Robotín de Google

31 de octubre de 2014

Escribir una novela en un mes



El otro día me enteré por Twitter de que llegaba el reto de Noviembre más apasionante de toda la blogosfera (o las redes sociales en general): El NaNoWriMo. Este reto consiste en escribir el borrador de una novela (50.000 palabras) a lo largo de todo el mes de noviembre. Esto implica escribir unas 1700 palabras al día, es decir, cuatro páginas con tamaño de letra normal (175 páginas en total).

El caso es que por mi cabeza lleva rondando el proyecto de escribir una novela desde hace varios años. Ya son cuatro desde que terminé bachillerato y en su último curso me animé a dar forma a una idea. La historia no tenía muchas pretensiones. Encontraba atractivo el tono de Pío Baroja, tan serio, cauto, pero a la vez expresivo y emocional. Sus novelas daban con las palabras justas en el momento justo y las acciones estaban tan bien narradas, venían tan a cuento... pero al mismo tiempo lo que se narraba era profundamente realista, descriptivo, y el realismo me gusta porque no deja nada enmascarado, te lo sirve todo en bandeja de plata para que lo consumas. El sentimiento que una de sus novelas deja en ti (El árbol de la Ciencia, Zalacaín el Aventurero, por citar dos de las más famosas) es bien concreto y reconocible porque sabes que es propiamente castellano, reconoces en él un sentimiento que la gente de tu tierra ha tenido durante la guerra civil, durante el comienzo del siglo pasado o el final del XIX.

También me gustaba Galdós porque describía de una manera abrumadora cuadros humanos (psicológicos, morales...) y lugares reales. 
Fue hace muchos más años cuando escuché hablar de Unamuno. No me interesó el personaje en sí, ni siquiera había leído alguna de sus novelas. Sólo conocía el término inventado por él, la nivola. ¿Por qué? Porque me lo había tenido que estudiar. Por aquel entonces (14,15, 16 años...) escribía diariamente bastantes más de esas 4 páginas que exige el reto antes mencionado, pero escribía de una manera bastante distendida y muy gráfica. Escribía, como quien dice, para mí, sin la presión en la que te ves envuelto cuando tus pretensiones van más allá de tu intimidad y decides hacerlo público. El término nivola me parecía cercano porque describía bastante bien mi manera de expresarme: apenas hacía referencias gráficas al mundo real, sólo dejaba fluir mi corriente de pensamiento.

Y es así como esta novela va a transcurrir, va a ser un hilo de pensamiento y, aunque va a haber acción y cuadros psicológicos, la fuerza principal de la misma va a ser la narración en primera persona del protagonista. Al menos esta es mi idea desde hace cuatro años. ¡Cuatro años! Son demasiados años. Por suerte no dejé de escribir y aquí está mi blog, que lo demuestra. La mayoría de lo que escribo suele estar bastante poco meditado y apenas corregido. Hay muchos párrafos que sobran, frases que requieren enmiendas e incluso a veces se me cuela alguna que otra falta de ortografía (esto último me ocurre, sobre todo, si dejo de leer en castellano y comienzo a hacerlo en inglés o en italiano, se me cruzan los idiomas como si mi cabeza fuese una Torre de Babel). 

Tengo mucho tiempo libre en Estambul y quiero aprovechar bien mi, probablemente, último año como estudiante a tiempo completo. No sé bien qué será de mí y de mis circunstancias (parafraseando a Gasset) cuando haya terminado la carrera y me toque ponerme a buscar un máster o una beca que me permita seguir estudiando despreocupado por ganarme el pan, así que más me vale aprovechar bien este tiempo libre que me queda. Creo que, a pesar de todo, podría estar aprovechando muchísimo mejor mis días aquí en Estambul. La actitud Erasmus, en mi caso, está bien para unos días u ocasiones puntuales, pero no soy una persona que guste de asistir a fiestas diariamente o de emborracharme tarde y noche. Prefiero comer en un restaurante mejor o comprar un billete para viajar a algún país cercano.

Así que os animo a que echéis un vistazo a esta página y os informéis por vosotros mismos de en qué consiste el reto. Yo comienzo mañana. Pero no comienzo a escribir, porque eso lo hago todos los días desde hace dos meses y medio, simplemente comienzo a organizar un proyecto. El boceto, o primer borrador terminará en 30 días, no sé si acabaré publicándolo o qué. De momento tengo un libro que recoge mucho del contenido de este blog y al que le falta mucha edición para poder ser publicado.

En fin, demasiados proyectos y demasiado poco tiempo (o ánimo, ganas y seriedad para acabarlos).

¡Un saludo!

Francisco Riveira

En Estambul, Turquía.

30 de octubre de 2014

Sugerencias de la lectura



Hay un momento en que haces conexiones entre varias de tus aficiones, o varias de tus lecturas. Ese momento es especial porque sabes que todo ha servido para algo. Tu mundo mental comienza a cobrar sentido y sabes que el hecho de conectar, e incluso de poder decir a tu profesor que una cosa no es de determinada manera porque otro lo ha dicho, es algo que te acerca al mundo cultural y que te hace más humano.

Hay un bonito ejemplo de esto. Emilio Lledó es un filósofo que tuvo que emigrar a Alemania para estudiar Filosofía y Filología Griega. Ahí asistió una libertad de enseñanza que no vio nunca en España. Las clases no eran magistrales en el sentido de que el profesor no soltaba el rollo durante hora y media y se marchaba. Había participación. Algunas asignaturas trataban tan solo de un libro de, por ejemplo, Aristóteles, y lo desmenuzaban durante todo el curso. Un libro (de los buenos) puede dar tanto de juego como quiera un profesor y como sepan sacar los alumnos. El problema es el siguiente: la gente no lee variedad, no se interesa por más que por uno o dos asuntos principales y el resto del mundo es una nebulosa que no les interesa porque está fuera de su campo de acción. En ese sentido, el hombre total (y este es un concepto reformulado por mí, con un sentido nuevo y pretendidamente original -algún día hablaré de él más ampliamente-) es aquel que se ocupa de varias cosas concretas pero que se PREocupa de un rango bastante más amplio. Así, todo lo que ocurre en el mundo él es capaz de incluirlo dentro de su mundo mental. Una persona es físicamente incapaz de "serlo todo" (al modo de Unamuno) pero sí que puede serse, e incluir en sí todo lo que ha producido la humanidad de cultural y todo lo que este universo nos da como necesario.

¿No es una tontería dividirnos en personas de letras y de ciencias? ¿No somos, aunque no lo queramos, ambas cosas? 

Entonces a Emilio Lledó, no en Alemania, sino en su etapa de educación primaria, un buen profesor le hizo leer el Quijote. A mí la exigencia de leer el Quijote a chavales de 16 años cuyo interés por la literatura, a lo sumo, llegaba a Harry Potter, me parecía una locura. No sólo te enfrentas a una historia antigua sino también a un vocabulario que hace difícil la comprensión de algunos pasajes o de algunas expresiones que pretenden ser simpáticas. Esa barrera literaria para gente que está aprendiendo a leer (y creo que nunca se deja de aprender a leer, pero en la etapa del bachillerato eso es más importante, porque es la etapa de hacer conexiones) es a veces insoslayable, y quita las ganas de seguir. Conozco a gente que odia, sin medias tintas, a la literatura y a todo lo que tenga que ver con ella.

Sin embargo, a niños de 10 años se les hacía leer el Quijote y se les pedía que escribiesen en un folio aparte las sugerencias que la lectura les había provocado.
Un niño, como no tiene el pensamiento teleológico propio del adulto (no sabe qué se espera de él) o del adolescente de bachillerato, estas sugerencias le pueden hacerse ir por la tangente. El cultivo del pensamiento lateral en los niños es muy importante y deberíamos cultivar su capacidad de que un texto les sugiera algo. Para que esto ocurra hay que perder el miedo a decir algo fuera de lugar, o a hacer el rídiculo. Hay mucha gente que no habla por miedo a que sus sugerencias, muchas veces locas y fuera de lugar, se vean como algo que no viene a cuento. Pero, a pesar de que no vengan a cuento, estas sugerencias son una importante muestra de lo necesario que es que el niño haga conexiones entre los diversos ámbitos del conocimiento que ha tenido que estudiar durante toda su vida.

Así, poco a poco, será capaz de conectar la mayoría de los eventos que ocurran a su alrededor con uno o dos de sus intereses más principales. Entonces tendremos un pequeño intelectual, y podrá salir al mundo sin la ayuda de un mentor, ya sea eclesiástico o televisivo de tarot.

Un saludo.

Francisco Riveira

En Estambul, Turquía.

29 de octubre de 2014

Comentarios y fotos del día de la República turca



No ha habido celebraciones en el día de hoy porque, por desgracia, ha habido un derrumbamiento que ha dejado a unos 20 mineros turcos atrapados. Las labores de rescate no parece que vayan a tener mucho éxito. Por esto, el gobierno ha decidido no celebrar nada.

Sin embargo, la ciudad se engalanó con banderas turcas. Esta es una bandera que no da vergüenza mostrar, que no tiene un pasado fascista y que no ha dejado víctimas inocentes tras de sí. Es una bandera que por regla general los turcos (sean de izquierdas o derechas, nacionalistas o no) respetan y tienen en alta estima. Algunos dirían que en España tendríamos que hacer lo mismo, pero no, la bandera española, monárquica, pseudofascista, basada en una Constitución que hace tiempo que dejó de representar a nadie, lo tiene bastante complicado para que represente a toda persona nacida en España y con un mínimo de cultura.
Cuando se dice que en todos los países salvo España ser patriota está bien visto se parte de concepción equivocada del patriotismo. Además, en España no nos gusta ser patriotas porque ser patriota tiene unas connotaciones negativas.


Google Now (Turquía) se apuntó a la elaboración de un Doodle celebrando la festividad. En la mayoría de edificios y comercios había hoy una bandera turca, y la mayoría de calles tenían banderines atravesándolas de parte a parte. Las televisiones celebran el día con un icono de Atatürk y la bandera turca. En general el país es muy patriota pero hoy todo se exacerba. Por desgracia, como digo, no hemos tenido la posibilidad de acudir a ninguna celebración porque estaban todas canceladas.


Este gato fue el primero que me vino a saludar cuando llegamos a nuestro piso de Estambul, hará ya casi dos meses. Vino y se sentó conmigo, maullando con un sonido bastante curioso (como de bebé con problemas en la garganta, o con mocos). Muchos días por la noche, al llegar a casa, el gato estaba rondando el portal y yo le prometía algo de comer pero nunca le bajaba nada.



El otro día, llegando a casa bien entrada la noche, oí unos ruidos muy raros que provenían del piso de abajo. Al salir del ascensor y disponerme a abrir la puerta de mi casa me percaté de que estos ruidos provenían de un animal. Y este animal era el gato negro que conocí el primer día. Así que, como me pedía o bien que le acariciase o bien que le diese de comer, opté por hacer ambas cosas. Los gatos callejeros de Estambul están todos muy bien cuidados y aunque seguro que cogen pulgas fácilmente, no me importó darle lo que me pedía. Así que entré en el piso, fui a la nevera y saqué unos trozos de kebab (se compran ya cortados) para que el gato tuviese algo para cenar. Ya los vecinos del piso de abajo le habían dejado algunos huesos para que los terminase de vaciar de contenido. Imagino que alguien abrió la puerta al gato para que entrase en el edificio y el gato, al verse tan bien cuidado, decidió quedarse. Como veis en las imágenes (se las he hecho hoy, día en que le he dado dos pequeñas salchichas para comer) es un gato grande y muy oscuro, ya está algo mayor. Te mira con unos ojos enormes y ha intentado varias veces entrar en nuestro piso (seguro que atraído por el olor de los zapatos que, por costumbre turca, tenemos que dejar aparcados en el hall del piso).

Mañana seguramente haga uno de mis últimos posts hablando de burocracia en Turquía. Los sigo haciendo porque sé que, en el futuro, habrá gente que los aproveche, como yo ya aproveché otros posts de otra gente que estuvo de Erasmus aquí hace años.

Un saludo.

Francisco Riveira.

En Estambul, Turquía.

28 de octubre de 2014

Cómo llegar a comisaría para obtener el permiso de residencia en Estambul, Turquía.



La verdad es que leí en tantos sitios que esta gestión del permiso de residencia iba a ser complicada que me lo creí. Iba con la predisposición de que íbamos a tirar ahí toda una mañana para al final no conseguir nada. Y bueno, yo al final no conseguí nada por falta de un papel concreto, pero por lo menos a la media hora de llegar ya fui atendido.

La comisaría que nos tocó en gracia fue Vatan Emniyet Müdürlügü

La comisaría está al lado de la parada de metro Emniyet. El modo más sencillo de llegar (y rápido, o eso parece) es a través de metro. Si, como nosotros, vives en el norte o centro de Estambul, lo mejor es coger un metro hasta Yenikapi, luego andar hasta el trasbordo con la línea M1 (la que va hacia el aeropuerto) y bajar en la primera parada.

A mano derecha verás un edificio enorme con muchas medidas de seguridad, pero ese no es. Tienes que seguir andando un poco más hasta que veas un edificio que llama la atención por la de cristal que tiene (cristal oscuro, además). La entrada también es una estructura de cristal con tres puertas diferentes. Los tíos con fusiles en ella son los indicadores de que estás en el lugar correcto.

Una vez dentro pasas por un control de seguridad y luego das tu pasaporte en el primer mostrador tras el control. El que me atendió me señaló que tenía que subir al primer piso y que, una vez allí, tenía que pedir número. Eso hice. Me dieron el número 11, fui a ver las habitaciones y como no vi nada del número 11, volví y me dio el número 12. Me resigné, porque las habitaciones solo iban hasta el número 8. Así que regresé a las habitaciones e hice lo que tenía que haber hecho antes: entrar y mirar dentro. Así era, ahí había números desde el 8 hasta el 16 y en mi mesa (la 12) sólo había una persona atendida. Me coloqué bien cerca de la puerta para ser el primero en entrar (en caso de que hubiese más gente con mi mismo número, cosa que no sucedió) y después de saludar con un Günaydin comencé a sacar papeles sin que el policía me dijese nada. Una vez todo encima de la mesa, firmé dos documentos y me percaté de que el final de mi permiso de residencia aparecía como el 28 de febrero, es decir, una fecha errónea. El problema fue que los papeles que llevé indicaban sólo que sería estudiante durante un cuatrimestre y no durante los dos en los que voy a estar en esta Universidad. Así que el único problema que me surgió es ese, sé cómo conseguir el documento y, lo más importante, no me hace falta volver a hacer otro appointment ni esperar filas para dar el documento que me falta. Una vez entregue esto, me darán el permiso de residencia en 45 días contando desde aquel en que complete toda la gestión.

¡Espero que este post os haya sido de provecho!

Un saludo.

En Estambul, Turquía.

27 de octubre de 2014

Cruzando la carretera en Estambul



Este es el objetivo burocrático principal que tenemos todos los estudiantes Erasmus en Turquía: lograr el permiso de residencia. No es que sea difícil por cuestiones políticas sino por la cantidad de gestiones que hay que completar antes de que te den el dichoso documento.
La novedad (dentro de otra novedad) es que el famoso health insurance ya no es necesario. Es decir, una ley que salió hace dos o tres meses ya no es válida y, por tanto, nuestro "brand new" insurance sacado en Mapfre Sigorta ya no nos sirve para nada. Bueno, al menos tenemos atención sanitaria por si acaso caemos enfermos o resultamos heridos a lo largo de nuestra aventura turca.

Esta mañana fuimos a un lugar de Besiktas donde pagamos las 50 liras turcas que cuesta el permiso de residencia (la gestión hay que hacerla antes porque si no en comisaría te mandan a que lo pagues). Llegamos a las doce y pico y claro, estaban comiendo y hasta la una no llegaba nadie. En España esto ocurre siempre de 3 a 5 más o menos y en Turquía es, por suerte, una sola hora. Pero cierran en todos lados, incluso en aquellos donde más urgencia parece haber (puede que haya gente que necesite pagar eso rápidamente).


Hoy era nuestro appointment para el permiso de residencia. El caso es que lo sacamos a las 20:30 para que no coincidiese con ninguna clase, el problema es que la comisaría está de traslado y cierran a las 17:00, por tanto, si tienes una cita más tarde que esa hora, tienes que volver al día siguiente. Y esto, por supuesto, lo sabemos porque los demás Erasmus lo han averiguado por experiencia. Ser Erasmus en Turquía es igual que comprarte un iPhone justo el primer día de venta: puede que te salga rana, que se te doble, y como has sido el primero pues serás el primero en joderte. Y eso le ha pasado a los demás Erasmus o special students que tan amablemente nos informan de los sinsentidos burocráticos de este loco país que es Turquía. Y si son así en la carretera, si van sin casco, con luces no homologadas, o si meten a toda una familia (hasta cinco personas he visto) en una moto, ¿qué me hacía pensar que en las comisarías su estilo de hacer las cosas fuese a ser diferente? 

Entonces, con el pago hecho, mañana iremos a primera hora de la mañana (justo cuando abren) a la comisaría. Nos han recomendado que nos peleemos si es necesario para conseguir un número y ser atendidos lo antes posible. Nos han dicho, también, que no esperemos acabar con las gestiones el primer día, sino que hay que esperar otras dos o tres semanas y volver a ir para recoger finalmente el permiso. También nos han dicho que, en caso de que nos den una fecha concreta a la que volver, que lo hagamos 4 o 5 días después de ella, porque nunca tienen los documentos para el día en que prometen.






Así son las cosas. Por lo demás este país es una maravilla. Lo que más me sorprende es su absoluta falta de respeto por las normas más elementales de, por ejemplo, tráfico. También me sorprende no haber visto aún ni un solo atropello o accidente grave. Quizá es porque estos conductores ya tienen a los peatones en su cabeza, en su subconsciente, no como los españoles. Aquí, para cruzar la carretera, tienes que meter primero el cuerpo para que te vean y luego echar a andar entre los coches, calculando su velocidad y el momento exacto en que van a pasar a pocos centímetros de ti. Lo más grave que ha ocurrido (y que hayamos presenciado) por este peculiar modo de transitar las calles de Estambul es que el retrovisor lateral de un autobús le arreó una hostia en la cabeza a un peatón. 

El pueblo turco tiene esta cualidad de indomable, de trabajador y amante de la vida sencilla. Eso es lo que más me ha llamado la atención en estos casi dos meses viviendo en Turquía. Creo que en España seríamos iguales si las leyes fuesen menos estrechas.

Un saludo.

Francisco Riveira

En Estambul, Turquía.

26 de octubre de 2014

El nacimiento de las Matemáticas




La historia general de las ciencias parece haber seguido un progreso indiscutible. Se suele decir entre los teóricos de las ciencias que estas son el reflejo más honesto de un progreso intelectual de toda la humanidad. ¿Por qué? Porque ellas mismas se van transformando, van siendo capaces de explicar mayor cantidad de eventos y, poco a poco, consiguen borrar de su seno todas sus imperfecciones. ¿Qué sería del mundo político, por ejemplo, si pudiésemos aprender de todos los errores del pasado? Por eso es tan común la distinción entre ciencias humanas y ciencias naturales, o ciencias sociales y ciencias puras. Ambos tipos de ciencia son intentos legítimos de explicar y comprender realidades que tienen lugar en nuestro mundo. Si decidiésemos preocuparnos sólo por las ciencias naturales, correríamos el riesgo de olvidarnos del objeto de estudio reflexivo que suponen las ciencias humanas. Pero, ¿no es una contradicción el estudio del fenómeno humano, habida cuenta de que el sujeto investigador tiene como objeto a sí mismo? Por eso hay quien dice que las ciencias humanas tendrían que adoptar un enfoque más propio del de las ciencias naturales. En esta línea, las ciencias naturales tienen en las matemáticas su mejor amiga. Las matemáticas se han utilizado en numerosas ciencias naturales y las demás ciencias sociales, como modo más o menos aventurado de probar su cientificidad, han echado mano de las matemáticas. 

Sin embargo, las matemáticas no son, históricamente, tan infalibles como ha parecido. Resulta que para la mayoría de los filósofos importantes las matemáticas fueron aquello a lo que agarrarse en épocas de incertidumbre. Y no solo en épocas sino también en proyectos intelectuales. Si, como decía Descartes, las matemáticas habían tenido tanto éxito dentro del conjunto de las ciencias, ¿por qué no tratar de aplicar sus principios al resto de las mismas, incluidas la disciplina filosófica? Hay que pensar que Descartes, mediante esta intuición, estaba dando voz a un sentimiento generalizado en su época: querer matematizarlo todo. Un siglo más tarde nos encontraríamos con Leibniz, principal valedor de la "Mathesis Universalis", que buscaban no sólo una explicación del mundo en el que vivían sino que esta explicación estuviese realizada a través de la herramienta más perfecta que había creado el ser humano: las matemáticas. Siglos más tarde, con Russell y Gödel (entre otros) encontraríamos bastantes problemas para sostener esta postura y las matemáticas se someterían a la revisión que, tarde o temprano, toda ciencia recibe por parte de aquellos que la interrogan críticamente.* ((Este párrafo lo adelanté hace varios posts))

A pesar de esto, las matemáticas tienen un estatuto históricamente mucho más firme y apenas han variado los axiomas que funcionaron hace más de 2000 años, en el nacimiento de las mismas. Tomando el caso de las matemáticas anteriores a los griegos comprobamos que esta ciencia estaba en manos de los sacerdotes (egipcios, por ejemplo) y que la tomaban como un saber tradicional. Si se les preguntaba por cómo habían llegado a determinado resultado ellos respondían diciendo que siempre había sido así y siempre había funcionado. Así, parece ser que al llegar a Grecia las matemáticas perdieron su función práctica y fueron sometidas al resto de críticas filosóficas que eran habituales en filósofos de la talla de Platón o el propio Tales. Este último, a pesar de que no queden registros de su camino hacia la elaboración de determinadas leyes o axiomas, sí que se molestó en resumir los principios más básicos. Las matemáticas tal y como las entendemos hoy en día nacieron junto a la filosofía (tal y como la entendemos hoy en día, también). Una filosofía que dejaba de tener un interés mitológico y que, aunque no lo abandonase, se afiliaba al discurso razonado como un método racional de solución de problemas o de alcance de la verdad. 




Así, en la escuela de Platón se podía leer en la entrada: que no entre nadie que no sepa geometría. Hasta tal punto era importante el conocimiento matemático aplicado a los cuerpos planos o volumétricos y sus formas.

La imagen que es preciso tener de las matemáticas tiene que pasar por los filtros históricos convenientes. Principalmente porque sabemos que no se puede hablar del estado de una ciencia hace 2000 años en los mismos términos que de la misma en la actualidad. Un ejemplo de esto es cuando (bajo un error grave, a mi parecer) se intenta estudiar un fenómeno pasado aplicando los criterios de la actualidad. Si entendemos las matemáticas como una ciencia cuyos principios han variado históricamente entonces no podemos pensar que los matemáticos hayan actuado de la misma manera a lo largo del tiempo. Un ejemplo es el siguiente: 

Proclo dice en un comentario de sus obras que Tales hizo avances importantes en el terreno de las matemáticas pero lo que realmente hizo fue sistematizar los conocimientos que había disponibles. La idea cuando hablamos de sistematizar es ver qué teoremas se deducen de ciertos axiomas. Sin embargo, cuando hablamos de las matemáticas en Grecia hablamos de Pitágoras y de los pitagóricos: de la secta pitagórica. En esta secta las matemáticas tienen un carácter religioso y no se pueden estudiar desvinculadas de ello. Para ellos, las matemáticas son una parte del lenguaje que permite entender el universo. La aritmética para los pitagóricos fue fundamental antes del giro hacia la geometría: proporcionaba los fundamentos necesarios para profundizar y comprender una estructura perfecta que es lo que entendemos por universo. Sin embargo, para ellos la geometría es mera representación espacial, y esta geometría tiene, como ya he dicho antes, una proyección institucional, disciplinaria: es preciso aprenderla para poder entrar en la secta y vivir como pitagórico.

Y esto nos lleva al caso de Platón. Por lo que a él respecta, la reflexión matemática debería tomar como objeto la forma misma de los objetos, no su representación material o sensible, sino su forma eidética. En el fondo Platón busca una especie de análisis basado en elementos puramente ideales. No tenemos nada claro cuáles son sus axiomas en la matemática ya que, además, emplea un método analítico diferente al de la matemática deductiva: partimos de los axiomas para demostrar algo. Utilizamos los problemas que tenemos a mano para poder deducir la proposición en particular. Platón no trabaja así, el método analítico de Platón, que luego fue heredado, es un método invertido, contrario al que acabo de mencionar. ¿Por qué? Porque sabe que la cadena entre las premisas y la conclusión a veces no es obvia. Intenta remontarse a los fundamentos desde los que podríamos deducir esa proposición, esos fundamentos podrían ser hipótesis. El método es lo que solemos conocer como análisis: disolución de la proposición que tratamos de entender. Luego Platón lo que hace es comprobar si en la síntesis esas conclusiones son realmente suficientes. En Platón hay un método de análisis y luego un proceso de síntesis para saber si hemos desarrollado la prueba demostrativa que queríamos obtener.



Si cometiésemos el error de asomarnos a este problema aplicando criterios actuales entonces resolveríamos la cuestión diciendo que estos matemáticos pecan de una grave falta de rigor científico. Nuestra crítica a esta imagen que ha emergido del desarrollo de la matemática griega y pre-griega se basa en lo siguiente: ellos se preocupaban mucho más por la cuestión funcional o instrumental. Los sacerdotes egipcios sabían que si aplicaban esos principios conseguían buenos resultados: sabían que funcionaba pero no por qué funcionaba. Y hoy, la ciencia y la tecnología no funcionan así. Bajo la perspectiva actual podríamos decir que la matemática primigenia era a-científica, ¿dónde quedaban los principios o axiomas mas que en el rincón de la tradición?

En resumen, mi visión del estatuto científico de las matemáticas no es novedosa y, de hecho, se encuentra compartida por bastantes teóricos de la ciencia. Además, es una visión compatible con el hecho de que los axiomas de las matemáticas habían permanecido inalterables e incuestionados hasta principios del siglo XX (con Gödel, por ejemplo). Este giro metodológico se ocupaba más de la teoría (causas, presupuestos implícitos…) que de que fuesen teorías válidas y efectivas en la práctica. El siglo XX fue testigo de la revisión de muchos principios que habían parecido firmes e incontestables tanto en ciencia como en el mundo social.

Francisco Riveira

En Estambul, Turquía.

24 de octubre de 2014

Mathesis Universalis



Resulta que para la mayoría de los filósofos importantes las matemáticas fueron aquello a lo que agarrarse en épocas de incertidumbre. Y no solo en épocas sino también en proyectos intelectuales. Si, como decía Descartes, las matemáticas habían tenido tanto éxito dentro del conjunto de las ciencias, ¿por qué no tratar de aplicar sus principios al resto de las mismas, incluidas la disciplina filosófica? Hay que pensar que Descartes, mediante esta intuición, estaba dando voz a un sentimiento generalizado en su época: querer matematizarlo todo. Un siglo más tarde nos encontraríamos con Leibniz, principal valedor de la "Mathesis Universalis", que buscaban no sólo una explicación del mundo en el que vivían sino que esta explicación estuviese realizada a través de la herramienta más perfecta que había creado el ser humano: las matemáticas.

Siglos más tarde, con Russell y Gödel (entre otros) encontraríamos bastantes problemas para sostener esta postura y las matemáticas se someterían a la revisión que, tarde o temprano, toda ciencia recibe por parte de aquellos que la interrogan críticamente.




Francisco Riveira

En Estambul, Turquía.

23 de octubre de 2014

Por qué tenemos que gastar dinero en ciencia





Hay muchos motivos para esgrimir un pensamiento crítico. El primero de ellos, y más importante a mi parecer, es el de la pura búsqueda de la verdad por sí misma, sin otra pretensión.

Pero ahora está de moda pensar de manera utilitarista: que lo que hagamos sirva para algo. Esta posición también es respetable pero no siempre acaba de funcionar. ¿Qué ocurre cuando determinada investigación no nos lleva a nada claro con lo que, por ejemplo, poder hacer un aparato que nos haga la vida más fácil? En este caso los utilitaristas abandonarían la investigación y dedicarían sus esfuerzos a otro tipo de materias más sabrosas. ¿Qué ocurre si esa investigación tenía un interés sencillamente archivístico, o por el encuentro de la pura verdad - o de algo que nos acercara a ella- ? ¿Qué ocurre si no investigamos en aquellas ramas que no nos prometen premios tecnológicos al instante pero que, al cabo de unos años, acaban por darnos frutos insospechados?

El criterio utilitarista no es el mejor (históricamente) para hacer política científica. La ciencia ha de seguir sus propios criterios y habida cuenta de que la ciencia no tiene objeto, sino campo, ha de pasar de uno a otro sin la intervención política de nadie. Pero la ciencia, como el resto de actividades humanas, necesita dinero. Hasta hoy, la manera más habitual de que un científico consiguiese dinero era a través de un mecenas, un Estado o asociación importante, o a través de su propio patrimonio. Pero se ha dado el caso de que los científicos hoy en día son personas de clase baja o media, que han podido alcanzar el conocimiento al que hace siglos sólo podía aspirar el clero o la burguesía. Y aquí encontramos un problema, que es el que expongo.

Se necesita un criterio para dar dinero. Hoy en día el criterio es muy endeleble cuando nos referimos al coaching: hay mucho dinero dedicado a esta chuminada. También el criterio es endeleble cuando nos referimos a las neurociencias. Todo lo que lleve la palabra "neuro" o que se refiera al cerebro de una u otra manera va a tener el beneplácito de los gobiernos, de la prensa científica en general y de las publicaciones científicas en particular. La ciencia también atraviesa modas.

Una vez pasada la moda "cerebrocentrista" quizá asistamos a la fiebre por los autómatas, que está hoy en día surgiendo (o resurgiendo). También la robótica tiene un futuro muy prometedor. Entonces, ¿qué criterios seguirá un gobierno cuando tenga sobre su mesa varias propuestas de colaboración económica en proyectos científicos? Seguirá no sólo los criterios que dicten los propios científicos interesados en conservar su puesto de trabajo sino también los criterios relativos a la moda del momento.

Con este post he querido abrir la problemática. Las políticas económicas son importantes en cualquier momento pero hay que pensar que la ciencia requiere mucho más tiempo que el que otorga una legislatura. La ciencia y el dinero destinado a ella no puede disminuir de una legislatura a otra porque siempre existe el riesgo de que todo el trabajo realizado por un laboratorio en concreto luego no sirva para nada si no tiene recursos suficientes. No hay problema en terminar con una línea de investigación porque si algo bueno tiene la ciencia es que todo es publicable y recuperable. Pensemos por un momento de otra manera: no utilitarista, tampoco por moda... pensemos en la pura búsqueda de la verdad o, si lo queréis decir de otra manera, pensemos en el trabajo de todos esos científicos que se ganan el pan acercándonos más a las leyes que se esconden tras la naturaleza. Pero aun así estaríamos ante un pensamiento utilitarista, ¿verdad? Demos dinero a la ciencia: mantengamos los estómagos llenos de nuestros científicos.

Así que mi propuesta es, a riesgo de condenarme citando a Platón, la siguiente: hay que buscar la Verdad por sí misma, sin más pretensiones. Hay que dar dinero a la ciencia por sí misma, sin esperar recibir nada a cambio. Seek the truth for its own sake.

Probablemente esta sea la mejor inversión en capital riesgo que se puede hacer.

Un saludo.

Francisco Riveira

En Estambul, Turquía.

22 de octubre de 2014

"El acorazado Potemkin", escenas revolucionarias



No se puede entender “El acorazado Potemkin” fuera de un contexto social revolucionario. La voluntad del director (Eisenstein) y la de la mayoría de obras artísticas en su época buscaban legitimar una revolución que estaba naciendo en Rusia y que se extendería por el resto del mundo.
En esta película, por tanto, se va a ver reflejada la vida de los obreros y de los subalternos hasta y en el momento de su sublevación.

La carne que ingerían los marineros del acorazado estaba en mal estado. Uno de los marineros con más iniciativa decidió quejarse por ello pero el capitán y el médico de la tripulación no le hicieron caso. Muchos de los marineros se negaron a comer más y así se lo hicieron saber al capitán, que ordenó fusilarles a todos.
Los encargados del fusilamiento (suboficiales) se negaron a ejecutar su orden y se revelaron contra los superiores, a quienes mataron o tiraron por la borda. La ciudad de Odessa se enteró de estos sucesos, que prendieron mecha con la muerte del marinero (Vakulinchuk), iniciando la rebelión a bordo . Los cosacos trataron de parar los alborotos que los ciudadanos estaban haciendo en la ciudad fusilando a todo aquel que se pusiese por delante de ellos pero sólo consiguieron darles más motivos para quejarse.
La película acaba con una escuadra de barcos intentando en apariencia atacar al acorazado. Al final resultan ser compañeros y se unen a la causa revolucionaria.

Pero no es tan importante la historia como la manera en que está narrada. En efecto, la función de panfleto o de “mitin” revolucionario es muy clara, cada escena incluye uno o varios elementos que invitan a la subversión ante las injusticias que ahí aparecen. Se utilizan multitud de figuras retóricas (masas jaleando, niños muriendo víctimas de los cosacos, marineros tirando por la borda al capitán y almirante, etc), se puede observar un acompañamiento musical del todo acorde con lo que sucede, ora invitándonos a ponernos de pie y quejarnos de la injusticia tan visible, ora agobiándonos por no saber qué ocurrirá en la siguiente escena.

Esta manera de narrar los acontecimientos se encuentra muy ligada al propio pensamiento de Eisenstein, que aseguraba que ningún plano tenía sentido por sí mismo sino que requería ser enlazado con otros, para tener una forma completa e influir en el modo en el que el espectador se forjaría una idea de la trama y de los sentimientos de los personajes. Así, Eisenstein hace que la psicología cobre una importancia capital a la hora de visualizar las escenas: nos emociona, nos impulsa a pensar sobre lo que ocurre a los personajes no pasiva sino activamente, como si estuviésemos inscritos en la época y en esos sucesos concretos...
Como buen hijo del pensamiento marxista, Eisenstein piensa que no es suficiente con plasmar la realidad sino que hay que aportar un “plus”, una voluntad de cambio... así es como el materialismo histórico aparece en sus obras (y en esta mucho más claramente): utiliza la película para exponer toda una tesis sobre la revolución y la injusticia social.

De manera más técnica, la historia (el montaje) presenta una estructura lineal (narrativa o clásica), cada capítulo representa un suceso y, en los cinco existentes, no hay saltos temporales sino que hay una perfecta coordinación entre los acontecimientos, cosa, por otro lado, casi obligatoria a la hora de narrar este tipo de hechos históricos.



Más allá de la línea temporal del filme, el montaje tiene gran parte de ideológico, el director busca crear una impresión fuerte en el espectador, “jugando” con sus emociones y valiéndose de símbolos, gestos... Pero el montaje, además de ideológico, es un montaje tonal, pues la formación de cada escena depende con mucho de los acontecimientos que en ella ocurren. Por ejemplo: en las situaciones de acción, hay mayor movimiento de cámara y de cambios de enfoque y perspectiva, cada escena es más corta, indicando la agitación de lo que en ella sucede.

La escena más significativa de todo esto se trata de la del bebé y el carricoche: una madre es alcanzada por un disparo de los cosacos (cuando estos están intentando sofocar la sublevación ciudadana), lleva un carro y dentro está su bebé. Al caer al suelo ya muerta se apoya en el carrito y este comienza a descender escaleras abajo. Mientras que el carrito baja las escaleras de la ciudad de Odessa alrededor suyo los disparos siguen sucediéndose. Algún que otro ciudadano se da cuenta de que el carro está moviéndose con un niño dentro y así nos lo hace saber el director enfocándonos sus caras, pero entretanto los disparos y agitación siguen siendo representados y capturados con la cámara. Este tuoi de esceba ejemplifica muy claramente la forma de montaje que prefiere Eisenstein.

Un saludo.

Francisco Riveira

En Estambul, Turquía.

21 de octubre de 2014

La Filosofía ya no busca la Verdad



El arte de la hermenéutica nos dice que tenemos que tomar los textos qua textos. Nos dice que la excesiva contextualización puede estar fuera de lugar y que más nos valdría atenernos a las tesis y pretensiones de verdad del texto. Esta manera de pensar me parece correcta siempre y cuando pensasemos que la filosofía (los textos filosóficos, que son de lo que esta materia se nutre principalmente) tiene pretensiones de verdad. Creo que mucha de la filosofía que hoy en día se crea no tiene pretensiones de verdad, o al menos no la intenta buscar tan encarnizadamente como en el pasado. Las pretensiones de verdad de textos kantianos o aristotélicos son hoy hasta ridículas. ¿Por qué? No por la pura pretensión, que es hasta loable, sino porque vistos desde la actualidad suponen aproximaciones a problemas variopintos que, desde luego, no se pueden responder tan solo desde una materia como la filosofía.

Estoy con Gustavo Bueno (de nuevo) cuando nos dice que, para él, leer libros de filosofía que hablan de otras filosofías es una tarea bastante estéril. Dice que más nos valdría a los estudiantes de filosofía o filósofos (o historiadores de la filosofía) leer otro tipo de libros, como por ejemplo libros de biología, cosmología... y, por supuesto, hacerlo de las teorías actuales (si es que en algún momento tuviésemos interés de encontrar esa sempiterna verdad buscada por tantos filósofos de renombre: hay una cosa clara, hoy en día estamos más cerca de esa Verdad de Platón, mucho más cerca que hace cien o doscientos años).

La historia no tiene un progresus, eso es algo innegable. Sin embargo, la ciencia sí que lo tiene. La ciencia y la técnica. La ciencia busca la verdad por el mero hecho de encontrarla, sin intenciones ulteriores. La técnica busca la verdad como instrumento para crear nuevos artilugios o tecnologías pero, si en algún momento ha de rechazarla, no le supondrá mayor problema. Feyerabend se equivocaba en algunos momentos de su teoría sobre la ciencia: no eran los científicos "puros" los que se vendían al mejor postor (la verdad que mejor cupiese en sus aseveraciones) sino otro tipo de científicos de segunda categoría: los ingenieros, los creadores de tecnología, etc.

Pero la Filosofía, desde siempre, ha tenido pretensiones de verdad. Hoy creo que la Filosofía está relegada a una posición bastante poco favorable para los que queremos dedicarnos a ella. No es ni siquiera una ciencia social. Unos dirían que es algo menos que una ciencia social, a saber, que es un continuo disparate que no se sostiene empíricamente. Otros dirían que es algo más que una ciencia social, o incluso una ciencia natural, pues intenta descifrar qué se esconde detrás de todas ellas. ¿Cómo que qué se esconde? Pues bien, te dirían los filósofos -y me incluyo entre este último grupo-, parece ser que la filosofía es la mejor rama del conocimiento para descubrir los supuestos antropológicos, políticos, científicos, dogmáticos... e incluso religiosos que hay detrás de muchas ciencias o pseudociencias. Las ciencias no tienen capacidad introspectiva en un sentido metacientífico. Esto es, si bien son capaces de mejorarse a sí mismas dentro de su categoría o campo de conocimiento (por ejemplo, biología molecular), no serán de ningún modo capaces dentro de su propia terminología de descubrir qué tienen en común con postulados de, por ejemplo, otro tipo de biología centrada en los organismos macro. Si esto es cierto, entonces la filosofía (de la ciencia) tiene todavía muchas cosas que decir. Pero no tiene que dar una guía de comportamiento a nadie, como pretenden los filósofos de la ética. Sólo (y este "sólo" es por sí mismo suficiente para justificar la elaboración de más libros sobre la cuestión) nos permite descubrir qué presupuestos tienen estas ciencias, dándonos una visión epistemológica global de todas ellas.

Para mí la Filosofía interesante de hoy en día es la epistemológica, o la filosofía de la ciencia en sentido general (la que puede conversar con las ciencias sociales o naturales a partes iguales). Creo que la Ética tendría que abandonar las facultades de Filosofía y creo que la Filosofía Política tendría que estar presente en todas las facultades de Ciencias Políticas, para quitarles la tontería a muchos de esos estudiantes (que, sin saberlo, están consumiendo toneladas de prejuicios y tesis implícitas en postulados aparentemente objetivos).

Titulo este post diciendo que ya la Filosofía no busca la Verdad. Esto es de dominio común entre los estudiantes de esta disciplina. Quizá no busque la verdad con mayúsculas sino verdades menos fundamentales, o verdades puntuales que nos permitan comprender fenómenos de suma importancia como, qué duda cabe, lo son las ciencias duras o sociales.

Me temo que los que quieran alcanzar LA VERDAD se van a tener que conformar con alguna religión. Ni las ciencias ni la Filosofía pueden prometernos esa verdad a riesgo de resultar pretenciosas e insuficientes.

Un saludo.

Francisco Riveira

En Estambul, Turquía.


20 de octubre de 2014

Doscientos posts después




Hola a todos.

He llegado a esta cantidad de posts después de tres meses escribiendo diariamente sin fallar ni una sola vez. Ahora si dejo de escribir me siento mal y enseguida me pongo a ello. Tengo un semi-acuerdo tácito conmigo mismo. Por supuesto que algunos días "hago trampas" y publico imágenes o vídeos, pero también es interesante el lugar en el que estoy y no sólo aquello que estudio, así que lo documento de manera multimedia.

Quiero agradecer a todos los que os pasáis por aquí diariamente tanto por vuestras visitas como por vuestros comentarios. También a los que me leéis por Twitter o, por lo que sea, habéis llegado aquí buscando información sobre cómo llegar a Turquía para hacer Erasmus, cómo sacarse el First Certificate o cómo hacer si te roban dinero de la tarjeta (y un largo etcétera). Me alegro muchísimo de que lo que escribo os pueda servir para algo.

Hay otros proyectos como el Podcast o la auto-edición de mi primer libro que estoy dejando para otro momento en el que disponga de más tiempo libre. Estos dos primeros meses en Estambul han sido bastante cansados y llenos de actividades y por eso no me he podido dedicar tanto como me gustaría a estas cosas de Internet. Pero es mi intención recomenzar el podcast y, por supuesto, meter en Amazon mi primer libro.

¡Un saludo y hasta la próxima!

Francisco Riveira

En Estambul, Turquía.

19 de octubre de 2014

Qué pasa con Gustavo Bueno

Foto por Diario de Mallorca


El post (con diferencia) más visitado de todo mi blog es uno en el que hablo de Gustavo Bueno. Más que hablar, lo alabo. Y he tenido varios comentarios negativos por ese hecho. El último ha sido de una persona que nos llama "papanatas" a los que tenemos en alguna consideración al filósofo riojano.


Yo, lejos de querer ser un papanatas apoyando sin ninguna razón a un filósofo, pretendo con este post hacer algún apunte a este tipo de comentarios, pues son bastante comunes a lo largo y ancho de la blogosfera, y a lo largo y ancho del mundo académico (dos mundos que comparten muchos de sus principios, aunque pueda parecer increíble, principios como la envidia por la fama ajena o la crítica ad hominem sin haber leído una sola línea del criticado).


Qué entretenido es ver los programas a los que invitaban a Gustavo Bueno. Los que más me gustan son aquellos en los que se tenía que defender una causa (como el psicoanálisis, por ejemplo) y en los que aparecía el filósofo para sentenciar con frases irrefutables. En uno de ellos ("De buena ley") el propio profesor Bueno decía al jurado (que se encargaba de, haciendo el papel de un juez imparcial, dictar sentencia ante lo expuesto por ambas partes) que a él le daba igual lo que el juzgado decidiese, que había cosas que eran así y que por mucho que un juez dijese lo contrario, no podrían cambiar. Por ejemplo: por muy buenas razones que se argumentasen a favor de que la suma de los ángulos de un triángulo sea mayor o menor que 180, eso iría en contra de la geometría universalmente aceptada. Era el único que, fuera de esos programas, seguía manteniendo esa actitud beligerante ante las fantochadas de los demás invitados. Uno de los más divertidos es el lance que tiene con una "jungiana". Yo tampoco me llevo bien con Jung, ni con Freud... en ese sentido me uno a las críticas de Bunge y de Bueno al respecto. Os dejo el vídeo:



La ideológica es la postura más complicada de describir. La deriva ideológica de Bueno proviene del marxismo. De hecho, en algún momento, Gustavo Bueno se ha considerado marxista. Pero no es un marxista al uso común, y con esto de uso común me refiero al uso mostrenco y alejado de la autocrítica de muchos marxistas del tipo tuitero (esos con fotos en blanco y negro de sus héroes de la Internacional que se nutren de la endogamia intelectual y de citas de libros clásicos que no dicen nada interesante). Hay que tener en cuenta que Gustavo Bueno es, antes que polemista, un filósofo. Es un filósofo con un sistema enorme detrás suyo que ha elaborado una teoría de la ciencia que no se puede encontrar en ningún otro filósofo español. Me refiero, como muchos sabrán, a la Teoría del Cierre Categorial. Él incluye esta nueva noción (aunque no es nueva en campos como las matemáticas, sí que lo es para la filosofía) que nos permite diferenciar entre campos de conocimiento y evitar un pensamiento sobre los mismos cerrado e insuficiente. Me prometí a mí mismo dar una lectura más profunda de toda esta teoría pero van a tener que pasar todavía unos cuantos meses más para ello. (Esta definición de la TCC es insuficiente, así que pasadla por alto). No encuentro en España, país donde los filósofos son tan reacios a la creación de escuelas (o a que se les asocie con una en particular), un pensamiento elaborado a lo largo de los años con la misma profundidad e indiscutible finura como el de Gustavo Bueno. 
Soy de los que piensan que para criticar a un filósofo, cuando habla como tal (no cuando opina en la barra del bar, claro), hay que conocer de una manera u otra su sistema. De ese modo tenemos que pasar a formar parte de su juego, hacernos con sus conceptos (que son las piezas con las que los filósofos jugamos siempre) y discutir en el mismo terreno. Por supuesto, si queremos dar una nota discordante, tendremos que entrar en ese u otro sistema filosófico. ¿Qué ocurre aquí? Que la crítica al sistema de Gustavo Bueno sólo puede realizarse (e insuficientemente) desde visiones parciales, críticas a términos particulares que pierden el norte del sistema complejo en que están imbricadas. Es decir, para que un castillo sea inexpugnable no solo basta con que las murallas sean fuertes, también se necesita que el ejército que lo intenta conquistar sea lo suficientemente débil. 

Los ejércitos que intentan conquistar, mediante críticas parciales, redundantes y falaces, el pensamiento de Gustavo Bueno, se dan siempre de bruces con un sistema complejo y completo.

Por lo demás, todos tenéis derecho a meteros con él como persona. Pero eso ya no es filosofía. Si queréis discutir con el filósofo hacednos el favor de mostrar un mínimo de seriedad y plantarle cara dentro de sus propios argumentos o usando otros, con la misma fuerza, aunque no pertenezcan a su sistema.

Un saludo.

Francisco Riveira

En Estambul, Turquía.

18 de octubre de 2014

Comiendo Lahmacun



Esto es lo que he comido hoy. Me ha gustado tanto que he repetido para cenar. En total 10 TL de menú, dos lahmacunlar (CocaCola incluida). Unos tres euros y pico.
Se trata de un plato típico de Turquía, los puedes encontrar en los establecimientos Hacioğlu (hay uno al menos en cada barrio o centro comercial de Estambul). Carne picada con verduras también picadas. Lo bueno de Turquía es que tanto verduras como frutas saben mucho mejor que en España.

Para comerlo más cómodamente, al ser una masa tan fina, la gente se los enrolla estilo dürüm.

Un saludo.

Francisco Riveira

En Estambul, Turquía.


17 de octubre de 2014

La banalización del sufrimiento ajeno



Llegan esos días en los que uno tiene poco que decir. Los temas ya parecen ser redundantes y dar poco juego. Hay bastantes pasiones que nos motivan a escribir para así expresarlas mejor pero, por mucho que queramos, nos resulta difícil ponernos a ello.

En esta ciudad la vida sigue, en este país también... es sorprendente cómo la vida sigue cuando otras cientos y miles de ellas se pierden a pocos kilómetros de la frontera constantemente. La gente tiene las narices de seguir haciendo su vida, aunque al lado estén muriendo compatriotas o vecinos. Yo esto lo puedo llegar a entender pero mi sentimiento de la empatía está algo más desarrollado. Este sentimiento se puede llegar a atrofiar al igual que los alemanes del Tercer Reich. Cuando la estructura de nuestras vidas o de los estados en que estamos insertos pueden con nosotros, con nuestros sentimientos más básicos y nuestras tendencias más humanitarias, consiguen hacernos olvidar que todos seguimos siendo seres humanos.

Está, por un lado, la banalidad del mal, y por otro lado la banalización del sufrimiento.

Decía Emilio Lledó que los videojuegos eran productos aborrecibles porque podías matar en ellos. Que no eran como las películas, donde otros mataban, sino que eras tú mismo el que, con tu mano o tus dedos, decidías conscientemente matar a alguien, por mucho ser virtual que fuese. Yo me pregunto si así es como piensan los que deciden participar en una guerra, si hay un sentimiento mayor que convierte en seres virtuales a todos los demás enemigos. Sigo sin creerme que a estas alturas de la historia haya gente con una capacidad de abstracción tan abrumadora, tan descorazonadora.

No hay nada que decir puesto que, aunque ya esté dicho todo, me encuentro en un momento en que me toca observar y más tarde actuar en consecuencia.

Porque sí, quiero actuar.

Francisco Riveira

En Estambul, Turquía.

16 de octubre de 2014

Pensando en otro idioma



El inglés sigue mejorando. Si paso días con gente que no se puede comunicar conmigo salvo en ese idioma entonces comienzo a asimilarlo mejor. Me ha ocurrido algo que indica que un idioma está más o menos interiorizado: he pensado directamente en inglés. No es que haya pensado en inglés para hablar luego con alguien sino que directamente, por una mayor familiaridad de la estructura del idioma y por tratarse de pensamientos no muy complejos, encontraba en el inglés mayor facilidad para llevar el hilo de mis pensamientos. Me he sorprendido a mí mismo así.

No es algo premeditado, porque lo premeditado en los idiomas suele salir mal. Es como conducir premeditadamente, llega un momento en que hay tantas acciones que realizar al mismo tiempo que como no llegues a mecanizar las más básicas estás condenado a sufrir un accidente. Lo mismo, creo, ocurre con los idiomas. Un buen día pasas directamente a pensar en otro idioma involuntariamente porque has vivido en un ambiente en que no se ha utilizado en ningún momento tu lengua materna.

Luego, poquito a poco, vuelves a sentirte más cómodo con el castellano y pasas directamente a él.
No hay trucos, el único truco (por llamarlo de alguna manera) es tener una base fuerte en ese idioma en el que intentas pensar y, por supuesto, hablarlo y escucharlo constantemente. Lo ideal es que ese idioma te sirva para algo: para estudiar, para ligar, para conseguir un trabajo o para hacer amigos. Hay gente que se toma los idiomas como fines y no como medios, y es aquí cuando llega el problema: aprendemos inglés no para ser capaces de abrirnos al mundo sino para rellenar nuestro currículum y así tener más éxito en una empresa española.

Por supuesto, hablar inglés hoy en día es básico. Si hay otros idiomas básicos yo diría que son el español, el chino y el árabe. Sabiendo estos cuatro idiomas puedes comunicarte fácilmente con la mitad del planeta tierra, y con moderado éxito con la otra mitad.

Así que, ¡a aprender idiomas!

Un saludo.

Francisco Riveira

En Estambul, Turquía.

15 de octubre de 2014

Para mis amigos sirios




Hoy no voy a hablar de mí. Quiero hablar del pueblo sirio. Ya sabéis todos cómo lo están pasando, pero lo sabéis porque lo veis en las noticias, o lo leeis por Internet. La imagen que tenemos del pueblo sirio se asemeja más a gente "mora" con camellos que a gente divertida, que sabe idiomas y que es inteligente y conoce qué le está ocurriendo. Esa es la imagen que tenemos de los países del Medio Oriente y cuando vemos las guerras que ocurren ahí entonces automáticamente nos hacemos una idea de que son semi-animales, porque un pueblo de humanos no podría jamás cometer tales barbaridades.

Pero bien, si se juntan el hambre con las ganas de comer sucede lo que ha ocurrido en Siria. Siria lleva siendo gobernada por la misma familia de dictadores desde hace unos 30/40 años, y no parece que vaya a cambiar. La Primavera Árabe (ahora me hace gracia cuando se la compara con el 15-M, ¡nosotros a su lado somos unos principiantes!) causó una gran conmoción en un montón de países del Oriente Medio, en su mayoría de lengua árabe. En el país en que estoy viviendo ahora mismo, Turquía, también tuvo sus ecos aunque la virulencia no fue tan grande como en Siria, por poner un ejemplo extremo.

Y hasta hace una semana no conocía a nadie que viviese en esa situación, porque no conocía a ningún sirio, a ningún libanés, o egipcio. En una semana se han dado la vuelta todos mis esquemas. Se ha dado la vuelta mi escepticismo moral, mi pasividad ante determinadas informaciones relativas a estos países y, por supuesto, el ponerme en contacto con esa gente (de carne y hueso) me ha hecho tomarme el asunto de manera mucho más personal que como espectador español en su casa, en un ambiente tranquilo, sano y seguro ('aunque esto último está todavía por ver si se mantiene!).

Así que imagínate a ti, estudiante universitario, viviendo tranquilamente en tu país. Tus amigos y tú soléis salir cada pocos días, sin mayores preocupaciones, tampoco os las merecéis, qué duda cabe. Os va bien en la carrera y además sabéis idiomas, por lo que no sólo vivís para vosotros mismos y para vuestro país, sino que tenéis eso que se ha dado en llamar "proyección internacional". Algunos de vosotros soñáis con ir a otro país a trabajar y a vivir en cuanto tengáis la oportunidad puesto que, aunque os guste vuestro país, siempre hay una posibilidad de mejorar.

Pues bien, un buen día comienzan las noticias a hablar de multitud de levantamientos a lo largo y ancho de vuestros países contiguos. La hermandad con ellos es la misma que pueden tener los americanos del norte entre sí, o los americanos del sur entre sí. Os une una cultura de masas semejante, un idioma que sirve de vehículo de expresión y que os permite la comunicación entre varios cientos de millones de personas. Esto, lo queráis o no, es un indicativo de hermandad.
Uso este término (hermandad) de manera muy amplia, y no hago con él referencia a ningún evento histórico, más bien lo asocio al sentido de "fraternitè" francés.

Esos levantamientos no eran gratuitos sino que respondían a una situación grave tanto económica como social: poco trabajo, malas condiciones de vida, gobernadores que por hache o por be habían convertido el país en su feudo privado, país en el que podían pinchar y cortar sin apenas resistencia.
Así que en vuestro país decidís "imitar" las mismas rebeliones que en los demás, no porque tengáis un gran espíritu de lucha o un sentimiento político muy desarrollado sino porque veis que en algunas partes de vuestros países hermanos estos levantamientos han tenido éxito.

Poco a poco os vais mentalizando de que existe eso de "poder popular" y de que sólo os hace falta salir para que se os tenga en cuenta. Entonces el gobernante ahora da su versión de dictador de tres al cuarto y recrudece las medidas represivas. Se convierte, de la noche a la mañana, en una figura bien reconocible a la que batir. Pero, ¿qué ocurre? Hay gente que todavía no se ha levantado de su "sueño", que prefiere seguir como siempre y que ve en estas peticiones algo utópico. Esto es lo que ocurre en todo el mundo.

Entonces se suman más ingredientes al caldero y ya no es sólo una cuestión política, sino que, como en tu país hay una abrumadora cantidad de religiones y de razas, comienza a haber disputas entre ellas, e incluso se crean grupos que se autoconsideran un Estado (ISIS) -aunque no estén reconocidos legalmente- y deciden que son ellos los que tienen el poder para dictaminar quién es bueno y malo. Y entonces la virulencia ya es imposible de controlar y se asesina sin problema a cristianos, ateos, mujeres, políticos o activistas (y esto no es simple ateísmo de libro, como el que se vive en España, sino un odio exacerbado y basado tanto en libros sagrados como en mentes perversas).

Se ha montado una tan gorda y hay tantos ingredientes, como digo, que nos resulta imposible saber de qué lado ponernos. Bueno, sí que nos resulta posible, porque en las guerras civiles lo primero es ponerse del lado de alguien, a riesgo de ser tachado de indiferente o de traidor, etc. Y si no te pones de lado de nadie, lo harás por amor, por amor fraternal o romántico.

Y tú sólo querías estudiar. Y tú sólo querías ser feliz. Querías seguir viendo a tus amigos y viendo a tu madre trabajar y sacar a una familia adelante. Tú sólo querías ver el Mundial como todos tus amigos, ver los conciertos de tus cantantes favoritos e ir al cine sin miedo a que lo derribase un misil. Y esto no es un comentario gratuito, tampoco quiero que suene efectista. Es que no es efectista, esto es lo que queremos todos los seres humanos normales, sin apenas diferencias. Quizá unos no quieran que su madre sea feliz, o deciden que no merece la pena ver partidos de fútbol. Puede que otros piensen que hay que acabar con las religiones y convertir a las personas en ateas, en escépticas. Todo esto está muy bien, en toda sociedad hay diferencias... pero allende las diferencias: ¿qué nos queda en común?

Pues bien, yo he "descubierto" que hay algo en común que todos buscamos y que necesitamos.
Algunos dicen que la Pirámide de Maslow es el mejor modo de explicar qué necesita un ser humano, como mínimo, para tener sus necesidades cubiertas. Pues bien, creo que es una pura patraña. El ser humano, para "ser" humano necesita algo más que comida, un techo sobre su cabeza y dinero. Necesita que la situación en la que vive le permita hacer planes más allá del año vista. Que pueda formar una familia (si quiere) o estar con su pareja en una ciudad, tranquilamente, sin preocuparse por el próximo misil o levantamiento militar que, de acuerdo a la mala suerte, le pueda llevar a él y a alguno de sus amigos por delante. Necesitamos saber que la gente que queremos no va a desaparecer por la ruota della fortuna al día siguiente. Queremos estudiar y queremos que sirva de algo. Queremos propagar nuestra cultura por el mundo porque es valiosa: nuestra cultura incluye comida, idioma, costumbres...

No, no somos tan diferentes, y me dejo más cosas que tenemos en común. Parece algo del más puro sentido común pero en occidente nos dejamos llevar por demasiadas abstracciones y no pensamos que lo que tenemos ganado es mucho y que se puede perder si la situación se tuerce de determinada manera. No sabemos que los tiempos de paz son los períodos más infrecuentes a lo largo de la historia de la Humanidad y no somos conscientes de que nosotros, como muchos de nuestros antepasados, somos también unos posibles emigrantes a la fuerza.

Vemos todos estos conflictos desde nuestro salón, ¡y eso no es malo! Lo malo es dejar de creer que esa gente no tiene nada que ver con nosotros.

Me sienta mal el concepto de ciudadanía, porque se refiere de una manera u otra (muy poco meditada) a una situación de igualdad que de facto no existe. ¿Los ciudadanos tienen que afrontar los mismos problemas? No, está visto que si yo vivo en un país en conflicto y tengo mis millones guardados, voy a tener mucho más éxito y sobreviviré con mayor seguridad que una familia numerosa con padre y madre en el paro. Sin embargo, todos los pueblos tienen todas estas cosas en común, y viven por y para conseguir cubrir las mismas necesidades.

Si este sentimiento patriótico se exacerba, como se hace en algunos lugares de España o del resto del mundo, se estará perdiendo la perspectiva de que vivimos en una suerte de aldea global donde, si bien no todos somos iguales, sí que los que son iguales entre sí merecen la misma consideración, sean negros, blancos o amarillos. Este es un problema al que el marxismo más puro no ha dado buena solución. Me temo que el anarquismo tampoco tiene herramientas suficientes para considerar este deseo universal que he descubierto por vía empírica. Quizá haya sociólogos o psicólogos sociales que hayan pensado sobre estos asuntos, pero estoy seguro de que lo habrán hecho desde una perspectiva occidental, porque la psicología y la sociología son vergonzosamente occidentalocéntricas.

Si queremos entender lo que está ocurriendo en esos países del Medio Oriente, por favor, hagámoslo sin olvidar al pueblo que sufre. Esas cifras de civiles muertos siguen creciendo, y dando la vuelta al caso, podrían tratarse de tu madre, hermanos o amigos. Hace años hubiese rechazado este argumento por tratarse de un futurible, pero no todos los futuribles son gratuitos, y menos este. No después de ver que tengo más en común con el pueblo sirio de lo que me hubiese imaginado.

Que sirva este post no sólo como reflexión o llamada de atención a occidente sino como muestra de afecto a mis amigos sirios, que sufren silenciosamente los avatares de una historia que no han elegido para ellos pero que tienen que soportar, estoicamente. A pesar de todo quieren lo mismo que nosotros: una vida feliz.

Un saludo.

Francisco Riveira

En Estambul, Turquía.

13 de octubre de 2014

Mi primer día en el coro



Y el día llegó. Hoy hemos tenido nuestro primer ensayo en el coro de rock de la Universidad del Bósforo. Ha sido una actividad que necesitaba desde hacía muchas semanas: me da
mucho ánimo cantar. Hacerlo con más gente consigue que me olvide de mi voz por unos momentos y piense más en lo general, en el todo más que en la parte. Cuando me tocaba cantar en el grupo de heavy metal todo el peso vocal estaba en mí y, por tanto, cualquier error o cualquier desentono se notaba enseguida. En un coro esto es diferente, por lo obvio.

Vamos a comenzar por una canción de los Beatles (que hasta hoy no conocía): Because.
El ensayo consistió en presentarnos (nombres, etc), la mayoría hablaba en turco, salvo un chico alemán y dos estadounidenses. Había bastante buen rollo en general pero por mi desconocimiento de la lengua era incapaz de reírme con ganas.
Luego calentamos corporalmente, al igual que en gimnasia antes de comenzar. Después, vocalmente. Hicimos la técnica de la "pedorreta", que consiste en soplar con los labios apretados (pero lo suficiente como para hacerlos vibrar) y seguir las notas que se daban con el piano. Al hacerlas el coro entero, no había mayor problema.

Luego comenzamos con la canción.
Nos repartieron unas partituras (era la primera partitura que tenía que leer desde hacía años) divididas en cuatro voces (bajo, tenor, alto y soprano). Así que me centré en mi línea. La verdad es que era bien sencilla, tan solo había que decir "doo doo" y así repetidamente. Luego se fueron uniendo más voces encima nuestro y eso tomó muy buena forma. Había un gesto que hacía el "director" que significaba subir una nota, otro era pasar a forte desde piano, y eso, dentro del coro, te pone la piel de gallina, porque sientes que eres parte de un todo armónico que obedece al mismo patrón.

¡Qué diferente es esto de un grupo de música! En el grupo tienes que hacer tú todas las voces, trabajar todos tus registros y dar lo mejor de ti en cada momento. Tienes que saber respirar bien porque si, por lo que sea, te atragantas, se nota mucho de cara al público. Y, por descontado, las canciones: me ha tocado interpretar canciones creadas por mí (letra y melodía) y aunque la responsabilidad de cagarla es mayor, al fin y al cabo la letra y canción es tuya así que puedes variarla a placer hasta acabarle de dar el toque final. Aquí, sin embargo, hay que obedecer, y esto de obedecer no se me da muy bien después de haber disfrutado de la libertad de un solista.

Si otro día encuentro algo interesante que comentar, lo haré, por hoy esto es todo.

¡Un saludo!

Francisco Riveira

En Estambul, Turquía.

12 de octubre de 2014

Thomas Mann y la soledad




"La soledad crea originalidad, sorprendente y audaz belleza, poesía. Pero también crea perversión, desproporción, lo absurdo y lo prohibido.“

Thomas Mann, Death in Venice.