo que hace falta es que la imagen de hombre que propicie se asemeje a aquella que hace siglos cantó con tanta belleza Angelus Silesius: “Un hombre espiritual es como la eternidad, intacto para siempre de toda exterioridad”. O para decirlo con un español más bronco - la situación era distinta - Miguel Hernández: “Un hombre al que ese mundo de cadenas le es ajeno y exterior”. Miguel Hernández sabía que en el hombre había cadenas pero sabía que ese mundo, al hombre interior que era él, le era ajeno y exterior.

Ciertamente la libertad del hombre no es absoluta, está condicionada, rodeada de cadenas, pero a la postre, condicionada y todo, es libertad. De ella, de esa libertad cabría decir lo que Mercutio herido ya de muerte respondió a Romeo:
“Que si es mucha la herida?
No, no es tan honda como un pozo ni tan ancha como la puerta de una iglesia, pero basta, servirá, mañana me encontrarás en el cementerio”.
Y esto es lo que ocurre con la libertad, que la poca que tenemos sirve. Basta para luchar por ella y para impedir que la poca ciencia nos la arrebate."

En este siglo disciplinas como la neurología están tratando de conseguir el monopolio del conocimiento sobre la profunda realidad humana. Dentro de una posición materialista es aún hoy posible encontrar un pequeño hueco para esconder en él la libertad. A pesar del estudio del cerebro y de sus neuronas; a pesar del estudio de nuestro comportamiento y de las cadenas; de lo genético y de lo epigenético; incluso llegando a la conclusión desesperanzadora de que estamos casi totalmente condicionados por el ambiente, la juventud aún no marchitada por la rutina y la experiencia de los sueños frustrados creerá que la idea utópica sobre la libertad sigue siendo posible.

El optimismo no insultante que nos dice que se puede llegar a concebir un mundo en el que seamos más dueños de nosotros mismos que esclavos de nuestras cadenas naturales es una guía de vida y un proyecto práctico y real, compatible con la actitud revolucionaria y libertaria, hospitalario con la crítica anticapitalista y antiempresarialista.

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He querido mediante este artículo homenajear a José Luis Pinillos, que aún vive, tanto por su trayectoria como por el poso que ha dejado (incluso sin quererlo) en la sociedad y en personas como yo, que de alguna forma hemos aprovechado sus clases, libros y conferencias.

Un saludo.

En Logroño, 18 de julio de 2013.

PD: Si alguien quiere escuchar alguna de las conferencias que cito puede entrar aquí.

16 de julio de 2013

La vida non grata del pirata (televisivo)



Hay que mantener las apariencias.
Hay que vestirse también correctamente para poder ir a la televisión.
Nuestro objetivo, aunque tengamos coleta, es poder meternos en la televisión para que se escuche nuestro discurso.
Hay que entrar ahí pero con pasos firmes y seguros. Luego nos llamarán el "Jesucristo" comunista que viene a arreglarlo todo con sus estadísticas favorables a sus argumentos. Pero nos da igual.
Como nuestra tertulia de "serie b" ha tenido un éxito relativo nos llaman desde las GRANDES.
Aunque les entre y salga por un oído lo que digamos al menos van a simular, que es de lo que se trata, tolerancia disimulada. La progresía proyecta sombras de pluralismo y tolerancia.

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Nos dejan hablar dos minutos. Cuando terminamos nuestra intervención a toda velocidad (porque el formato televisivo ha de ser rápido con objeto de evitar contenidos espesos, tediosos y sesudos) viene Paquito diciendo que nos vayamos a Cuba, que ahí seguro que nos entenderán.

Espacio publicitario.

Vuelven a preguntarnos sobre la noticia que es la comidilla de la jornada. Con el iPad en mano y una capacidad de síntesis y concisión casi sobrehumanas salvamos las estocadas.

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Hemos dedicado hora y media en coger el transporte público, llegar a los estudios de grabación, maquillarnos y esperar a que nos llegue el turno de participación para hablar durante dos minutos, esperar una publicidad de diez minutos y en medio minuto dar una opinión sobre algún asunto.
Hemos opinado. La raíz y la base del iceberg estaban tan por debajo de nosotros que el debate ha resultado totalmente estéril.

Me pregunto si merece la pena tanto esfuerzo para tan escasos resultados.

15 de julio de 2013

La Crisis como concepto comodín - Parte 4: Concienciación pedagógica




Vestirse de una determinada manera invalida el discurso. Eso se llama falacia ad hominem y en cuanto entra en juego tenemos que abandonar el debate o la conversación que estemos manteniendo.
Hay otra falacia que surge cuando, tras callarnos, se nos dice que nuestro silencio otorga.
Nuestro silencio no otorga nada. Yo me cago en las malditas expresiones castellanas que paralizan la crítica y dan por hecho cobardías que no son tales.

Me gustaría hablar muy brevemente de la vida del comunista joven que tiene que vérselas con estos discursos dominantes y censuradores. Es muy probable que esta persona haya sufrido en sus carnes los comentarios tipo. "Muy bien, si no hay propiedad privada pues regala todas tus cosas". "Si tan comunista eres entonces deja de comer lo que comes y de usar tu teléfono móvil y tu ordenador".

Es paralizante en la medida en que les hace enmudecer y animan al asentimiento generalizado del público: "¡oh, sí, cuánta razón tienes! , ¡qué hipócrita el comunista, criticando el sistema que le da de comer y estudiar!

Es una especie de jurado popular. No creo que sea culpa de los individuos que forman el jurado sino de la estructura y sistema socioeconómico que hace que piensen de esa manera. Iba a decir que es censurable pero no creo que sea ese el objetivo.

Hay una propuesta que tiene años a sus espaldas y se llama "concienciación a través de la pedagogía". Me acabo de inventar el nombre de esta propuesta pero no la propuesta en sí. Existe y no se lleva a cabo en ningún lugar de la península. Los temarios de todas las asignaturas están regidos por unas normas burocráticas que impiden salirse de ellos, a riesgo de una apertura de expediente al profesor, su despido o, lo que más importa a los chavales, el suspenso. Las pocas asignaturas y oportunidades que daba el bachillerato o la educación secundaria obligatoria para saltar esa muralla serán poquito a poco eliminadas para, así, evitar que el alumnado piense por sí mismo o lo intente (o lo simule).

Así como este sistema se ha ido conformando de manera subterránea y poco explícita tendremos que seguir esa misma lógica, pero en sentido inverso, para lograr los objetivos que nos proponemos. No sólo hablo de educación para los jóvenes, sino para todos.

Apoyar la educación sin adjetivos es bailarle las aguas al poder.

7 de julio de 2013

La Crisis como concepto comodín - Parte 3: Formas de enfrentar al poder




(Está en todos lados, nos acecha constantemente y lo peor es que no somos conscientes.)

En antropología hay un concepto llamado "proxémica". Estudia las distancias físicas que generalmente un ciudadano toma con otro en la calle o en un espacio cerrado. Como el propio nombre indica, estudia esa "proximidad". Habría varios tipos de proximidad según nuestra relación con el otro pero eso no es importante para lo que quiero introducir hoy. Lo importante es que la proxémica es AUTOMÁTICA, sucede inconscientemente a cualquier persona con un poco de eso que se ha dado en llamar inteligencia emocional y/o habilidades sociales. Lo ideal del asunto es que podamos separarnos del resto sin pensar en ello, al igual que nuestro corazón late independientemente de nuestro estado de consciencia o de nuestra respiración (haz un ejercicio conmigo, piensa en respirar... inspira, exhala...). 

Darse cuenta de los procesos automáticos e inconscientes es toda una revelación. Engolfarse en ellos y regodearse en su funcionamiento.

Eso es lo que los profesores intentan hacer en sus clases desde que somos pequeños: nos abren los ojos ante un mundo que funciona (de aquellas maneras...). Sin su ayuda no lo podríamos comprender. Son especialistas en inocularnos ese conocimiento. Ahora más que nunca, un profesor debería guiarnos y no solamente ofrecernos ese conocimiento, ya que él no es la única fuente legítima.

Nos abren los ojos y volvemos a lo de siempre. Nos gusta vivir con los ojos cerrados porque es lo cómodo. Es cómodo no pensar en chocarse con la señora que va andando a un metro nuestro. Es cómodo no pensar en los latidos y en la respiración pero... de repente la señora choca contra nosotros, nos da un ataque de asma, o tenemos un paro cardíaco.

He aquí la angustiosa consciencia.

En la mejor obra, a mi parecer, de Lev Tolstói, La muerte de Iván Illich, se nos narra la experiencia de un burócrata preocupado por sus funciones administrativas y por su ascenso a la cima de las clases sociales. Aparece su mujer, tan preocupada por cambiar las cortinas de su casa recién estrenada. Aparece su hijo, ajeno a todo. Vemos al personaje protagonista jugando a las cartas con sus amigos tan tranquilamente... hasta que, en la parte media de la obra, sufre un pequeño dolor. Este dolor va siendo cada vez más fuerte. El dolor hace que Iván sea más consciente de sí mismo y de todo lo que ocurre a su alrededor. 

El dolor nos hace ser conscientes del presente. El dolor es el aquí y ahora, el entorno y el dintorno de aquello que hemos dado en llamar YO.

El protagonista, antes de morir, se da cuenta de la clave de su vida y de la naturaleza de aquello obvium re, lo que permanece implícito en el resto de cosas.

(¡No hago spoilers diciendo que se muere ya que así es el propio título del libro! Leedlo, os lo recomiendo, y no es una lectura muy larga).

La clave es descubierta por el dolor, por la cercanía de la muerte, por la interiorización, por la constante lucha contra sí mismo.

Así es el poder. El poder tiene las mismas características que un/el dolor.

El poder se esconde en nosotros, en los otros y en el resto estructural. El poder no tiene más que lugares comunes donde aparecer, pero es una aparición diáfana. El poder no se ve. El poder nos permite ver el resto del mundo a través de sus intrigas y formas prácticas pero por sí mismo es invisible. El poder fundamenta el mundo actual, lo pinta, lo envenena y lo envilece.

Si estamos en la posición de los poderosos estaremos encantados de seguir en esa posición. No me creo la buena voluntad del rico. Ser rico y tener buena voluntad son conceptos antagónicos. La riqueza surge necesariamente de la desigualdad y del mal del prójimo. Siempre y cuando haya un pobre ningún rico podrá dormir con la conciencia tranquila.

El poder entra en sus conciencias y las adormece y vitupera: ¡adelante -dice la conciencia- estás siguiendo el buen camino, que tú seas rico redundará en el beneficio universal de LA HUMANIDAD!

Entonces se justifica el poder. Entonces se justifica la desigualdad. 

El poder no es sólo económico. No quiero pecar de reduccionista. Pero el poder que más gusta comentar es el económico. 
También existen otro tipo de poderes: el poder del hombre frente a la mujer, el del mayor frente al menor, el del más exitoso frente al olvidado por la sociedad, el del heterosexual frente al colectivo LGTBQi, el del jefe y el esclavo trabajador...

Si no nos gusta es preciso enfrentarlo. Por derecho divino, por leyes no escritas, por principios, me importan bien poco los motivos, y ojito con aquel que te diga que busques legitimidad para enfrentarte al poder.

En eso se fundamenta la anarquía (an-archós, negación o supresión del poder).
La anarquía busca, por definición, la desaparición del poder constituido y del no constituido (de facto). Para ello hay múltiples caminos que otro día comentaré con más detenimiento.

Pero el poder no se combate tan solo desde la anarquía. Existen otras muchas formas de enfrentamiento del poder, si bien no tan radicales pero muy válidas y casi capaces de poder ser puestas en marcha automáticamente.

Hay grados diversos de enfrentamiento al poder. Por esto no me gustan las entrevistas sin sustancia. Tampoco me gustan los debates televisivos. En los pocos en que hay una mínima puesta en cuestión al poder establecido las intentonas de dar algo de luz sobre la cuestión del poder per se (¡sin datos numéricos sino hechos puros y duros!) son del todo insuficientes. ¡Podremos darnos con un canto en los dientes si en alguno de ellos se habla con todas las letras y bien alto de desobediencia civil!

Hay grados. Yo considero que el más bajo es el grado ad hominem o el del ejemplo práctico de las estadísticas. La estadística, como dije el otro día, es la punta del iceberg. El que sólo debate con estadísticas no debate, únicamente hace cosquillas al poder. Tampoco se pueden debatir los hechos, pues estos son los que son y no se detienen en sí mismos sino que dependen de...


Dentro de la estructura económica, política o legislativa (es una tríada que me gusta, como veis) hay varios tipos de cuestionamientos en un nivel puramente teórico. 
Comenzando por la propuesta de normas (como ha hecho la economía del siglo XX, ¡tan injustamente galardonada, incluso Nobel estará revolviéndose en su tumba por tamaña desvirtuación de sus premios!) que poco tienen que ver con la realidad hasta la descripción de los puros hechos. 
El científico ha de ver la estructura de los acontecimientos y tratar de entender por qué estos adquieren una forma y no otra. ¿Qué los motiva?

No es suficiente la ciencia para hacer una crítica profunda a esto. Esta crítica, repito, es lo llamado "enfrentamiento". La ciencia no nos vale, ¿por qué?

Porque el poderoso también es científico. El poderoso también conoce la teoría, ¡incluso la crea! El poderoso en sentido amplísimo está subsumido bajo unos esquemas que ni siquiera él inventó pero que le dan de comer caviar de Beluga. El poder no se enfrenta desde la racionalidad, como así pensaron muchos ilustrados. El siglo XX les quitó la razón. Voy a hacer una reductio ad hitlerum (cosa que odio pero que a veces está bien como recurso): ¡el propio Hitler, en la primera parte de Mi lucha decía que lo racional era comportarse de la manera en que él lo hacía y pensar de la manera en que él pensaba! ¡Hasta ese nivel llegó la razón, a pasar a judíos por la incineradora con una sinfonía de Wagner sonando mientras por el tendido de megafonía! ¡Oh, cumbre racional de la humanidad!

Me hacen gracia los "círculos escépticos" que, con la razón presidiendo la mesa, debaten sobre todos los temas. ¡Sus conclusiones pecan de tal superficialidad supina que suscitan el mismo interés que los artículos de opinión en el suplemento dominical! 

De momento no hay nivel entre la razón y la realidad a la hora de enfrentarse al poder.
El siguiente paso es más poder o rechazar, debilitar o eliminar fulminantemente a ese poder (o poderes).

Se rechaza al poder con más poder, no con flores en los fusiles. Se debilita al poder con mejores discursos, no con concesiones lingüísticas hacia los poderosos (¡qué daño ha hecho la RAE como organismo de referencia -más bien organismo de AUTORIDAD ARGUMENTAL- a la hora de aclarar las discusiones terminológicas!). Se debilita el poder rechazando el reformismo y apuntando hacia la raíz: es preciso ser radical, en el sentido más auténtico de la palabra. 


Estoy perfectamente informado de que el poder no puede eliminarse fulminantemente. También estoy informado de que el sistema se deja criticar desde su propio interior. Pero también estoy al tanto de que este último orden de crítica es el que más resultados ha dado. 

El papel político no se juega en las urnas. Y no digo "no sólo", es que NO se juega en las urnas. Nos han pintado que la democracia es el sistema político menos malo y nosotros asentimos a esa retórica casi irrenunciable e incontestable.

El juego político es un juego de poderes.
Los juegos tienen reglas. "¡Qué razón tenía Platón!" Dicen algunos por ahí. "¡La filosofía no sirve para nada!" Dicen los bachilleres asqueados. Y yo diría, ¡ojalá hubiesen decapitado a Platón, ojalá la filosofía no sirviese para nada y no fuese un paso más en la legitimación descarada del poder y de la desigualdad!


Hoy no abogo por erradicar el pensamiento económico (como pensamiento único), ¡hoy abogo por el enfrentamiento directo al poder y a sus lacayos!

5 de julio de 2013

La Crisis como concepto comodín - Parte 2: Política, leyes y la diosa Economía.



Si el hombre es económico hará de la Economía su diosa.
El ser humano ha variado el centro de sus intereses.
Ahora en vez de hablar de política en los telediarios se habla de economía.
Si en algún momento parece que la gente habla de política realmente lo que estará siguiendo será un discurso de la mano de la ley, no saliéndose de ella ni viendo más horizonte que el que ella nos pueda dibujar.

Esta tríada es la que gobierna el horizonte intelectual y ontológico de nuestro mundo.
Cualquier discusión efectuada al margen de esos tres valores es una abstracción boba y sin sentido.
Todo parte o desemboca en uno de esos tres nudos.

En un principio fue la ley. La ley surgió como necesidad de la política. Para ordenar a los seres humanos era necesario no ya una estructura formal sino un aparato legal que legitimase actuar de tal u otra manera, sin estar constantemente preguntándose por lo moral (comportamiento).

Seguir la ley al pie de la letra significa el abandono del hombre político para dar lugar a una víctima de las reglas de juego previamente estipuladas.

Normalmente las leyes se ejecutan y se elaboran por las personas que menos tienen que ver con ellas. No hablo de ejemplos porque los ejemplos me llevan pareciendo una pérdida de tiempo enorme desde que las tertulias televisivas se basan en la estúpida y eterna mención de los mismos.

Los jueces designan y ponen a funcionar las leyes como mejor les parece. No hay persona objetiva. ¿Quién es el juez del juez? ¿La censura pública? Os acabo de decir que no hay discurso al margen de la ley en este siglo XXI español así que os podéis imaginar por dónde van los tiros. Os invito a bucear por los periódicos, de cada diez artículos de opinión en términos económicos habrá uno político.

Un juez utiliza las leyes en cada momento como mejor cree conveniente y de la manera más plausible. Démosle un voto de confianza y creamos que juega el papel ejecutor de un organismo imparcial y aun así veremos grandes rasgos de subjetividad en sus decisiones.

No es posible la justicia así entendida. Los jueces son títeres de un sistema legislativo nebuloso y retorcido que jamás ha conseguido (ni conseguirá) estar por delante de los acontecimientos reales.

Las leyes no sirven para el mundo real. Así como no sirve estar informado de algo que ocurrió hace un mes tampoco nos ayuda poseer leyes ni constituciones con meses e incluso años de antigüedad.

No tengo una propuesta positiva para evitar esto.

Lo que sí entiendo es que habríamos de intentar recuperar ese hombre político, ese opinador al margen de la ley a veces utópico y en otras, las más, certero y agudo. Discutir al margen de la ley amplía el terreno de juego y, si algo es propio del ser humano, es su capacidad de ampliar el terreno de juego real habiéndolo hecho antes en su propio magín.

Por esto no veo ni recomiendo ver tertulias políticas en la televisión.

Las estadísticas son el opio del pueblo. Discutir con las estadísticas en la mano es ver el árbol y no el bosque. Lo cualitativo nunca se puede reducir a lo cuantitativo y tras las cifras hay realidades de radical importancia para la vida de las personas.

No se puede discutir con cifras porque, si algo tienen las cifras, es que siempre habrá un dato que sirva (sacado de su contexto) para apoyar una u otra posición. Es preciso debatir sin cifras ni estadísticas pues estas, repito, están elaboradas en base a unos parámetros ya establecidos y en base, en el peor de los casos, a una mala intención por parte del que las sostiene o crea.

Voy a poner un ejemplo:

Parece ser que hay menos dinero para la educación en España. Unos van a mostrar una serie de estadísticas que les den la razón (y seguramente la tengan) y otros van a informarles de casos concretos en que esos presupuestos estatales para la educación no sólo no hay descendido sino que han aumentado. Cuando discutimos con la estadística en la mano nadie tiene la razón. La realidad económica da razón al número.

Hay que debatir políticamente, sin atender al número. El número da miedo o da risa y SIEMPRE maniata a la crítica, en cambio la política juega en un terreno ético.

Es ahí donde se encuentra el debate interesante.

Aristóteles planteó el crecimiento de la economía (oikos -casa-, nomos -ley-) desde el ámbito familiar hacia la polis o "Estado" en general. Es curioso ver cómo el tiempo ha eliminado por completo la primera acepción de la palabra "Economía" y, en los últimos tiempos, ha pasado a ser una disciplina al servicio de los mercados y especuladores.

¿Se puede volver a la acepción inicial de la economía?

No. Hoy no nos sirve, dado el avance tecnológico e industrial, llevar a cabo una economía autárquica en el sentido cerrado de la familia y de la vivienda particular. Nos es del todo necesario comunicarnos con las demás personas para satisfacer nuestras necesidades.

¿Qué podría hacerse?

Ya que es imposible hablar desde una posición política (en sentido muy estricto) habrá que ver si a través de esa endiosada economía podemos meter las narices en el funcionamiento de este sistema. Es por ahí por donde se atrevió a entrar Marx. ¿Por qué fue economista y no psicólogo? Algo vio aquí.

Además de las patentes desigualdades que la plusvalía dejaba a su paso por los obreros del siglo XIX se dio cuenta el amigo Marx de que la discusión comenzaba a cerrarse en torno a las ciencias naturales. Cuando una ciencia natural intenta ser capaz de explicar todo el mundo es cuando es peligrosa y hay que desmontarla punto por punto.

El peligro o ventaja (según se mire) de la Economía era que jamás predecía nada. De hecho, en las primeras clases de cualquier estudiante de Economía se deja bien claro que hay dos tipos de Economía: la normativa (meros juegos conceptuales que jamás se pondrán en práctica) y la positiva (que estudia lo que ya sucede en el mundo y trata de comprenderlo).

¡No hay ciencia económica predictiva o práctica! ¡Es sólo utópica o descriptiva!

En tantas otras "ciencias" sociales como ella hay un recurso cobarde o de dudosa honradez intelectual: el recurso ceteris paribus. Si el resto de cosas permanecen iguales, con las mismas condiciones y sin posibilidad de cambiar, ¡entonces mi teoría funcionará!

¡Qué triste queda ese economista cuando en ningún lugar del mundo puede poner en marcha sus teorías puesto que, si algo tenemos los seres humanos, es esa ingénita cabezonería de salirnos de los pronósticos y reglas establecidas!

Hay que matar a la diosa Economía.

4 de julio de 2013

La Crisis como concepto comodín - Parte 1: Los libros de autoayuda.



Hoy os voy a hablar de algo que todos sabemos pero que no está de más recordar.

...

De repente encuentras al que te dice: "tú no opines, no llegas ni siquiera a los treinta años y crees que puedes opinar sobre estos temas, déjanos a los adultos seguir en este constante método reformista de prueba y error y, mientras tanto, traga mierda por un tubo. Resígnate."

Me da palo ir a las bibliotecas. Hace unos meses me hice caso a mí mismo y conseguí un ebook de estos que hacen la lectura en pantalla una extensión saludable y más confortable que la del papel. Así sólo compro on-line y me evito tener que ir a mi "librería de confianza" para, antes de llegar a mi sección favorita, tragarme los veinte mil libros de autoayuda y sus numerosas reediciones.

En algunos de ellos se nos anima a ser mejores y a sortear todos los problemas que en la vida pueden surgir. Nos sugieren sonreír, plantear una tabla de objetivos desde los más asequibles a los más complicados y, así, mientras nos sometemos a la disciplina del sueño que deseamos que se haga realidad, ellos consiguen engordar su billetera (y ser más que felices a su vez).

Me toca las narices esta tendencia. "Si no eres feliz es porque no quieres", te dicen los libros. Si no eres feliz es porque no has elaborado una rutina para llevar a cabo tus sueños. Si no consigues ser millonario es porque no has leído concienzudamente los mandamientos de Og Mandino y si no tienes éxito en tu empresa es porque -¡a alguien le tendría que tocar!- no eres lo suficientemente emprendedor, no te lo permite el tiempo de vida que el resto de tus obligaciones te deja o no te da la real gana (y no dejamos que te quejes).

No me da la gana de ser feliz. Tampoco quiero ser emprendedor. Ya no me trago a los todólogos y oportunistas que surgen como setas en los programas televisivos nocturnos de variedades. Ya no me creo a los economistas, pues tuvieron años e incluso décadas para predecir y plantear alternativas normativas y prácticas a todo lo que se nos ha echado encima y que prefirieron seguir poniendo parches a un sistema económico que da sus últimos coletazos y que se lleva por delante a todos y a todo lo que se ponga en su demencial camino.

Ya no me los creo. No hay crisis. El ciclo que nos quieren hacer tragar es la tendencia inercial de esta economía que (¡oh, qué trago amargo para los anti-utopías!) estuvo en un papel hace siglos, con otras necesidades y sin dos o tres puñeteras revoluciones industriales y tecnológicas que sugiriesen su radicación ipso facto al verse superada.

Flaco favor hace la "izquierda" reformista (que se traga este discurso) a la revolución (ni siquiera hablo de social, sólo económica, ¡no vayan a tacharme de utopista o, peor aún, radical!). 


Los libros de autoayuda normalmente van dirigidos al individuo, encerrándole aún más sobre sí, al estilo monádico, suponen a la postre (y sin quererlo sus propios autores, no vayamos a darles ese valor) un ladrillo más en el muro conservador. Le atan de pies y mano como sujeto político, le imbecilizan y vuelven egoísta y necio.

Pienso que hay que tener cuidado.