No quería dejar la oportunidad de escribir algo más sobre Primo Levi. Quiero hacerlo mientras siga fresco en mi cabeza.
He leído su libro más famoso: "Se questo è un uomo".
Como estudiante Erasmus estoy acostumbrado desde hace un mes a ver a muchas personas de todos los rincones de Europa, hablar con ellos e intentar compartir nuestras experiencias. Por lo general el carácter europeo es semejante, sobre todo si hablamos de latitudes concretas. Los italianos son parecidos a los españoles y los holandeses a los alemanes. No tanto los alemanes y los españoles pero, obviamente, más los españoles entre los alemanes que entre los propios turcos. Me ha sorprendido la enorme facilidad que tienen los turcos para iniciar conversación y ser tus amigos sin apenas presentaciones. Quizá es porque esta universidad favorece este tipo de relaciones (de entrada rápida). Lo que me cuesta pensar es en cómo mantienen las relaciones los propios turcos a lo largo del tiempo.
La calle es principalmente masculina. Las mujeres no sólo son diferentes por sus vestidos sino también por su forma de ser. El momento en que mejor puedo hacer un análisis pseudopsicológico de ellas es en el autobús. Muchas leen, otras ven sus teléfonos móviles y otras miran a lo lejos. Es igual que en España solo que aquí leen más. Parece mentira, en este país hay muchos más lectores que en España. Pero no todas las mujeres llevan velo, y de hecho son muy pocas las que se ponen el burka. En según qué ambientes apenas hay diferencia entre una mujer turca y una madrileña.
Se quieren hacer europeos, y además lo muestran con hechos. La moneda es diferente y su religión también pero muchas de las costumbres que están adquiriendo son definitivamente europeas. Y yo no sé si querer parecerse a nosotros es algo bueno (al menos no están en la comunidad económica europea, aún no han entrado en la boca del lobo).
Leí que Erasmus era un medio creado para evitar algo tan nefasto como una guerra mundial. Leer este libro viendo y hablando habitualmente con alemanes es bastante curioso. No puedes evitar pensar que algunos de sus familiares perpetraron ese atentado contra la humanidad hace tan solo 70 años. La culpa en el pueblo alemán está enraizada e instalada en su pensamiento. Hay que reconocer que cuando les toca denunciar el fascismo y rescatar esas memorias de sus antepasados lo hacen sin dudar, sin ambigüedades y sin medias tintas como en España. No pueden concebir ningún tipo de alabanza a su dictador y la tercera Alemania es en todo caso una mancha en su historia. Aquí en España se considera un comentario simpático decir que "con Franco vivíamos mejor".
Pero tampoco quiero caer con este post en ese viejo error de atribuir un mismo "espíritu" a un pueblo entero. Yo digo que esto es idealismo, que es un error sociológico y además una equivocación filosófica.
Ahora me imagino a todos nosotros, los europeos Erasmus de la Universidad del Bósforo, encerrados en un Lager, en un Lager (campo de trabajo) tal y como nos lo describía Primo Levi. Este Lager tiene una diferencia fundamental con respecto al Lager de los años 40 en Polonia: ya no es una Torre de Babel. El idioma que se impone por encima de los otros es el inglés, mientras que en aquella época todavía los italianos, los alemanes, los franceses... seguían usando esos lenguajes allende las fronteras de sus países. ¿Qué efectos tendría esto? Por supuesto, una mejora clara en la capacidad comunicativa. Muchas de las tareas y de los sentimientos generales se facilitarían enormemente al encontrar que la mayoría sería capaz de entender lo que se comunicara. En los años 40 el inglés estaba comenzando a ser parte de una potencia imperialista (EEUU) pero el francés y el alemán tenían una importancia en Europa incluso mayor que la del inglés hablado en el Reino Unido.
Lo que quiere conseguir Erasmus es mayor movilidad entre los europeos, facilitando y promoviendo las relaciones internacionales, pero deja una serie de ventajas no económicas a su paso que comienzan a ser bien visibles.
La primera es que ya no hay fronteras que impidan física o económicamente la movilidad. Los viajes al centro de Europa son de lo más común. No hace falta tener mucho dinero para hacer un viaje de tres días a Londres o a París. Desde Zaragoza, comprado con tiempo, puede salir el viaje entero en avión (y las noches de hotel y gastos extra) por 200€ o menos.
Sin embargo, no veo que haya una identidad europea establecida. Los alemanes siguen teniendo mayor complicidad con sus compatriotas, los españoles lo mismo... Erasmus ha conseguido que esta movilidad nos acostumbre a tratar con los demás europeos pero en ningún momento ha fomentado una entidad europea propiamente dicha. Yo considero que la idea de Europa en lo teórico es hasta aconsejable y beneficiosa para el mundo entero, pero también conozco sus limitaciones y sus problemas en la práctica, problemas que ya llevamos viendo florecer desde hace unos cuantos años (decisiones tomadas por instituciones internacionales del tipo FMI, etc).
Me da la sensación de que en este post estoy mezclando cosas que no tienen mucho que ver pero es porque mi pensamiento ante este tema aún no está bien elaborado.
Sí que me parece bueno, en términos generales, que haya una identidad de "ciudadanía del mundo", incluso cuando el significado de ciudadanía me hace ponerme a la defensiva.
El ideal de hombre cosmopolita de la antigua Grecia se intenta recuperar hoy en día porque no hay otra manera de explicar según qué eventos sociales y políticos en el mundo. Que estemos a varios clics de establecer conversación con un chino o que ahora mismo me sea más fácil hablar en italiano que en español (porque vivo con tres italianos y con solo un español) son consecuencias positivas de la mejora de la técnica.
Pero que la técnica mejore y permita este tipo de comunicación internacional no implica que, en el face to face, las relaciones sean de este mismo tipo. Tenemos que conseguir, y me alegro de estar en el tiempo y lugar adecuados, que las relaciones interpersonales estén exentas de prejuicios.
...
Sobre "Si esto es un hombre" quiero decir algo más.
Ya comenté hace días que la actitud estilística de Primo Levi ante lo que le ocurrió pretendía ser lo más objetiva posible pero, al mismo tiempo, buscaba no dejar de lado el sentimiento propio. ¿Cómo consiguió esto? Narrando no como víctima, sino como testigo.
En el apéndice que Primo Levi hizo para este libro décadas más tarde (año 1976, si no me equivoco) responde a varias preguntas que comúnmente le han hecho los que han asistido a sus charlas y conferencias. Una de ellas trata sobre si Primo Levi sigue odiando, o si ha perdonado a los ejecutores de la maquinaria fascista.
En la misma línea argumental que Arendt, Levi responde:
"Por naturaleza el odio no me viene fácilmente. Lo considero un sentimiento animal y torpe, y prefiero en cambio que mis acciones y mis pensamientos, dentro de lo posible, nazcan de la razón; por ello nunca cultivé en mí mismo el odio como deseo primitivo de revancha, de sufrimiento infligido a mi enemigo real o presunto, de venganza privada. Debo agregar que, por lo que creo percibir, el odio es personal, se dirige a una persona, un hombre, un rostro: pero nuestros perseguidores de entonces no tenían rostro ni nombre, lo demuestran las páginas de este libro: estaban alejados, eran invisibles, inaccesibles."
Ha sido el reto mayor al que me he enfrentado. Creo que peor que cualquier examen de Selectividad o de Universidad. Tanto por tiempo como por esfuerzo, lo que yo he tenido que dedicar a la administración de este servidor no está escrito. Bueno, sí que está escrito: miles de horas durante esos 3 años y medio jugando, diez mil mensajes en el foro, otros tantos mensajes privados. Mil tickets (con problemas) contestados a los usuarios, otros tantos mil reportes atendidos. Miles de fotos sacadas para iniciar investigaciones, innumerables bugs reportados a mi scripter. Teníamos que estar siempre ojo avizor a esos bugs porque podrían resultar en un suministro sin fin de dinero para algunos jugadores maliciosos. También innumerables reuniones por TeamSpeak en las que yo me convertí en el guía de la conversación (puntos del día, etc). La mayoría era trabajo escrito.
Desde que me levantaba hasta que me acostaba el 90% de correos que recibía eran de ese juego. Claro que estoy hablando de mi última época. Pero quiero seguir con la enumeración. También tenía que enfrentarme a los usuarios más antiguos, muchos de ellos con quejas legítimas y otros tantos simplemente molestando. Había personas que me querían ayudar y que con toda su buena voluntad me echaban una mano pero en realidad no hacían otra cosa que ponerme palos en la rueda: cuantos menos mensajes recibiese al cabo del día, mejor me iba.
Como digo, esto no fue así en un comienzo.
Durante el primer año en el que fui aprendiz y hasta que me ascendieron a moderador (había varios puestos, por orden: aprendiz, moderador, supermoderador, administrador general) no tenía que esforzarme mucho. Solía entrar más, eso sí, en el juego, para echar un ojo a las personas que se saltaban las reglas. El método para ver a los tramposos era muy sencillo. A través de un comando /espiar [id del jugador] en tu pantalla aparecía la imagen del jugador y podías ver, como si fueses él, todos sus movimientos y acciones en general, además de sus conversaciones. Cada nivel de administrador tenía unos "poderes" distintos. Los más altos permitían resetear todos los vehículos del servidor (respawn) o hablar por el canal general. Otros podían congelar a unos usuarios mientras que otros miembros de la administración podían poner en venta ellos mismos cualquier coche con el que hubiese habido un problema. Todo esto era así para evitar abusos por parte de los miembros más novatos de la administración. Aunque podías fiarte de todos ellos, siempre había alguna contrariedad.
De hecho, antes de entrar yo en la administración, tuvimos ese mismo problema. Un buen día un administrador decidió poner todas las contraseñas en público, entonces una persona cualquiera se metió con la cuenta de ese administrador y se dedicó a banear a todos los jugadores que había en el servidor. Después de esto sufrimos múltiples ataques DDos y estuvimos una temporada cayéndonos y volviéndonos a levantar.
Mi primer año como aprendiz fue, sin duda, el más sencillo.
Luego, como moderador, la historia cambió. Ya no sólo me requerían para cuidar de reportes sencillos sino que, vista mi capacidad de administración de grupos, decidieron que entrase a intervenir algunas facciones. Esto de la intervención era, por desgracia, muy común en algunas empresas/facciones del servidor claramente problemáticas o con poca actividad. Siempre que entraba en una de esas facciones me rodeaba de gente amiga y lo más seria posible que me hacía las cosas más fáciles. Lejos de ser mis "favoritos", era gente que había hecho cosas interesantes por el servidor. Algunas de estas personas, por demostrar a su vez que podían gestionar bien una facción, entraron a la administración.
Llegué a SuperModerador antes del gran cierre. Las tareas de un Supermoderador tenían ya mucho que ver con la propia información del servidor. Los servidores de juegos tienen un registro de todos sus usuarios. Este registro contiene todas las variables interesantes de un personaje: nivel, dinero, propiedades, edad, trabajo, etc. Cuando había algún problema con uno de los jugadores entonces nos tocaba a nosotros bucear en esas opciones y modificarlas según fuese necesario. También hacíamos investigaciones en los logs escritos del servidor. Había un buscador avanzado. Podías buscar por nombre de usuario pero también por palabra clave, o por ID, o por un evento cualquiera. La información era muy precisa y te facilitaba la IP del jugador. Muchos baneos los realizábamos a través de IP. Más adelante los Scripters encontraron una forma de detectar a los usuarios más concretamente: a través de la propia "matrícula" de su ordenador en particular, no su matrícula en internet. Esto nos servía para banear a usuarios concretos de, por ejemplo, una familia con varios jugadores o de un cyber-café con un montón de gente jugando al mismo juego pero compartiendo la misma IP. Llegamos a crear un programita (un cliente) que cada usuario se instalaba en su ordenador y que no sólo nos permitía controlar perfectamente a los tramposos (con ese programa desactivábamos los mods de trampas más famosos en SAMP: Cleo, etc) sino que además nos permitía personalizar texturas, añadir nuevas y, en fin, crear un entorno mucho más amigable y realista para todos los jugadores.
Eso sí, con toda esta parafernalia no sólo nos comenzamos a diferenciar de los demás servidores sino que comenzó nuestra caída en picado en número de usuarios: había "demasiadas" cosas que instalar para poder jugar. La gente quiere jugar a un juego lo antes y lo más rápidamente posible. Nosotros, no contentos con haber creado un tutorial y un test de multiple choice para que sólo entrasen los jugadores que sabían las normas, también les exigíamos instalarse un cliente extra.
Fue una buena solución para muchos problemas (entre otros, los problemas de los ataques) pero por otra parte lo hizo todo más complicado y pesado.
El control de los administradores sobre cualquier variable del servidor era cada día más grande, hasta el punto de que muchos usuarios abandonaban el servidor por culpa de esta "escasa libertad". En el caso de la presidencia, como ya dije, sólo se permitía a los administradores o supermoderadores ser presidentes. El problema es que para cualquier administrador, ser presidente le suponía una tarea extra en exceso exigente.
Entonces PUM, el servidor petó. Se perdieron datos y fue imposible recuperar nada de lo hecho en unos tres o cuatro meses atrás. El foro aguantó así que el 90% de mi trabajo seguía ahí. Estuvimos más de medio año cerrados, aunque el foro funcionaba de vez en cuando. La gente tenía amor por el servidor y quería volver a jugar lo antes posible pero era difícil retomar todas las cosas. Además, sólo teníamos a un scripter, porque los dos que había a parte de él dejaron la administración meses atrás. Puntualmente, uno de ellos ayudaba con tema de script pero el sistema que el Scripter jefe había montado para sostener el servidor era tan artesano y raro que solo él era la única persona capaz de solucionar el problema. Y, por supuesto, tenía vida personal. Los usuarios le presionaban constantemente. Lo que hicimos los administradores en esa larga temporada de cierre fue servir de escudo para que el Scripter pudiese trabajar a gusto. Seguíamos discutiendo muchas de las cuestiones del servidor pero con obvia mala gana. Pocos éramos los que seguíamos al pie del cañón diariamente después de todos esos meses.
Entonces llegó el anuncio de la fecha de la gran reapertura. El anuncio lo dimos con un mes de antelación a la misma y, además, abrimos el foro. La actividad en el foro de esos días fue impresionante. Había muchos temas que retomar desde cero y las ideas, tras tanto tiempo en reposo, habían florecido como nunca antes. La gente quería rolear, jugar... y los administradores queríamos que todo funcionase correctamente.
Entonces el Scripter jefe me llamó a una reunión personal. Yo ya me venía oliendo lo que iba a suceder. Él estaba hasta arriba de trabajo y apenas había un solo administrador general que se pudiese hacer cargo de todo lo que suponía el servidor, un servidor que iba a relanzarse con unos 500 usuarios esperando a las puertas para conectarse, conseguir los mejores coches, casas y trabajos. Así que decidieron ascenderme a Administrador General del servidor.
Desde entonces llevaba ese título con un orgullo difícil de describir. Era famoso en la comunidad entera y siempre tenía algo que hacer, personas a las que ayudar o ideas que aportar y poner en funcionamiento. Desde ese día hasta el día en que me marché propuse unas 100 ideas diferentes y puse personalmente en marcha unas 30 de ellas. Se me ocurrieron ideas como carreras de coches semanales, se me ocurrió reabrir el casino del juego, se me ocurrió poner impuestos realistas, aumentar el precio de los coches, crear un sistema complejo de economía (con ayuda de más gente, por supuesto), un sistema judicial funcional... También puse en marcha normas que se venían necesitando desde hacía mucho tiempo. Por aquel entonces la policía del juego tenía un poder enorme y prácticamente eran indestructibles. Gracias a estas normas conseguí que el juego estuviese más equilibrado entre las diferentes facciones (malos y buenos y... civiles).
Entonces cada día me levantaba y miraba Tapatalk. Si había algo urgente entraba en el ordenador y lo solucionaba. Cada día respondía tickets, reportes y cada semana tenía una reunión con la facción en la que ese momento estuviese interviniendo. Cada mes tenía una reunión con el resto de los administradores y siempre era el que más hablaba y el que motivaba a los demás a dar sus opiniones.
Era una locura y yo había comenzado segundo de carrera. Por supuesto que tener tanta responsabilidad en este juego me afectó a mis estudios. El tiempo que hacía años había dedicado a leer libros se lo dedicaba entonces a administrar una comunidad de 3000 personas. Obviamente nunca estaban todas ellas conectadas, pero activas eran 3000. Esto es, registradas quizá eran unas 50.000 pero problemáticos eran sólo esos varios miles. Por supuesto que tuve ayuda de los demás administradores, pero siempre que proponíamos algo nos chocábamos con la imposibilidad de ponerlo en marcha: sólo había un Scripter. En una empresa puede haber muchos administrativos pero si no hay quien construya los productos entonces queda poco que administrar (salvo lo que ya está creado).
Se acumulaban no solo nuestras ideas sino también las ideas de los usuarios. Cada día se quejaban más y cada día yo me echaba encima más responsabilidad. ¿Había problemas entre los policías y la mafia? No pasa nada, ahí estaba yo para intentar solucionarlos. ¿Había problemas con los traficantes y algún rol mal hecho? Ningún problema, yo procuraba delegar a alguien para que lo solucionase lo mejor posible.
Prácticamente no había nadie con más poder en el servidor que yo mismo, así que podía cortar, hacer y deshacer a mi voluntad, casi sin que ningún administrador rechistase. Muchas de mis decisiones no tenían a nadie en contra, porque nadie tenía tanto poder como yo. No tenía el necesario contrapunto de un sistema democrático, o de un triunvirato. Era una monarquía en la que yo decidía sobre asuntos que iban a afectar a la experiencia de juego de miles de personas.
Entonces comenzaron las quejas. Dicho así parece que yo era un ogro, pero no es la sensación que me ha quedado. Siempre estaba ahí para solucionar los problemas y actuaba lo mejor posible. En momentos de crisis, como dijo Maquiavelo, lo mejor es tener un Príncipe que pueda decidir con rapidez sobre los asuntos de urgencia. En tiempos de normalidad, lo mejor era un método democrático donde pausadamente todos pudiesen ofrecer su parecer y así llegar a una conclusión consensuada.
Eran tiempos de crisis pero todos los usuarios pedían transparencia, pedían participación y también exigían que hiciésemos tal o cual, o que pidiésemos disculpas por uno u otro error cometido tiempo atrás. En resumen: cuando peor iba el servidor, más exigencia teníamos por parte de un grupo de usuarios (cada vez más mayoritario). Y yo era el más golpeado porque era la cara más visible del servidor.
Aprobamos alguna mejora nueva y el scripter se puso en marcha con renovadas energías, pero ya la gente estaba muy cansada. El sistema económico no funcionaba y la inflación en la economía del servidor estaba llegando a límites hasta cómicos. Tiempo atrás el coche más caro, como dije en el post anterior, costaba un millón de dólares en venta. En esta época se vendía por 10 millones o 20 millones de dólares. ¿De dónde salía el dinero? Nadie lo sabía.
Entonces, no contento con (únicamente) mi labor como administrador, decidí crear un partido dentro del juego para así presentarme a las elecciones y ser presidente. La historia que está detrás de todo eso es demasiado larga como para contarla aquí. Lo único que puedo decir es que mi intención fue siempre la de estabilizar la economía del servidor y hacer del juego algo más estable e incluso realista. Pero me escuchaba a mí mismo y me recordaba al discurso de Rajoy: si os jodo es por vuestro bien, en el futuro todo mejorará y seréis felices y tendréis mucho dinero.
Esto chocaba directamente con mis ideales libertarios. Tener que dar órdenes a tanta gente y tener que tomar tantas decisiones no sólo era agobiante y pesado sino que me hacía sentirme mal. No me suponía ninguna ventaja el tener tanto poder, no me sentía mejor. Entonces comencé a pensar en bajar el listón, en retirarme o dejar que los demás decidieran por mí. Pero no podía porque en ese momento era preciso que mi cara estuviese bien visible y poder administrar esa comunidad que volvía a crecer.
Las exigencias eran las mismas, curiosamente, que las que se hicieron en el 15-m. Querían más transparencia, querían saber qué había detrás de nuestras decisiones y no sólo eso: querían decidir ellos la mayor parte de las cosas. Entonces nuestro discurso era siempre bastante semejante: hay temas que no podéis decidir vosotros porque no sois los administradores de este juego, tenéis que dedicaros a jugar y no a hacer justicia o a atender los problemas graves, esa es nuestra labor. Por supuesto que estamos atentos a cualquier idea que nos comentéis porque nuestro deseo no es otro que el de mejorar este juego pero tened en cuenta que no podemos daros toda la información que pedís, no sólo sería malo para todos sino que supondría un delito en algunos casos (la IP es algo privado, publicar algunos logs era una locura porque nos podíamos ver en problemas graves legalmente hablando).
Estábamos ya en mayo de 2013 y cada día era una queja nueva. Mi Tapatalk cada mañana me informaba de un nuevo tema creado quejándose del estado del servidor. Mi nombre siempre aparecía por en medio.
Entonces el Scripter jefe junto al propietario del servidor decidieron que yo fuese la cabeza de turco y me invitaron a marcharme del servidor.
...
Se suponía que eso iba a mejorar las relaciones entre los usuarios y los administradores pero ocurrió justo todo lo contrario. Volvieron administradores antiquísimos (aprovechando las circunstancias y la incertidumbre) y sólo hicieron retórica, no solucionaron ningún problema.
El problema más grande del servidor era la falta de scripters que pudiesen poner en marcha las ideas que años atrás habían sugerido los usuarios. Como el único scripter que había era incapaz de delegar responsabilidades y trabajo entonces el servidor no recibió una actualización salvo en dos ocasiones.
Un mes y medio tras mi marcha el servidor cerró, víctima de otro problema de inestabilidad del host y del sistema de juego. Este sistema había sido tantas veces parcheado y era hasta tal punto un sistema de juego artesano que no podía soportar demasiados usuarios a la vez. Se reportaron unos 300 bugs nuevos con las dos primeras actualizaciones.
El servidor se cerró en el verano del 2013 y no sentí ninguna pena.
Ese mismo verano se informó desde Rockstar de la fecha en la que iban a sacar el nuevo GTA V. Esa fecha coincidió con la promesa de apertura del servidor pero después de tantísimos problemas y, además, con la cantidad de usuarios que se dedicarían al GTA V (Y al GTA Online) era difícil imaginar que se pudiese recuperar.
Ya no les presté más atención. Mi vida personal y académica tenía suficientes alicientes y actividades como para dedicarme a ver el progreso del juego, pero me enteré a través de algún amigo (me han quedado varios buenos amigos tras estos 4 años) de que el servidor había vuelto a cerrar por inestabilidad.
Volvió a abrir en mayo del 2014, es decir, estuvo casi un año entero cerrado. Eso es una barbaridad y jamás perdonaré al Scripter que haya echado por tierra el trabajo de tantos administradores y la ilusión de tantos usuarios. Tampoco le perdonaré que me usara a mí como cabeza de turco para intentar calmar los ánimos de los usuarios cabreados por la situación general del servidor.
El futuro de este servidor es claro. Está agonizando lentamente desde hace años y aún se le sigue atendiendo. Hay algunos usuarios que siguen fieles pero la mayoría incluso ha desinstalado el GTA San Andreas de su ordenador.
El GTA San Andreas sigue teniendo vida por los ports a móviles y por algunas comunidades de SAMP que han aguantado los años con inteligencia y salud envidiables. Brindo por ello. Es un juego que ya ha cumplido los 10 años.
...
Mi actividad como jugador y administrador en un servidor de rol duró esos tres años y medio y estoy, en general, contento. Me ha aportado mucho más de lo que me ha quitado. Me ha amueblado la cabeza y me ha hecho alguien menos tímido y con más apertura de miras. Además, me ha servido para conocerme mejor a mí mismo y saber que soy malo (o no estoy bien educado) a la hora de controlar grandes grupos. Me ha enseñado a delegar responsabilidades y también a tratar los problemas directamente, sin dejárselos a nadie más. Tener el control y dar el control son actividades que suceden en cualquier empresa. Es por esto por lo que digo que tuve mi curso de Administración y Dirección de empresas avanzado en estos años jugando y administrando el servidor.
En mi recuerdo quedan todos los buenos momentos y toda esa gente que valoró mi esfuerzo y a quienes agradezco su amistad y su ayuda en los momentos más difíciles.
Los juegos pueden dar mucho de sí y cuando son tan sociales pueden llenar tu vida de una manera muy especial.
Al igual que el portugués aprendió español en año y medio, yo tuve en este juego una escuela impagable y una experiencia educativa formidable.
El tiempo es la mejor óptica para ver las cosas con perspectiva. Además, el cerebro tiende a quedarse con los mejores recuerdos pasados, incluso si hubo momentos para olvidar. Esto es lo que recojo después de todo este tiempo.
La verdad es que lo del gobierno se estaba volviendo una tarea tediosa y poco gratificante así que decidí salir de ahí y probar suerte en otra empresa u organización del juego.
Por aquel entonces estaban abiertas las "postulaciones" (como nosotros las llamábamos) para ser médico. En el juego los médicos tenían tres actividades principales: hacer campañas de sangre (los jugadores se subían a la ambulancia y tras un rol más o menos rápido te daban su sangre vía comando), asistir a las llamadas (ibas al lugar donde habían llamado a la ambulancia y, con esa sangre que antes te habían dado, curabas a los enfermos, normalmente personas que no habían comido nada y que se caían al suelo porque así lo decidía el script) y algunas operaciones de rol algo más complicadas, asistencia a accidentes, a los policías durante sus redadas, etc...
En el juego, si no tenías coche, te las podías ver y desear para conseguir llegar a un lugar lejano. Los taxistas no siempre estaban conectados y a veces era difícil (si no conocías a nadie) llegar a los sitios. Así, te veías a mucha gente corriendo entre las dos ciudades que estaban abiertas en ese momento (Los Santos y San Fierro) para así no perderse algún evento interesante. Ahora que lo escribo me doy cuenta de lo ridículo que suena, pero sí, había gente que echaba a correr con su personaje por la autopista hasta que llegaba a la otra ciudad del juego, esto les podía costar unos 20 minutos tranquilamente, mientras que en coche se tardaba unos 3 o 5 minutos.
Cuando entrabas como médico no podías aún conducir ninguna ambulancia. Las ambulancias y el resto de organizaciones del juego que disponían de coches eran bastante restrictivas para los nuevos. Si demostrabas suficiente madurez como para poder usarlas, entonces te ascendían y ya podías hacer tus propios viajes. Había llamadas desde muy lejos. Todos los coches, como dije el otro día, tenían su depósito de combustible y era preciso llenarlo para no quedarse en medio de una llamada o de cualquier otra actividad. Esas gasolineras donde llenabas el depósito tenían un funcionamiento real y recibían combustible por parte de otra empresa del juego (los transportistas). Si estos decidían no trabajar entonces todo el juego se paralizaba por la imposibilidad de usar vehículos. Los únicos que podían moverse eran, entonces, los policías, porque recibían surtido de otra facción del juego.
Todo estaba interconectado y eso era lo que me más me gustaba del juego. Todos los jugadores tenían un papel y aunque algunos se dedicaban a trolear, la mayoría era gente seria.
Tras un mes como médico (y conductor de ambulancias) nos aburríamos de hacer los mismos roles una y otra vez. Me ascendieron a subdirector del hospital y junto a tres personas más decidimos innovar un poco en los roles que ahí se hacían: queríamos montar una Universidad en el juego desde cero. Esta locura era, con diferencia, el rol más complejo que se podía hacer en un juego de estas características. Habida cuenta de que la mayoría de los jugadores ni siquiera eran mayores de edad, la perspectiva de una Universidad dentro del juego podía sonar un poco absurda, pero tenía su sentido.
Queríamos hacer algo en la línea de las licencias de conducir. En el juego, si no tenías una licencia de conducir otorgada por un profesor de autoescuela, no podías usar ningún coche. Así que la mayoría de los nuevos usuarios lo primero que hacían era conseguir dinero para poder tener su licencia, y así poder conseguir un coche e ir más rápido de un lugar a otro. Cuando llegaban a la autoescuela, se montaban en un coche y hacían lo que el profesor les pedía. Si habían hecho todo correctamente entonces, previo pago, recibían la licencia. Era una de las cosas más divertidas y realistas que podías hacer al principio. El principio del sueño americano: un coche, luego una casa con piscina... y después una mujer con hijos. Es un sueño que detesto desde siempre pero realmente tenía su interés conseguir todas esas cosas poco a poco. Como en los Sims pero con gente real, el juego era un reto social e incluso intelectual para muchos. La política en el juego era tan realista que muchos jugadores llegaban a llevarse mal entre ellos fuera del juego (como personas de carne y hueso) por culpa de lo que ahí sucedía.
Había un jugador portugués que entró sin saber nada de castellano. No podía rolear con nadie salvo usando frases muy cortas y sencillas. Tras jugar con nosotros durante año y medio (escribir, leer y hablar en español) fue a un examen en la escuela oficial de idiomas de su país y recibió la titulación equivalente a un C1 en castellano. Increíble cómo un juego podía también afectarte de una manera tan positiva en tu vida.
La Universidad fue una Universidad reducida a la mínima expresión, pero Universidad al fin y al cabo. Durante todo el tiempo que duró el proyecto (unos cuantos meses, ciertamente) dedicaba todos mis conocimientos de bachillerato a la Universidad que estábamos creando. Nuestra idea tuvo sus adeptos y logramos hacer que todo el mundo que quisiese ser médico en el juego, pasara antes durante unas semanas por esa Universidad inventada para prepararse. Llegamos a hacer material original. Exámenes y calificaciones de los que informábamos por un sistema de mailing del propio foro. Estábamos muy metidos en el papel.
Los directores y subdirectores del hospital eran todos titulados en la vida real, excepto yo. El director se llamaba Hector Peruggia y en la vida real era ingeniero aeroespacial. El otro subdirector era licenciado en administración y dirección de empresas. Ambos eran de Argentina. Yo saqué un libro de la biblioteca sobre cómo gestionar grupos grandes puesto que por aquel entonces tenía a mi cargo a unas 30 personas. Si bien el trabajo no era muy duro, mi interés por convertir ese juego en un lugar donde siempre hubiese algo interesante por hacer, me motivaba a informarme más y más. Cuando sale el tema de mis tres años en este juego de rol suelo decir lo mismo: ahí hice un curso intensivo de Administración y Dirección de empresas. Todos los ingredientes que completan esta titulación estaban en el juego: estrategia, control de información, recursos humanos, contratación, mercadotecnia, cuestión económica e incluso cuestión política.
También había leyes en el juego. Esas leyes eran una versión reducida de las leyes que regían en ese momento en Argentina. No en vano, el presidente (que era el que hacía las leyes) era de Argentina. Y era un señor de unos 45 años con mujer e hijo, que trabajaba con un taxi en Buenos Aires. Llegó a estar tan involucrado en el juego que puso a su taxi real un vinilo con el logo del servidor.
Esas leyes nos impedían hacer roles imposibles. Estaba todo tan bien montado que me pregunto cómo pudo crearse todo ese enjambre de jugadores y ecosistema legislativo-político desde casi la nada. Era un mundo en miniatura que poblaban personas durante su tiempo libre y, como se hablaba español, podían jugar personas de ambas partes del charco sin ningún problema. Los únicos momentos en los que poca gente jugaba eran entre las 7 de la mañana y las 12 del mediodía, tanto latinoamericanos como españoles estábamos o bien durmiendo o bien trabajando o en clases.
El director del hospital nunca abandonó su puesto durante los meses que estuve dedicado al mismo, así que nunca tuve la oportunidad de ser el director y de tomar las riendas por mí mismo de todo ese monumento bien intencionado y lleno de gente con ganas de jugar y divertirse de manera inteligente y, además, útil para sus vidas personales.
Así que decidí convertirme en profesor de autoescuela, lugar donde pasé algunos meses entre marzo y mayo del 2010. Tras un reseteo del servidor se crearon nuevas casas y se pusieron a la venta numerosos coches. Yo tuve la tremenda suerte de encontrarme un coche carísimo por la calle y entré para comprarlo. Fue entonces cuando la mafia del juego puso sus ojos encima mío. Yo lo sabía como jugador pero no como personaje (hay que procurar no mezclar ambas cosas, se llama Metagamming a esa falta). También conseguí una mansión gigantesca. Mi nivel en el juego ya era alto, quizá le había dedicado unas 500 horas en 8 meses (dos al día de media), así que tenía dinero para todo eso.
Un día estaba dando una licencia a un jugador nuevo. Terminó mi hora de juego y decidí coger mi coche para volver a la casa donde vivía. En el camino a esa casa fui interceptado por los mafiosos, yo lo sabía como jugador pero no como personaje, así que actué del modo más serio y realista posible. El valor de ese coche en venta era de un millón de dólares y yo prefería tenerlo en mi poder a venderlo. Los nervios comenzaron a hacer mella en mí, como persona. Me sentía nervioso porque no sólo iba a perder ese coche sino también el dinero que me podía reportar. Así que les seguí e hicieron el rol del robo del vehículo. Yo tenía que terminar el rol dando las llaves. En aquel momento sentí tanta presión que cometí la primera falta grave como jugador en el juego, a saber, acelerar un coche cuando te están apuntando con armas automáticas. No sólo me metieron un warning (con tres warnings te baneaban del juego) sino que también me metieron en la cárcel (de jugadores, no en la cárcel de la polícía del juego), además de perder mi coche. Fue, sin duda, uno de los golpes más duros que recibí tras tantos meses jugando. En cuanto tuve un poquito ya había alguien que me lo quería quitar. Conozco a gente que temía realmente a esas mafias (la mafia que me robó el coche era japonesa, la Yakuza) y que también estaban temerosos de ella, incluso en la vida real. El rol estaba tan bien hecho y llegabas a empatizar tanto con la vida de tu personaje que el sentimiento hacia él y hacia la pérdida de sus posesiones te dolía a ti como persona.
Entonces decidí dejar de jugar porque no era sano sentir eso. Luego me di cuenta de que no era ni sano ni insano, simplemente era lo que uno siente cuando se mete demasiado en una historia. Y esto ocurre tanto en un juego como en un buen libro de literatura. Son dos formatos diferentes.
...
¿Hay gente que ha matado a otros en la vida real emulando a sus personajes del GTA? Parece ser que sí, pero ese impulso no tiene que ver con el juego sino más bien con su personalidad previa a su vida como jugador. Hay gente que lleva su pasión al límite y se viste con cosplays, canta las canciones de sus juegos favoritos y, en fin, vive su vida casi de manera inseparable de esos juegos. Yo no les juzgo. Sé que si hubiese tenido otro tipo de personalidad podría haber caído dentro del rol, de ese juego infinito, y haberme vuelto un obseso del mismo. Por suerte supe parar a tiempo.
Paré durante unas cuantas semanas para que se me pasase el cabreo. Volví progresivamente a jugar como profesor de autoescuela y así estuve hasta terminar primero de bachillerato. El día en que terminé el curso los mismos Yakuza que me habían quitado el coche me hablaron amistosamente. Su rol tenía como objetivo introducirme dentro de su mafia. Lo conseguí tanto por mi seriedad como por mis contactos en el juego. Había muchos jugadores que roleaban con esas mafias (Yakuza y La Cosa Nostra) durante meses y no conseguían nada. Lo que me llevó a trabajar como asistente de esos mafiosos fue simple y llanamente un comportamiento serio y realista.
Mi labor como subdirector médico había tenido sus efectos más allá del hospital.
...
Comencé desde una buena posición. Me dieron la titularidad de un negocio llamado Kenta Restaurante. Era un lugar conocido en el San Andreas puesto que se trataba del restaurante donde Carl Johnson entró en su viaje a Liberty City. Este restaurante era no solo el lugar de reunión de la mafia japonesa sino también un lugar donde hacer auténticos roles de restaurante. Pero esto me lo inventé yo desde cero.
Comencé por contratar a un ayudante, a un chófer y a un secretario. Todo el dinero que ganaba como perteneciente a la mafia se me iba en esos gastos (cada hora de juego recibíamos un pay-hour, un poco de dinero para poder seguir jugando de manera divertida y no como un mendigo). El restaurante, al principio, estaba abierto durante solo unas pocas horas al día (las que yo estaba conectado). El resto del día estaba cerrado para todos los jugadores salvo para los miembros de mi mafia (hacían reuniones ahí).
Así que decidí darle movimiento. Decidí contratar a gente de dos horarios diferentes: españoles y latinoamericanos. Los latinoamericanos trabajarían por las noches y los españoles desde el mediodía hasta la noche. De esta manera me aseguraba siempre de que había actividad dentro del restaurante. Todo el mundo recibía dinero de lo que el negocio ganaba (si entrabas en el negocio, pagabas unos 50 dólares). Lo recibían semanalmente y mi secretario era el encargado de darles ese dinero. Tuve durante dos meses 4 secretarios porque algunos de ellos se hacían tan ricos (les daba mucho dinero para que estuviesen contentos y no me dejasen tirado) que podían entrar en otras empresas vendiendo sus coches o haciendo algún favor al director. Pero yo había creado una empresa (Kenta S.A.) que no estaba scripteada, totalmente desde la nada, eso sí, con un lugar de reunión. Se convirtió en un sitio muy popular al cabo del primer mes. Si querías ir a un lugar con gente tenías una plaza en los Santos y, luego, mi restaurante en San Fierro (San Francisco). No sólo había cocineros sino también camareros y chóferes privados. Llegué a contratar a unas 50 personas en total. El rol más divertido era el de aquel que venía con coche y luego pedía ser llevado a su casa por la cogorza que había pillado en la sobremesa del restaurante. Era todo divertido, siempre había eventos. Por ejemplo, un día vino el presidente del juego a comer y tuvimos a muchos periodistas rondando por ahí. Me hicieron varios reportajes e incluso alguno de ellos está subido a YouTube. Me daba mucha rabia buscar mi nombre en YouTube e Internet y que sólo apareciese mi nombre relacionado con este juego y no relacionado con mi vida real (por esto comencé este blog también).
En la vida real había pedido una plaza en un campo de trabajo en Alemania, para ir en agosto de ese año. Iba a ser mi primera vez fuera del país e iba a durar medio mes. Dejé todo "atado y bien atado" para que mi ausencia en el juego no se notase mucho. Además, en verano, jugaba mucha más gente.
Preparando la maleta para irme a Stuttgart recibí un mensaje en mi Gmail. Era de un administrador del servidor. Me pedía que urgentemente entrase en el TeamSpeak porque había algo importante que decirme. Yo me temí lo peor. Cuando te dicen que te des prisa y que asistas a alguna reunión te temes lo peor, aunque no hayas hecho nada malo. Como escuché en algún speech del Club de la Comedia, es el mismo sentimiento que tienes cuando te para la policía en la carretera: aunque el coche sea tuyo y no hayas hecho nada malo, te comienzas a preocupar por cualquier tontería.
Era ya de noche y yo no me esperaba para nada lo que podía ocurrirme.
Fue aquel el día en que más de nueve meses de juego fueron recompensados. El administrador general del juego me dio la enhorabuena:
Era parte de la plantilla de administradores del servidor.
Me había convertido en un aprendiz y ahora estaban a mi cuidado no sólo los clientes y personal del restaurante, sino todos los jugadores del servidor de rol de habla hispana basado en GTA San Andreas más importante.
Comenzó un momento de mucha responsabilidad en mi vida. Lo quiero relatar más profundamente en el siguiente post.
Di vueltas con una cosechadora durante varias semanas. Lo hacía escuchando mi propia música y algún que otro podcast así que una tarea tan tonta y repetitiva se me hacía bastante interesante y provechosa. Era mi momento diario de desconexión. Por aquel entonces estaba en primero de bachillerato y me sentía muy bien teniendo un lugar para desconectar. Conocí a varios jugadores durante esas primeras semanas, que comenzaron a interactuar conmigo (desde el otro lado del charco) e iniciamos los roles tan entretenidos que años más tarde recordaríamos.
Quisimos hacer una empresa de taxis privados, al estilo Uber, que hiciera competencia a los taxis oficiales del juego de rol (taxis con script de taxi, que funcionaban bien). Nuestra imaginación era tal que, después de ahorrar mucho dinero para poder comprar un coche, íbamos siempre a los eventos donde más gente había para servirles de chóferes. Esto duró unas semanas hasta que mi amigo rolero fue contratado en el Ayuntamiento del juego.
Yo seguí con la cosechadora durante un tiempo más, ahorrando, "escuchando" a los periodistas del juego y disfrutando con los habituales eventos que sucedían en el juego. A veces la policía hacía un control en la carretera, a veces hablaba el presidente, otras había problemas con los delincuentes... todo esto lo disfrutaba yo desde bien lejos, desde mi cosechadora, en un lugar con trigo scripteado que desaparecía conforme yo pasaba por encima suyo.
Las cosechadoras se quedaban fácilmente sin gasolina y había que esperar a que el servidor se reiniciase para que el valor de gasolina estuviese de nuevo 100/100. Entonces llegaba la noche, mi hora de juego, y volvía a la cosechadora.
...
Quiero comentar ahora una cosa: las horas de juego. Yo durante el primer año (desde septiembre a julio) jugaba de media hora diaria a dos horas. Llevaba los estudios perfectamente y por primera vez me había convertido en un buen estudiante. Leía, salía con mis amigos, y estudiaba para sacar buenas notas. Pero también jugaba a este juego. Es habitual que muchos roleros se metan tantísimo en el juego que pierdan la perspectiva de su propia vida. Como todo, puede convertirse en un vicio. Yo estuve muchos momentos en la barrera entre el vicio y el juego normal y por suerte no caí nunca. Había también cosas muy interesantes en mi vida personal como para dejarlas de lado.
He escuchado casos de gente jugando al World of Warcraft que ha dejado a sus parejas, o que ha abandonado una carrera para poder dedicarse a jugar mucho más tiempo. Gente que ha preferido dejar de hacer planes para aprovechar una noche de fin de semana y jugar durante unas cuantas horas a su juego preferido. Todo hay que hacerlo en su justa medida y esta actividad es una de las que más pueden absorberte. No en vano es rol de vida, y se corre el riesgo de que esa vida virtual sobrepase a tu vida 1.0. Conocí de primera mano a gente que sólo dejaba de jugar para dormir, chavales de 12 años que no sabían qué otra cosa hacer.
...
Entonces eché un currículum en el propio foro del juego para trabajar en el ayuntamiento. El ayuntamiento era un lugar donde se daba un trabajo fácil a la gente que prometía algún tipo de seriedad. Por lo general las empresas (o facciones, como así las llamaban) de este juego de rol eran bastante serias. Requerían un currículum de menor o mayor dificultad (a veces pedían pruebas, otras no) para formar parte del grupo o empresa. Y si no lo cumplías no tenían problema en rechazarte: había veinte personas más buscando ese mismo puesto. En ese sentido, jugar a este juego era una buena preparación para la vida real: si tenías buenos contactos, entonces te asegurabas un puesto; si tenías mucha experiencia, a veces sí y a veces no. En general todo el mundo que hacía buen dinero era porque trabajaba bien o porque estaba bien relacionado, sobre todo en el ambiente ilegal del rol, donde más dinero se movía.
Al cabo de unos días me aceptaron y comencé a atender a jugadores nuevos en el ayuntamiento (yo ya no era nuevo, llevaba unas tres o cuatro semanas jugando). También hacía reuniones con los superiores dentro del juego y me enteraba de más entresijos de la política IG (in game). Era todo tan entretenido que no necesitaba otro juego mientras tuviese SAMP instalado en mi ordenador.
Al cabo de una semana ascendí un puesto y tras un mes y medio logré llegar al puesto más alto posible por debajo de la secretaria particular del presidente, una tal María.
María era en la vida real licenciada en administración y dirección de empresas. A veces hablábamos por el micrófono y me comentaba cómo aplicaba en el juego muchas de las cosas que aprendió en su carrera. Me decía que para ella la mejor forma de entender algunos de los conceptos relativos a la administración de grupos de personas era ponerlo en práctica real en el juego. Y yo le doy la razón.
Mi actividad era la de auxiliar de esta secretaria. El trabajo comenzó a tener más que ver con el foro y el apartado escrito de la "facción" gubernamental que con mi actividad en el propio juego del GTA San Andreas. Por tanto dedicaba una hora al día a jugar (con todas las letras) y alguna más en el foro escribiendo, o debatiendo con otros usuarios (a nivel "fuera de juego", es decir, como jugadores) sobre cómo mejorar el servidor.
Por aquellos tiempos el servidor se hizo tan famoso que despertó las envidias del resto de los servidores de rol basados en el motor gráfico de GTA San Andreas (SAMP). Recibíamos ataques diariamente, sobre todo al acabar el día. Había momentos en los que directamente no podíamos entrar en el servidor porque estaba caído. Los ataques DDOS podían con nuestra paciencia y muchos abandonaron sus partidas por este problema. Sin embargo, los scripters del juego (eran dos o tres) comenzaron a poner cartas en el asunto, a hablar con los del hosting. El propietario del servidor, un chico de unos 30 años de Oviedo, Asturias, decidió contratar un hosting dedicado de mayor potencia y con cortafuegos y más mecanismos de seguridad.
Estos ataques fueron los causantes de que otros servidores creciesen un poco más que el nuestro, por culpa precisamente de que éramos incapaces de mantenerlo a flote durante un tiempo largo. Había roles dentro del juego que requerían unas cuantas horas, por ejemplo los roles de mafiosos, o los roles de la propia policía (entrenamientos, persecuciones, investigaciones...), y si el servidor se caía por culpa de estos ataques no había posibilidad de seguir jugando.
En mi caso los ataques no eran tan graves. El foro seguía funcionando y yo ya comenzaba a ayudar a la secretaria a contratar gente. Eran actividades que podía hacer aunque el servidor estuviese caído. Comenzaba a lidiar ya directamente con mucha gente que se enfadaba por haberla rechazado. Y tenía que decir sí o no según me pareciesen los currículums. Había currículums bastante mal hechos, y es que jugaba gente de todas las edades. Pero aprendí a no dejarme llevar por la edad del jugador, pues había chicos de 14 años que escribían muy bien y tenían una madurez mucho mayor que la de mayores de edad o gente bien entrada en la veintena. Era cuestión de probarles en la práctica. Si en la realidad pudiese ser siempre así... qué poco paro habría en este país.
Era ya noviembre del 2009 y me ascendieron a secretario del Presidente.
En el foro era algo conocido (es lo que pasa cuando la comunidad no es excesivamente grande y participas diariamente) así que decidí enviar un currículum para entrar en la administración del servidor. El presidente del juego era también el administrador con más poder dentro del servidor.
La administración es la que lleva todos los tickets, los problemas entre usuarios (a nivel jugador, no a nivel personaje, de eso se encargaba la policía), de moderar los comentarios en el foro, de hablar personalmente con los jugadores para atender sus peticiones. La administración era una parte fundamental del servidor y sin ella no podría sobrevivir más de dos días. Yo quería formar parte de ese servidor que tantas horas de diversión me había dado durante esos meses, quería darles a cambio algo a cambio de tantas horas de diversión. Sabía que era muy difícil entrar y que realmente no había posibilidades si no estabas bien relacionado a nivel personal con alguno de los demás administradores. Así que una vez enviada la petición me olvidé y seguí jugando durante mucho tiempo más.
Nunca había escrito sobre esto. Hoy quiero hacerlo aunque no muy largamente. Mañana seguiré con el resto de la historia porque creo que tiene algún tipo de interés.
Los juegos de rol me han costado muchas horas de vida, no ya por el hecho de rolear (que también) sino por el hecho de administrarlos.
Desde siempre, cuando alguien me decía que jugaba a un juego de rol, yo pensaba que era un friki de narices que no tenía suficiente con su vida personal como para contentarse y necesitaba de jueguecitos para suplir sus carencias. Pues bien, esa es una tontería de las gordas. Los juegos de rol, como la mayor parte de los juegos, pueden convencer a personas que jamás te hubieses esperado. Lo mismo ocurre con los drogadictos: si su ambiente no hubiese sido propicio para iniciarse en la droga, jamás lo habrían hecho.
Un buen día, navegando por Internet, busqué un juego similar a los Sims pero que transcurriese online. Lo que quería era simplemente un divertimento más. Antes de realizar esa búsqueda no podía siquiera imaginarme cuánto tiempo pasaría con los juegos de rol durante los años sucesivos.
Llegué al GTA San Andreas, a un mod en concreto llamado San Andreas Multiplayer (SAMP). Este mod, por el año 2009 (en el que yo lo conocí) estaba bastante verde, aunque ya se podían hacer cosas interesantes con él. Para quien no sepa lo que es un mod: se trata de una modificación de un juego conocido (y que permita esa posibilidad de expansión) creada por una comunidad amante del juego y que quiere seguir dedicándole más horas, aunque sea fuera de su línea argumental.
El caso del GTA San Andreas, como del resto de GTAs, es especial. El SA planteaba un mundo abierto en el que apenas había limitaciones. Podías bucear, nadar, llevar una bici, un taxi, una ambulancia, un avión y un helicóptero, además de otros vehículos. También podías correr, saltar, escalar... tumbarte, etc. Había un montón de posibilidades tanto visuales como funcionales.
La mayoría de los mods de GTA San Andreas se creaban para jugar al ladrón vs policía, o eran Deathmatches. Pero había un tipo de juegos que eran los que yo buscaba: los juegos de rol.
Por aquel entonces existían dos o tres servidores de rol en castellano que funcionaban bien y uno en inglés que llamaba mucho la atención por sus funcionalidades y cantidad de usuarios. También la comunidad rusa de SAMP era increíble pero la obvia limitación del idioma me impidió registrarme en sus páginas.
No me metí en el servidor inglés (LSRP) y probé en dos de los servidores españoles más importantes de aquel momento: LSRPes y Gamerol.
Después de probar Gamerol durante una semana no lo volví a soltar en 3 años.
En los próximos posts me gustaría contaros mi experiencia.
Los tonos en la literatura, esos grandes olvidados en la actualidad. El tono se consigue leyendo mucho más que escribiendo mucho. Los tonos no tienen mucho que ver el estilo. Se puede tener un estilo excelente a la hora de escribir pero el tono creado en la lectura tiene que ser acorde a la situación (es el análogo al tono conversacional).
Es muy común entre los jóvenes de mi generación no saber adecuar su tono al ambiente de discusión general que se está tratando. Este es el caso del Holocausto. El Holocausto no es sólo una desgracia, tiene muchas más características que lo convierten en una materia difícil de describir. Se ha hablado tanto de él y de tantas maneras (y desde tantas perspectivas) que lograr encontrar un tono en el que afrontar sus cuestiones más básicas es una labor que tanto para periodistas como estudiantes (y personas de la calle también, por supuesto) se convierte en una de las tareas más urgentes.
Ya no se cuida el tono porque no hay variedad de registros. El estudiante que no tiene variedad de registros (y no digo que yo no tenga también esa carencia) se debe a un tono general de pasividad y desapasionamiento producto de una sociedad que, cada vez más, nos enchufa a la máquina informativa: nadie llora cuando mueren niños por inanición.
La actitud de la intelectualidad incipiente ante los documentales y libros sobre desgracias (y más) como el Holocausto es ya una actitud puramente objetiva. A la hora de entender realidades es preciso adquirir un tono si queremos hablar de ellas, y en este caso el tono no tiene nada que ver con la objetividad, tiene bastante más que ver con la emoción y el apasionamiento.
La gravedad tonal es lo que se exige al periodista que crea un documental sobre el Holocausto. Al menos, pienso, está más cerca de lo que se pide a cualquier persona cuando tiene que hablar de esa época vergonzosa para la humanidad en general. Yo pediría algo más. No es suficiente la gravedad, a veces pasmosa. Hay que exigir al periodista o al profesor una actitud que recorra realmente lo que significó para judíos y demás seres inferiores a los ojos del sistema nazi. Eso implica conocer a las víctimas de cerca. Implica no caer en la numerología, estadística, en la introducción aséptica de los datos sobre muertes. Implica una memoria histórica, qué duda cabe. Una memoria histórica en el sentido que propuso el anterior gobierno de Zapatero. Pero no es suficiente con desenterrar a los cadáveres de las cunetas, hay que honrarles y nombrarles en cada momento que se considere adecuado. Que formen parte de un protocolo conmemorativo, como ya ocurre en Alemania o en Italia.
Me temo que el tono general con el que se narra en los medios las desgracias del régimen nazi cae en uno de sus errores más graves: la cosificación del individuo, el trato de los eventos históricos como entes teóricos comprensibles exentos de una historia humana: la intra-historia de Unamuno.
Este post es una propuesta, por supuesto, y puede que me equivoque. Yo pido a los periodistas (sólo les exijo gravedad y eso, al menos hasta ahora, lo cumplen) que buceen en las profundidades de las biografías de los que sufrieron el Holocausto.
¿Y cómo escribir con ese tono? Ese tono aparecerá por sí mismo si tenemos en cuenta este factor fundamental (el humano). No sabemos hasta qué punto, si somos partícipes de un hecho histórico y nos internamos en sus entresijos más humanos (demasiado humanos), vamos a cambiar nuestra mentalidad y, por tanto, nuestro tono a la hora de escribir sobre el asunto.
Ahora estoy leyendo a Primo Levi y me sorprende que todas las aproximaciones al genocidio no hayan sabido darle el tono que esta persona ha conseguido en sus relatos. Diréis: claro, él lo ha vivido. Pero también he leído otras narraciones de personas que lo sufrieron en sus carnes y ninguna de ellas consiguió el tono que Levi ha imprimido a, por ejemplo, "Si esto es un hombre". La narración es desapasionada, porque así lo exige el ambiente en que suceden los acontecimientos, pero siempre hay una reflexión sobre lo que ocurre. Esta reflexión es, de una manera u otra (no sé cómo lo consigue, pero lo consigue), hospitalaria con la muestra del sufrimiento y de la maquinaria genocida. Ora descriptiva, ora emocional.
Aquí estoy. He llegado y bastante bien además. No me puedo quejar de nada ya que mis profesores son bastante agradables. Parecen personas serias, con las que se puede hablar si surge algún problema y, sobre todo, son de aquellos que no ven en el examen el mejor método para evaluar al alumno.
Con esto último tengo un problema y es que los exámenes son algo bastante cerrado y seguro: si te ajustas al temario impartido entonces aprobarás con toda seguridad. Sin embargo, los trabajos personales, ensayos y monografías, son otra cosa. Ahí entra en juego la subjetividad tanto del que corrige como la del que lo elabora. Por esto, los profesores te recomiendan hablar con ellos antes de ponerte a escribir nada, de modo que te evites trabajar innecesariamente o, si ya es demasiado tarde, borrar mucho de lo escrito.
No he tenido mayores problemas en este sentido. Pasar a la Universidad desde un bachillerato en el que me tomé en serio cada clase y cada trabajo que se me pedía fue un bajón tanto de esfuerzo como de exigencias. En la Universidad el único que te exige eres tú mismo. Yo me exigía al principio medianamente, la inercia del bachillerato se notó. Lo combinaba todo con el podcast y de vez en cuando con este blog. Me alegro de haber estado siempre haciendo algo "extra-escolar" porque es lo que me ha permitido crear un guión intelectual después de todos estos años, aunque en la propia Universidad no tuviese la posibilidad de escribir sobre lo que más me gustaba.
La Universidad te trata de manera diferente. Bolonia es una patraña. Me sentí mucho mejor tratado (de manera más personal y eficaz) en bachillerato que en la Universidad. Bolonia no ha cumplido nada de lo que prometió en su momento y para lo único que ha servido es para facilitar los intercambios entre universidades. Los profesores de mi Universidad han sido en su mayor parte personas que han pasado sin pena ni gloria por mi cabeza. Tan sólo uno o dos me han dejado un buen recuerdo. Creo que más por desgracia que por suerte, mi auténtico maestro lo encontré en bachillerato. Ya hice un post-homenaje hace varios meses.
Y ahora estoy en una universidad extranjera. El sistema parece ser bien similar solo que aquí los profesores parecen más americanos. Hay uno que da gusto oírle hablar. La pena es que su asignatura no me interesa demasiado. Hay otra que me da clases de turco. Otro que me da filosofía de las matemáticas que es con diferencia el más soporífero (por edad) y, por último, otro que imparte filosofía contemporánea y que, en realidad, es un ingeniero venido a filósofo por algunos avatares de su vida.
El temario en dos de esas cuatro asignaturas me apasiona. Me quiero dedicar, como ya he dicho en muchas ocasiones, a la filosofía de la ciencia, y hablar de la filosofía de la tecnología o de las matemáticas es dar pasos adelante en pos de esa futura especialización.
Y ya está, este es mi último año de estudios generales. El año que viene voy a tener que elegir un máster que me conduzca a objetivos posteriores aún más ambiciosos (doctorado, etc).
Quería comentar un poco cómo me han ido estos días.
La primera clase fue Filosofía de las Matemáticas. El profesor tardó en llegar unos veinte minutos. Yo iba ya preparado de sobra, sabía qué aula era, en qué edificio estaba y casi casi que conocía previamente a los compañeros que iba a tener (algunos de Erasmus, pero en su mayoría turcos). La clase estaba casi llena (40 sillas en total). La mitad eran matemáticos y la otra éramos filósofos. La asignatura se va a dar de tal manera que ni unos ni otros van a encontrar muchas dificultades para entender los conceptos así que el enfoque va a ser histórico. Así es como me gustaría dar a mí una clase de Filosofía de la Ciencia, históricamente, y hablando de los conceptos de manera histórica. A veces me pregunto si no estoy estudiando para ser alguna suerte de historiador de la filosofía de la ciencia y no un filósofo en concreto.
El profesor estaba achacoso. Llegó, como digo, veinte minutos tarde. No se sentó en ningún momento en la silla (es de agradecer). El hombre era altísimo y a pesar de haberme sentado en la última fila (de cinco filas, el aula era pequeña) le veía a mi misma altura. Tenía unos gestos raros, no nerviosos, simplemente raros. Su inglés era de un nivel bastante básico y apenas se le entendía al hablar. Lo bueno es que hablaba muy lento así que siempre estabas al tanto de lo que comentaba y seguías el hilo de su explicación convenientemente. Si se callaba durante medio minuto, cuando volvían las ideas a su cabeza sonreía y continuaba con la explicación. La clase trató sobre algunas curiosidades en las matemáticas babilónicas y egipcias. ¿Sobre el inglés? Creo que no hubo ninguna dificultad, tan sólo en esas palabras que parecían turcas pero que simplemente eran un inglés muy macarrónico. El hombre no sufría al impartir la clase en inglés, simplemente se podía comprobar que hubiese estado mucho más cómodo dándola en turco. Empero, hubiese estado mucho más cómodo sentado en el sillón de su casa.
La siguiente profesora es la que nos enseña turco básico. Ya dije que conseguimos que nos convalidaran una asignatura en turco con una de las optativas en la Universidad de Zaragoza. Esa asignatura es puramente práctica y así fue. La profesora fue desvelando la típica conversación de inicio en una lengua: ¿Cómo te llamas? Me llamo tal. Encantado de conocerte. ¡Oh, igualmente! Sí, no, gracias y "pregúntale". Lo jodido del turco son algunas consonantes. Para presentarme, al pronunciar la "c" tuve que repetir unas 10 veces la consonante, ¡y eso que mi nombre tiene dos "ces"! Pero el problema no fue sólo mío, por primera vez los españoles teníamos algún tipo de ventaja ante los alemanes (que tienen mucha más variedad de sonidos y de vocales que nosotros), había letras o palabras que les era bien difícil imitar. Algunos mantenían su error a pesar de que la profesora les corregía una vez tras otra. Imagino que es algo inconsciente. Luego estaban los ingleses, que en general tienen problemas para decir "hola" en español, así que no quiero ni imaginarme lo que debe suponer para ellos articular una frase en turco, tan alejada de sus raíces y personalidad lingüística y fonológica. Toda la clase fue una repetición de las mismas frases, por tanto fue un 90% listening, un 5% writing y un 5% speaking. Tampoco le pido más.
Benim adım Francisco. Memnum oldun. (Me llamo Francisco. Un gusto)
Luego el profesor de filosofía contemporánea, algo más joven y mucho más despierto. Se le entendía bastante bien. El inglés canadiense tiene la ventaja de ser bastante abierto y agradable a los oídos, o al menos esa es mi impresión.
El último profesor (que hace los 4: 24 ECTS) es lo que me espero de un profesor inglés: espabilado, estilo Stephen King (desparpajo, alegría, sonrisa, muchas anécdotas, etc), veloz e interesante. Quizá la asignatura no sea la que más me guste pero al menos el profesor me va a permitir aprender a escuchar un inglés académico de verdad.
El inglés es diferente hablado en la calle que en la academia, qué duda cabe. Pero también es diferente hablado en la academia que escrito para académicos. No he leído nada en inglés, podría decir incluso que he leído mucho más en italiano que en inglés a lo largo de los últimos años. No me importa admitir que ni he querido ni he tenido el tiempo suficiente como para preparar mi inglés filosófico, creo que todo seguirá su recorrido natural conforme vayan pasando las semanas, mi oído y mis escritos vayan haciéndose cada vez menos duros y me vaya soltando poquito a poco.
He pensado escribir aquí también en inglés. No me cabe duda de que algún día lo haré, aunque os aseguro que el blog no va a ser nunca totalmente en inglés, porque no es la lengua en la que pienso. De lo que sí estoy contento es de mi capacidad de comprensión oral, además de mi soltura a la hora de hablar. Las palabras se hilan casi ellas solas y apenas necesito pensar en cómo formar las oraciones que estoy utilizando. No he llegado a ser capaz de pensar en inglés, que es aquel momento en que uno puede decir: coño, sé este idioma. No, aún no ha llegado el momento, pero confío en que un día, tarde o temprano (de este año, qué duda cabe) me sorprenderé a mí mismo pensando directamente en inglés sin que el español pueda aportar ninguna palabra complicada o esclarecedora.
Hasta entonces, todo seguirá como hasta ahora. Esta primera semana ha sido bastante más cómoda de lo que me esperaba. Ya tenemos algunas lecturas que hacer pero son bastante agradables. Por mi parte, sigo leyendo mis novelas e intentando ver un poquito de esta ciudad. Aunque ahora ya no lo pueda hacer diariamente, sí que quiero descubrir una zona diferente cada fin de semana, todo con la calma más absoluta, calma que agradezco pues no sería capaz de ver una ciudad tan inmensa como esta en menos de 7 días, es físicamente imposible y mentalmente agotador.
Quise haber escrito sobre esto hace ya un tiempo pero entre una cosa y otra no lo hice. Desde hace unos días, sin embargo, vengo observando múltiples publicaciones en periódicos digitales sobre el tema de los Booktubers y quería aportar mi experiencia con ellos y compartir mi opinión con todos vosotros.
Llevo varios días pensando cómo enfocar este post y por eso temo que quede algo contradictorio. Para evitar eso, al menos os voy a hacer partícipes de mi contradicción.
Yo no veo la tele, veo YouTube. Me entretiene, no tiene anuncios porque tengo la extensión de AdBlock. Yo he ganado dinero con algunos vídeos en YouTube, tanto es así que me he podido comprar una PlayStation 3. Hace ya un año que dejé de ganar dinero por hache o por be. Lo que quiero decir es que sé la situación del YouTuber, tanto desde dentro como desde fuera. Veo, como decía, YouTube en vez de la televisión. Y no es sólo la ausencia de publicidad la ventaja mayor sino también, qué duda cabe, los numerosos contenidos interesantes. Sigo unos 100 canales y no hay ninguno que sobre. Unos me proporcionan mi dosis diaria de aviación, otros de velocidad, otros de filosofía, música clásica, literatura y también, por supuesto, un poco de distracción sin muchas más pretensiones.
Este último caso es el que ocupa JPelirrojo. No sé cómo llegué a él pero me imagino que aterricé en su canal principal. Me da hasta vergüenza admitir que le comencé a ver en sus vídeos porque de verdad que eran malos, sobreactuados y poco interesantes. El problema de los YouTubers es que sueltan sus opiniones poco maduradas sobre mogollón de temas a una audiencia cada vez más grande que no exige mucho más de lo que recibe, entonces lo que ocurre es lo que vemos: vídeos cada vez mejor editados, veloces y dinámicos, pero cuyo contenido deja mucho que desear para los que buscamos un poquito más en ellos.
Así, comencé a seguir su canal secundario "Voy a por ello", que hoy por hoy se ha convertido en su canal principal. Aquí narra su día a día y me enganché de tal manera que tuve que ver todos los vídeos desde el principio hasta el final. Y esto no sólo me ha pasado con ese canal sino también con series como Cuéntame, etc... siempre tengo que tener algo para ver (series o vídeos de otro tipo), para matar esos momentos en los que a uno no le apetece ni escribir, ni leer ni pensar demasiado. Me enganché, ya te digo, y así hasta hoy. En este canal se narra su día a día desde hace unos cuantos años y es verdaderamente interesante ver todo el proceso que ha ido detrás. Es una persona totalmente diferente a mí. Yo soy de esos que planifican, que tienen sus pasos bien claros y que procuran ser buenos en varios aspectos concretos de su vida. Por otro lado, JPelirrojo es un diletante que va de aquí para allá probándose a sí mismo en innumerables actividades: paracaidísmo, música, actuación, deportes, radio, etc. Estoy seguro de que nadie, ni aunque lo intente, puede ser bueno en tantísimas cosas. Tendrá uno una vida llena de pequeños intentos de ser el mejor, pero nunca lo conseguirá. A pesar de todo rompo una lanza a su favor y digo que me parece que su lugar está en la radio, tanto por su voz como por su desparpajo.
Tampoco quería hablar sólo de su caso sino tomarlo como ejemplo.
Los YouTubers me hartan. Ediciones insuperables y cada vez más medios (porque las marcas no son tontas y se acercan a ellos) pero contenido repetitivo -aunque todos piensen que son revolucionarios- y poco interesante. YouTube es un lugar muy grande, lo reconozco, y hay de todo. Yo me estoy refiriendo a esta oleada de jóvenes que cogen una cámara y se ponen a expresar sus opiniones. Lejos de querer dármelas de cultureta, pienso que un lugar sin restricciones de tiempo tendría que poder dar lugar a reflexiones más largas. ¿Qué ocurrió con programas como la Tuerka (carne de YouTube)? Poco a poco fueron añadiendo a individuos sin gracia (Facu Díaz, i.e.) y secciones que bien merecerían aparecer en programas de repaso semanal de la Sexta, y no secciones que mereciese la pena incluir en un programa de debate. En mi opinión, se cargaron el programa en cuanto metieron todo eso. Hacerlo diario lo volvió imposible de seguir (el que tenga una hora cada día para ver una tertulia, que me diga como lo hace). Creo que los contenidos diarios tienen que ser fácilmente consumibles en 10 o 15 minutos (como este mismo post) y no en una hora o dos. Si son semanales, que sean algo más largos está permitido, siempre y cuando sigan siendo semanales.
Es cuestión de jugar un poco con las necesidades de los oyentes o suscriptores y saber ajustarse.
Cuando conocí el fenómeno de los BookTubers (a través de Javier Ruescas, un escritor español de literatura para jóvenes) enseguida me suscribí al canal de Alberto Villareal. También me suscribí a Goodreads por recomendación suya y le comencé a seguir. Es verdad, no bullshit, ese tío lee. Eso sí, que no lea a Nietzsche o a Hegel no le convierte en peor lector, sino en otro tipo de lector. Y que no reflexione largamente durante 60 minutos semanales sobre sus lecturas no le convierte en un peor comentarista de libros, sino simplemente en un comentarista que decide ajustarse a los patrones ya preestablecidos en YouTube (vídeos de no más de 5 minutos que intentan comentar de manera más o menos feliz el argumento de un libro).
Así que no los juzgo moralmente. Quizá sí que pueda hacerlo intelectualmente pero tampoco es cuestión. ¿Qué ocurre? Que ellos mismos saben que su contenido no está hecho para producir largas reflexiones o discusiones de sobremesa. Ese contenido tiene que ser rápido, consumible tras dos clics y a otra cosa mariposa. En el improbable caso de recomendar un libro clásico, los comentarios disminuyen producto de una portada poco atractiva o un argumento costoso en el sentido de complicado (hay novelas clásicas complicadas por esto mismo). Sin embargo, abundan los libros con portadas divertidas y coloridas, con títulos que llaman la atención al lector y que nada tienen que ver con "Crimen y Castigo" sino más bien con "PLAY", o "Bajo la misma estrella".
Bueno, ¿y qué tengo que decir ante todo este escaparate?
Me entretiene, al igual que JPelirrojo. Si busco una reflexión más aguda y compleja sobre obras clásicas (o contemporáneas, pero no mainstream) entonces acudo a las fuentes correctas, o a mí mismo. Para esta segunda necesidad los podcasts son una salida excelente. Los podcasts se basan totalmente en el sonido y habitualmente los que escuchamos podcasts tenemos mayor tolerancia al tiempo de reflexión. Cuando se unen el hambre y las ganas de comer (las ganas de escuchar y gente hablando sobre ese tema con verdadera pasión) entonces el podcast es el lugar. El vídeo, sin embargo, requiere otro tipo de atención, requiere estar parado ante el aparato dedicándole ojos y oídos, además de un considerable ancho de banda.
Sólo sirven para entretener, y sirven también para animar a la lectura, qué duda cabe. Pero animar a la lectura no implica animar a la reflexión. No todo el que lee reflexiona. La lectura no implica que posteriormente se reflexione sobre lo leído.
No es verdad que los jóvenes de hoy en día no lean. Por el contrario, creo que leen más que nunca porque todas las nuevas tecnologías se basan en los textos. El problema es otro, es el contenido que leen. No confundamos lo que pedimos a los jóvenes (que lean) con lo que queremos por conocimiento propio que consuman (contenido de alta calidad). YouTube permite que el joven se asome al formato, a la lectura en libro o en ebook, y disfrute de ese libro porque se lo ha recomendado alguien guapo y con mucho carisma.
Menos da una piedra y, ¿quién no te dice que un día se aburra de esos libros que sólo hablan de romances felices y decida internarse en la literatura clásica?
Los que, desde luego, ni comen ni dejan comer, son esos críticos a los que les pica el culo porque ven que personas de menor edad que ellos, acostumbrados al uso de las nuevas tecnologías, son capaces de atraer a un público joven al que jamás hubiesen podido aspirar desde sus columnas dominicales.
Hay escritores completos. Auténticos monstruos del pensamiento, de la filosofía y de la literatura, que reúnen en su persona una cantidad de virtudes imposibles de igualarse por el resto. Esta es una de las razones por las que siempre he sido tan reticente a la publicación de mis pensamientos o historias: no estaba preparado, había gente que lo hizo mejor que yo.
Thomas Mann es una de las figuras a las que intento parecerme. Mann, Goethe, Hesse... Sí, me habéis pillado: me encantan los escritores alemanes. Eso sí, me gustan para leerles, no para imitarles estilísticamente. El escritor suele imitar los estilos que más satisfacción le producen. En mi caso, cuando releo algo que he escrito hace un tiempo, suelo disfrutar si lo que he escrito ha sido algo llamativo, con frases cortas, con descripciones lo suficientemente profusas y con las palabras adecuadas en cada momento. Al ser esto un blog tampoco me preocupo de la corrección. Normalmente mis correcciones son una o dos ya que si algo he de corregir se trata siempre sobre puntuación o construcción de frases. ¿Veis? Esta frase anterior podría rehacerla para que fuese más agradable a la lectura. En esto se basan mis correcciones. Para evitar muchas correcciones en el blog siempre tengo buena ortografía (aunque a veces se me cuelan errores, como a cualquiera) y procuro hacer las frases lo más cortas y concisas posibles. ¿Quién me enseñó esto? Stephen King, principalmente. ¿Quién me enseñó el arte de la ironía? Los escritores americanos en su mayoría, pero los franceses del siglo XX también. Los escritores españoles que he leído son o filósofos del siglo XX o literatos ya clásicos. Apenas leo literatura castellana contemporánea (cuando era más pequeño leía literatura fantásica, Laura Gallego, etc), así que no voy a opinar. Lo último que he leído es algo de Luis Antonio de Villena.
Me gustan los alemanes porque son los que me enseñan. Qué lujo es encontrar referencias en Mann a autores como Goethe. Estoy ahora leyendo los Buddenbrook y en los primeros diez capítulos ya ha habido varias referencias a escritores clásicos, Goethe entre ellos. Venecia, formas sociales, exquisitas descripciones de manjares no menos exquisitos... me daban ganas de entrar en las páginas de tinta electrónica de mi Kindle y ponerme a comer con esa familia.
También disfruté leyendo La montaña mágica. Libro que, desde luego, hubiese aprovechado peor sin tener una mínima base filosófica. En él hay constantes reflexiones sobre el tiempo, la naturaleza sedentaria de los hombres, sobre la enfermedad, la soledad y el spleen del hombre rico y desocupado...
En fin, qué gozada poder leer a genios como Thomas Mann. Qué literatura tan completa, sabrosa y llena de referencias culturales.
...
Podéis seguirme en Goodreads si queréis seguir lo que leo en cada momento, me parece una red social excelente: MI PERFIL EN GOODREADS
Me siento porque debo. Me he propuesto escribir diariamente y eso hago desde mediados de julio. Soy predecible, tanto yo como mis reacciones. Y si en algún momento estas no lo son se deberá a factores externos, ajenos a mí y a mi voluntad. El problema de los alcohólicos o de los adictos en general es que no sabemos por dónde nos van a salir, y eso nos causa inquietud.
El miedo a lo desconocido se puede aplicar aquí. No es que se pueda, es que se debe aplicar. Los psicólogos que han estudiado la bipolaridad han tenido muy en cuenta esta metáfora a la hora de estudiar sus casos. En psicología no sólo se estudia al individuo que tiene un problema mental sino que también se discute los efectos que su adicción tiene en el entorno.
Hay familias cuyos sostenedores (padres o madres) sufren de alcoholismo. Estas familias viven en un permanente desconocimiento de lo que ocurrirá. No hay seguridad, no hay planes de futuro. La reacción del padre (o madre) puede ser violenta en un momento y puede ser hasta simpática en otro. El problema no es si hay más veces simpatía que violencia, el problema es que nunca se pueda predecir cabalmente qué ocurrirá. Hay personas que se enfadan de acuerdo a una serie de motivos. Estos enfados pueden ser también violentos, por supuesto, pero si son enfados habituales crean una rutina de respuesta a la que el individuo se acostumbra. Hay hijos maltratados que no tienen miedo a lo desconocido porque precisamente conocen que sus padres van a sacudirles en cuanto se pasen de la raya.
Sin embargo, hay otros que nunca lo saben, y este desconocimiento crea desasosiego. Esto es lo que sufren los que viven con personas inestables mentalmente, que tienen problemas a la hora de responder ante los estímulos de una manera normal. Vivir con ellas es un infierno real.
El alcohol y algunas drogas provocan esta inestabilidad.
La marihuana no es una de ellas, tiene más ventajas que inconvenientes. Personalmente creo que la marihuana atonta y hace burdos y poco inteligentes los pensamientos de aquellos que la consumen. No hay nadie más aburrido que una persona que ha fumado marihuana. Sin embargo, otras drogas provocan exactamente lo contrario: despiertan, espabilan y dan lucidez mental. Esta lucidez muchas veces no se encuentra en un estado normal, aunque está claro que de donde no hay, no se puede sacar nada.
Los jóvenes suelen bromear con que los que estudiamos filosofía estamos siempre dándole al porro. Esto, en mi caso, es falso. Pero conozco a muchos otros que estudian filosofía y que no se cortan con este tipo de sustancias. Hay gente que les juzga moralmente, pero como yo no soy ni un cura ni un familiar suyo, no lo hago. Sólo les describo, y me parece que nadie que estudiara filosofía, tras unos buenos porros, ha sido capaz de articular un pensamiento elaborado e interesante. Todo lo contrario, el pensamiento racional implica más bien una base de sobriedad, de sosiego y de lectura. La lectura bajo sustancias (bien psicotrópicas, bien alcohólicas) es algo casi imposible, y más si son lecturas teóricas. Quizá con la poesía pase lo contrario, o con la novela. No digo que no.
...
Hay un alcohólico que ha fastidiado a un amigo mío. No es algo que me guste traer aquí, a mi blog, pero es sin duda la persona que más me ha tocado la moral en estos últimos días. Esta persona, curiosamente, ha estudiado filosofía y parece que al menos sabe leer y escribir un poquito. Además de eso, ha estado en la cárcel, ha atravesado varios comas etílicos y ha consumido lo indecible.
Es un desecho humano.
No es un juicio moral, es una sentencia descriptiva. Cuando hablo de desechos humanos no lo hago en sentido peyorativo. Los desechos humanos (que no gente tóxica, no me gusta usar metáforas químicas en mis descripciones psicológicas) suelen tener un problema grave: que no son ellos los que conscientemente han llegado a esa situación. Es, en muchas ocasiones, el haber tenido problemas con adicciones, lo que les ha llevado a ser desechos humanos, personas poco interesantes (aunque lo pretendan) y con graves problemas para relacionarse con los demás. Hablo de que alguien es un desecho humano cuando todo lo interesante que nos define a los humanos se ha perdido en su caso personal.
Esta persona es inestable, se medica, y eso debido a sus problemas con el alcohol. Dice Burroughs en "Yonqui" que la droga no es sólo una adicción, es un modo de vida, y que el que sale de ese modo de vida tiene que encontrar otro, y cambiar su forma de ser porque no hay manera de comportarse de la misma manera fuera de ella. Pero hay personas que han perdido tantas neuronas (por usar una metáfora común) durante el camino que ya no son capaces de elaborar un discurso razonado tras haber pasado por esa adicción. A esto me refiero con desecho humano. No se es capaz de establecer un nuevo modo de vida fuera de la droga, un modo de vida lúcido, racional y predecible. Considero a esta triada como lo que nos define a los seres humanos con proyectos, es decir, me parecen bondades en la mayoría de los casos. Habrá quien decida no ser ni lúcido (estar siempre bajo la influencia de alguna droga), racional (hablar místicamente, sin sentido ni ligazón) ni predecible. Yo no lo recomiendo.
Y cuando una persona no es predecible, causa inquietud a su alrededor, aunque no sean su familia. El problema es que esa impredecibilidad es hasta divertida en un grupo de amigos: es el loco, es el que se atreve, es el "poeta". Pero fuera de eso no tiene sentido. La vida no es un constante divertimento y tiene que haber momentos de quietud y reflexión, al menos por motivos físicos.
El alcohólico de verdad no es un ser social. Como ermitaño, no es perjudicial. Sólo se hace bien a sí mismo en el sentido de que consume para calmar su necesidad. Como parte de una sociedad es alguien poco fiable. Como parte de una familia, es el que activa su infierno y desasosiego.