Robotín de Google

30 de abril de 2014

Entrevista a Paul Feyerabend en la Televisión italiana - Traducción en exclusiva al castellano - 1ª Parte




A continuación la primera parte de una entrevista realizada a Feyerabend por Vittorio Hösle que, hasta hoy, se encontraba sólo doblada al italiano y sin traducción disponible a ningún idioma.
Como ya dije en posts anteriores, a lo largo de los próximos días y semanas traduciré y doblaré esa entrevista, dejando constancia de esta tarea tanto en este blog como en mi podcast y en mi canal de YouTube.
Hay algunos errores de estilo en la traducción que serán solventados en cuanto la haya terminado.

Espero que la disfrutéis:

...

Entrevistador:


Usted es sin duda uno de los filósofos más interesantes y discutidos, también uno de los más polémicos de nuestro tiempo. Comenzó usted como discípulo de Popper, que es considerado el fundador del racionalismo crítico. Pero, para informar al público mayoritario, están las obras dedicadas a una crítica general del programa de teoría de la ciencia, y también de la presunta racionalidad de la ciencia propiamente dicha. Podría comenzar contándonos alguna cosa sobre su aventura intelectual y sus intereses pasados y presentes en el campo del arte, de la ciencia y de la filosofía, a partir del inicio de su estudio.

Feyerabend: 

Sí, si queremos hablar propiamente de una aventura intelectual, por lo que a mí respecta, eso no se puede asociar conmigo mismo, como así ocurre en el caso de David Hume, que programó su propio itinerario intelectual que luego seguiría. Para mí se ha tratado, en vez de eso, de una serie de casualidades. Me sentí atraído por el arte, sobre todo de la recitación en el canto, porque tuve la oportunidad de asistir a alguna ejecución (de canto) excelente y porque tuve un maestro muy bueno. Me acerqué a la física porque encontré un profesor espléndido de física en la escuela superior. Después de lo cual seguí cursos de física en la Universidad. Comenzó a interesarme el método de la filosofía por casualidad, porque a la hora de querer leer ciertos libros de teatro y de escenografía debía comprarme un paquete entero en oferta especial a un vendedor de libros usados, en el cual estaban incluidos también libros de filosofía. Comencé, así, a leerlos, sólo para reducir mi pérdida económica, y fui capturado entonces. Me encontré inmerso en el estudio de la filosofía. También otra vez por casualidad comencé a enseñar filosofía ya que, encontrándome en Viena sin dinero, una amiga, Elizabeth Anscombe, me dijo: hay un trabajo disponible en Oxford. ¿Por qué no mandas una petición para la cátedra de filosofía y presentas una petición en Oxford y también en Bristol y a Australia? Por buena suerte, obtuve el trabajo en Bristol, al principio no tenía una preparación específica porque no había estudiado nunca directamente filosofía o filosofía de la ciencia. Debía entonces aprender la materia enseñándola. Y poco a poco me vi inmerso cada vez más en los argumentos justamente porque debía tener alguna noción sobre ellos. Gracias a la actividad de enseñanza y a la participación en congresos y convenciones entré en contacto con un gran número de filósofos y filósofos de la ciencia ilustres. Una frecuentación que me llevó, al final, a la convicción de que todo aquello que estaban diciendo no era del todo justo. Entonces, comencé a contraponerme a sus tesis. De este modo, así, es el verdadero origen de algunos de mis ensayos, no porque me encontrara sentado escribiendo y surgiesen sino porque en el transcurso de un congreso me levantaba para dar algunas objecciones contra otras afirmaciones hechas por el que estaba hablando en aquel momento. Como estaba prevista la publicación de las actas de ese congreso, debía poner por escrito todo aquello que había dicho. Y así, a la postre, nacieron algunas de mis publicaciones. Mi itinerario intelectual, como se puede comprobar, no ha sido otro que el fruto de una serie de casualidades.







LOS AÑOS DE LA UNIVERSIDAD

Mi acuerdo de cuando era estudiante universitario, me encontraba en Albach, para participar en los cursos estivales inaugurados justo en aquel período y en los que podíamos tener la presencia de docentes prestigiosos, titulares e invitados. Mi actitud era ahora absolutamente cientifista, cosa que significaba que cuando alguno hablaba de dios o de belleza, o de verdad, entonces yo me levantaba y le decía que no sabía nada de la ciencia, que aquello que afirmaba no tenía sentido. En la época, era también un fervoroso admirador del positivismo del Círculo de Viena. En las discusiones todos sosteníamos que nuestra preocupación era la de aclarar todo lo que venía afirmado por los científicos, una clara actitud que, al final, se reducía en la práctica a una traducción en alguna simplista fórmula l´logica. Personalmente pensaba que era una pérdida de tiempo bastante grande. ¿Cuándo comencé a dudar de la actividad científica en sí misma?, de verdad que no lo sé. Había una fase en la que hacía falta, para saber cómo eran de verdad las cosas, era preciso acogerse a las ciencias. Y llegó un momento en que me dije: cierto, las ciencias dicen cosas muy interesantes, cosas que me interesan mucho más que las otras pero, ¿y si no alcanzan la verdad en absoluto?
Sobre este particular la verdad es que no recuerdo bien, debía tratarse de un proceso gradual en el cuál había tenido, seguramente, una parte notable el hecho de que Imre Lakatos venía bastante a menudo a mis lecciones. Imre Lakatos, como digo, estaba totalmente a favor de la ciencia. Era, por así decirlo, y verdadero monstruo en el campo científico. Y la verdad, bromeando un poco, de tanto en cuanto hacía algunas observaciones irónicas a propósito de la ciencia. Un buen día Imre Lakatos me dijo:¿por qué no pones por escrito todas tus objecciones, después te las respondo y hacemos, entonces, una bonita discusión en un libro? Y añadió: formula tus objecciones en los términos más extremos y arriesgados. Y así mismo hice, con el extremismo máximo. De ahí surgió el libro Contra el Método. Pero, por desgracia, cuando lo publiqué Imre Lakatos se murió. Por eso no se pudo escribir la segunda parte del libro.


PHILIPP FRANK


El tercer personaje que encontré fue Philipp Frank. Philipp Frank fue uno de los fundadores del Círculo de Viena, que sucedió a Einstein en Praga cuando este se mudó a Berlín. Y era buen amigo de Einstein. Era un físico y, como digo, se encontraba entre los fundadores del Círculo de Viena, del primer Círculo de Viena y, después, del Segundo Círculo de Viena. Después se convierte en profesor de Harvard. Lo conocí en Albach, donde escuchó una lección mía, durante la cual dijo: "Veréis, queridos amigos, todos hablan de la revolución copernicana y todos hablan de cómo eran las aportaciones de Aristóteles. Y todos dicen, a la vez, que los científicos son empiristas. Pero, bien visto, Aristóteles fue un auténtico empirista. Y los argumentos adoptados por Aristóteles eran argumentos efectivamente buenos. En realidad, si Copérnico venció no fue gracias al empirismo sino gracias a alguna otra cosa." También esto fue de aquellas cosas que permanecieron en letargo dentro de mí para dar su fruto algo más tarde. Mi agresividad explota, por primera vez, contra aquellos filósofos que hablaban de ciencia sin saber verdaderamente de qué se trataba. Esto les ocurría a muchos de ellos en aquellos tiempos. Estos seguían diciendo que debíamos reconstruir aquello que viene afirmado por parte de los científicos, etcétera. Pero no lo hacían muy bien. En realidad, si lo miramos con atención, se puede entender que Contra el Método fue dirigido principalmente contra la filosofía ciencia entendida como un modo de para hacer sensato cuanto tiene de complejo lo que está afirmado por los científicos. Lo que busco hacer en aquel libro es revelar el método subyaciente a las ciencias y lo que reafirmo es que un método tal en realidad no existe. Por otro lado, esta no es en realidad una afirmación nueva ya que muchos científicos lo habían dicho. Lo pensaba también Einstein, al que le encantaba decir lo mismo. "Pongamos enfrentados a un científico y a un epistemólogo. El científico afronta una situación compleja y si quiere descubrir algún valor en esta situación no puede usar una simple regla prefabricada, tendrá que ser un oportunista." Es justa esta la palabra usada por Einstein. Pienso, por así decirlo, que en realidad cuando, en Contra el Método afirmo que no existe método, digo algo que muchos científicos han dicho ya previamente. No se trataba de nada nuevo en absoluto. Malo era, evidentemente, para la comunidad filosófica. También hoy en día la mayoría de los filósofos de la ciencia dan por descontado, me parece, que no se puede simplemente construir una regla y pretender que sea luego seguida por la ciencia. A día de hoy se ha descubierto que la palabra "ciencia" cubre muchas realidades diversas. Está la macroeconomía, tenemos a Konrad Lorenz con sus patitos, y la física. Está también la topología y está la teología, que es una de las primeras ciencias. ¿Son todas la misma cosa? Ni de lejos. Y así, con todo este panorama general, me hice al fin con un propósito a la hora de usar la filosofía . En segundo lugar, como se sabe, la idea de que en la ciencia se encuentra un concentrado de verdad es una idea de los filósofos. Está presente ya en Immanuel Kant, y se encuentra después en los filósofos que lo siguen. Está tan pegada a los científicos que ha dado resultado en este dogmatismo de los filósofos. Desde el trono de muchos científicos se dice que no sabemos exactamente de qué estamos hablando y que no comprendemos la sustancia de las cosas. Cuando en la teoría cuántica se dice: sabemos cómo elaborar conexiones, cómo interpretar algunos experimentos, pero no tenemos ni idea de qué significa todo aquello junto. Así, teniendo esto en mente, y con la invitación de Imre Lakatos, escribí el libro, sin medias tintas, quería estar en posición de atacar cualquier cosa. Así se entiende que mi primer libro tuviese un tono tan radical. Esto fue efecto de una serie de accidentes casuales y de algunas consideraciones de tipo estilístico. Si tengo la oportunidad de argumentar algo o de contar una historia, yo cuento una historia. Si puedo decir algo de manera dulce o de manera un poco dura, prefiero decirla de manera dura. Todo esto, entonces, contribuyó a dar forma a aquel libro en particular.


27 de abril de 2014

Cómo tratar al conversador falaz


Leyendo falacias. En las redes sociales no hay otro pan de cada día. Es el pan de centeno diario que nos invade silenciosamente y que nos empuja a pensar deigual manera. Las falacias son el recurso fácil. Normalmente son inconscientes e involuntarias aunque el hecho sigue siendo el mismo: la falacia es falacia siempre que hay un error en la argumentación. Los errores no son voluntarios o involuntarios, más bien la acción que lleva a ese error puede ser consciente. Los errores son errores, sean los que los producen como quieran ser. Por eso no hay moral en las falacias, las falacias ni son morales ni dejan de serlo porque lo único moral, hasta donde tengo entendido, somos los seres vivos (especialmente los animales y las personas).

Las falacias no son morales  y por eso pienso que no hay que denunciar moralmente al que las produce en su discurso, ni siquiera cuando estas son voluntarias. Lo normal ahí sería dejar de hablar con esa persona o, si se tiene tiempo, comentarle que ha caído en una falacia y que, si la retira, se podría continuar la conversación. Si se mantiene en sus trece, nos veremos obligados a dejar de hablar porque no soportamos un terreno cosechado por errores argumentales y lógicos.

Así hay que tratar al que produce la falacia, como un interlocutor inválido. 
La invalidez no es algo puramente físico. De hecho en lógica formal la invalidez se da cuando hay algún error en la conjunción de determinadas premisas o de elementos del argumento o sistema lógico. La invalidez también se asocia a los interlocutores, y al igual que determinados argumentos mal formulados producen falacias, también determinados interlocutores producen falacias. En tal caso hay que eliminarlos o callarlos y dejar de atender en la conversación.

Os voy a contar la falacia con el nombre más chulo de todas: la falacia "post hoc ergo propter hoc" que, en cristiano, quiere decir "si sucede después de tal cosa es, por tanto, consecuencia de esa misma cosa". 
Por poner un ejemplo, cuando vamos a un timador de esos que tanto abundan en la televisión a contar nuestros problemas y a pedir consejo o algunos hechizos para que se resuelvan estamos creando la esperanza de que surja una causa x para provocar la consecuencia y.
Si hemos pedido, por ejemplo, que nuestro hijo se recupere de un accidente de coche lo antes posible, esperaremos nerviosos hasta que el día feliz llegue. Los médicos, la ciencia médica y la tecnología en general habrán tenido algo que ver en su mejoría y su alta pero nada que ver con los poderosos hechizos del vidente/mago/charlatán.

Es, entonces, gracias a dios, o gracias a esos hechizos, por los que nuestro querido hijo ha salido del hospital. Como ha salido del hospital después de esto entonces seguro que tiene que estar bien por nuestra llamada al programa



Hay mejores ejemplos pero he procurado crear este tan rápido como me ha sido posibl, porque no tengo mucho más tiempo .

Otra muy común es la falacia "ad hominem", tipiquísima en todo ámbito, que se puede resumir en "lo que dices no es cierto porque lo dices TÚ".

Y hoy, como colofón, me he encontrado en alguna red social a una persona que ha dicho una falacia a otra. El debate consistía en si el programa "Entre Todos" era apreciable o si era sólo un terreno labrado para la compasión lacrimógena y la caridad. El argumento final ha sido: ¿por qué cuando ese programa estaba en Canal Sur nadie se quejaba de su contenido? 

Es una falacia gorda que mezcla la imposibilidad del interlocutor de estar informado de eventos pasados con, por otro lado, un ataque ad hominem. No encuentro un tipo de falacia que encaje con este ejemplo, si alguien me puede ayudar le estaré muy agradecido.

Un saludo.

Francisco Riveira
En Zaragoza, 27 de abril de 2014.

22 de abril de 2014

Traduciendo del italiano




El italiano es un idioma muy musical, pero no es por eso por lo que me ha gustado. En cuanto comencé en la escuela de idiomas con ese idioma me ponía programas de radio del país, programas en su mayoría musicales y con charlas habituales. Poco a poco iba cogiendo fluidez en la escucha del idioma, además de en el habla.

Tardé bastantes años (para mi gusto) en visitar Italia físicamente y hasta entonces mi entrentamiento en el idioma había sido notable. Pero no fue un entrenamiento concienzudo y horripilante como mucha gente aprende hoy en día idiomas (más por obligación que por entretenimiento y por ansia de descubrir nuevas culturas) sino a través de lo divertido que puede ser escuchar a "Zap Mangusta" (una imitación simpática y divertida de Zarathustra) en la RAI, a Laura Pausini en algún directo o a Luciano Pavarotti dando una MasterClass a un cantante menor en un vídeo subido a YouTube.

Los idiomas hay que aprenderlos partiendo desde un punto común de intereses. Normalmente los libros de Oxford o de Cambridge intentan hacer temarios interesantes, acordes a los tiempos, con muchas imágenes y mucho entretenimiento. Me lo paso pipa con mi libro de preparación para el First Certificate pero no lo puedo disfrutar de la misma manera precisamente porque lo tomo como medio para superar un examen y que me den un título. Esta es la peor manera de aprender idiomas.

Por el contrario, yo recomiendo aprender idiomas de manera activa y divertida. Aprender jugando, cómo no, si hoy en día hay tantos videojuegos online no hay mejor manera de aprender idiomas que a través de ellos. Recuerdo mi época de aficionado al GTA San Andreas Online (SAMP) en el que entraba en servidores de rol y llevaba a la gente en taxi. Normalmente hablaba un poquito con ellos para así practicar mi inglés escrito, aprendía expresiones tan útiles como "nods" y formas de hablar propias de culturas como el rap, etc. Sí, no hay mejor manera que aprender un idioma divirtiéndose.

Para tus hijos te recomiendo que les comiences a acostumbrar a ver los dibujos animados en inglés, con subtítulos, si quieren, pero en inglés hablado. Si una persona ocupa tres horas al día en ver la televisión y al menos la mitad de esas horas son en inglés se encontrará, sin quererlo, con que entiende el inglés perfectamente. Así le pasa a los rumanos, en cuyo país no se doblan las películas inglesas, que poseen un dominio del idioma excelente sin hacer ningún esfuerzo.

Los esfuerzos se hacen a lo largo del tiempo, no al final y en una tacada. Los cursos se aprovechan a lo largo de todo el año, no en las últimas semanas para aprobar los exámenes por los pelos. Esto puede ser interesante cuando la materia es un coñazo o cuando no queda otra que hacerlo, pero no hay que tomarlo como regla general. Luego llegas a la Universidad y te encuentras con gente que, a los 20 años, se asusta ante un texto de 30 páginas escrito en inglés, y ni siquiera sabe decir "hola, ¿qué tal?" a un conferenciante visitante de los Estados Unidos.

Me encuentro ahora traduciendo del italiano para luego traducirlo al castellano y después al inglés. Considero que esa traducción al inglés me va a valer por sí misma mucho más que las horas que le pueda echar al libro dedicado al First Certificate, pero que esas horas, al traducir a alguien que me gusta muchísimo, estarán mejor empleadas, serán más entretenidas y me darán mayor satisfacción tras verlas acabadas.

Este es mi método para aprender idiomas. Un método que puede contener cualquier otro método (Vaughan, intensivo en academia, estancia en el extranjero...) y que más que un método en sentido estricto es un estilo de vida.

Arrivederci.

Francisco Riveira
En Zaragoza, 22 de abril de 2014.

21 de abril de 2014

Nos metemos en YouTube



Hola a todos.

Hoy quería dar una pequeña noticia para aquellos a los que os pueda interesar.
Veo YouTube desde que se hizo medianamente famoso hará unos ocho años pero no ha sido hasta hace un año que lo uso como mi televisión personal. Estoy ya suscrito a varias decenas de canales y no echo para nada (pero vamos, para NADA) la televisión.

¿Qué quiero contaros? Pues bien, antes dejadme que os diga que muchas veces me carga el contenido de YouTube, es generalmente malo, repetitivo y poco currado. Los efectos especiales y las ediciones pueden ser la bomba pero cuesta encontrar canales que hagan algo nuevo. Está ya masificado, tanto de gente como de creadores y me parece que utilizar eso como medio de propagación de gameplays y chistes imbéciles es desaprovechar todo su potencial.

Voy a mi terreno: la filosofía. El único canal medianamente aceptable de filosofía que conozco es el de la Fundación Gustavo Bueno. Han tenido la decencia, al contrario que otras asociaciones culturales, de subir todas o la mayoría de sus conferencias y seminarios. Yo me pregunto POR QUÉ. ¿Por qué las instituciones académicas no graban todo y lo suben? ¿No habíamos quedado en que la cultura ha de ser propagada más allá de las fronteras? Parece que no se aplican el cuento. Como digo, sólo la Fundación Gustavo Bueno y, agarraos a vuestros asientos, algunas fundaciones culturales de bancos (CAJA CANARIAS!!!!??) se atreven a subir las grabaciones.

Entiendo que muchos conferenciantes no quieran ser grabados. Bueno, no lo entiendo, pero entiendo que se les respete y que no se suba lo que han producido (peor para ellos), lo que no entiendo es que sea común hacer una conferencia y que se la guarden en su cabecita los cuatro gatos que han ido a escucharla en directo.

En resumen: veo que falta contenido filosófico en YouTube. Y no es que la gente no busque ese tipo de contenido, mentira. La gente lo busca y no lo encuentra, entonces dejan de buscar y se ponen a ver gameplays. Las "teselas" de Gustavo Bueno, comentarios rápidos sobre nociones básicas de filosofía, tienen numerosas visitas.

Como habréis podido ver en mis últimos posts he citado a Feyerabend, uno de mis filósofos favoritos. Al meterme en YouTube para ver contenido suyo (alguna grabación o entrevista) he visto que no hay absolutamente nada, y que lo único que hay está en alemán, ni en inglés ni en español. La solución, en vez de quejarme, ha sido pensar en cómo solucionarlo y me veo con la suficiente capacidad, interés y tiempo disponible para hacerlo yo mismo.

No será ese el único objetivo de mi canal, también subiré todos los podcasts que he hecho hasta ahora  (en audio) y comenzaré a subir el resto que haga más adelante. A lo largo de esta semana prepararé una entrevista que se hizo a Feyerabend y que se encuentra doblada al italiano (la tercera lengua que mejor entiendo). Mi idea es hacer un triple trabajo: doblar el doblaje italiano, subtitularlo y escribirlo.

La publicación de todo ello seguirá estos pasos:

-Publicación en el blog de la entrevista en italiano.
-Publicación en el blog de la entrevista traducida al español.
-Publicación en el blog de la entrevista traducida al inglés.
-Publicación en iVoox y iTunes de la entrevista doblada al español.
-Publicación en iVoox y iTunes de la entrevista doblada al inglés.
-Publicación en YouTube de la entrevista doblada al español y subtitulada en español.
-Publicación en YouTube de la entrevista doblada al inglés y subtitulada en inglés.

No sé cuánto me podrá ocupar hacer todo esto, pero después de hacer la traducción al español el trabajo se me facilitará muchísimo.

Quiero apuntar, también, que mi intención con este pequeño trabajo es el de colaborar con la "Fondation Paul K. Feyerabend", creada por su viuda Grazia Borrini Feyerabend en su honor. Aunque los objetivos de dicha fundación son otros, también se puede honrar la memoria de Feyerabend de diversos modos.

Veo en esta entrevista un resumen excelente y entretenido del pensamiento de Feyerabend, de su propia voz, y por eso creo que es un trabajo que merece la pena. Os dejo el enlace.

Un saludo.

Francisco Riveira
En Zaragoza, 21 de abril de 2014.

20 de abril de 2014

Por qué merece la pena destruir




Cuando releo lo que escribo me da la sensación de que he sido muy destructivo. La gente que me lee también me lo dice. No es algo de lo que esté orgulloso porque parece ser que en esta vida hay que ser más creativos que destructivos. No hay más que ver cómo se premia y se institucionaliza la creatividad, la innovación, etc. Hoy mismo, en el telediario, aparecía un cocinero innovando en los postres típicos de Semana Santa. En otro fin de semana seguro que me tocaba escuchar a un colegio innovador, o a un empresario tecnológico.

Cuando ves toda esta avalancha de creatividad e innovación te da por preguntarte a qué se debe. Reconoces enseguida que no es gratuito y que obedece a una forma de hacer política y de ver la sociedad determinada. Esta es, no cabe duda, la sociedad del mérito, del esfuerzo constante para conseguir las metas, que premia a los que luchan encarnizadamente por alcanzar sus sueños y rechaza a los inmovilistas y conservadores.

Pero este sentido de conservadurismo no es el político. Parece que he descubierto América (miento, sólo he leído un análisis en este sentido que me ha parecido correctísimo, el mismo Lenin decía que la importancia de una teoría no había que tomársela a guasa, sino que era una ayuda enorme para entender mejor la realidad... esto parece una verdad de perogrullo pero a veces nos olvidamos...).

Como dije hace no mucho tiempo (os lo resumo en una frase ahora)... el conservadurismo ha pasado a ser admitido sólo políticamente, dando paso a una fiebre creativa y progresista en sentido tecnológico que no casa mal con las más flagrates políticas retrógradas. Así, lo que los pensadores futuristas, lo que algunos comunistas bienintencionados pero ingenuos y lo que la socialdemocracia veía como positivo sin ambages, se ha convertido en la enfermedad de nuestro siglo.

¿Yo? Encantado de este progreso. Y si no estuviese encantado me tendría que joder. Conozco gente de mi edad que ve mosqueada el progreso tecnológico porque se ha olido a la legua que va a suponer una ayuda al régimen político semi(o auténticamente)-autoritario. Pero no se dan cuenta de que es algo imposible de retener, ni de prefijar... se puede comprender hasta cierto punto pero siempre la práctica escapa a la teoría: siempre. El primitivismo es un sinsentido. Hasta hoy los que mejor han sido capaces de reconstruir lo que la práctica dejaba en su camino destructor han sido los científicos. El resto de "ciencias" del espíritu... o sociales -si os gusta más- no han estado a las alturas. Y si en algún momento lo han estado enseguida se han visto superadas por los hechos.

El camino de las ciencias sociales es el de Sísifo: en cuanto llegan a la cima de su verdad, se encuentran con que la montaña aún no ha terminado. Hay una frase que me encanta: no puedes poner barreras al campo.

Por eso reconocemos que no hay fin de la historia, porque la historia no tiene un campo prefijado, por eso las escuelas de sociología, filosofía o historiografía asumen el riesgo del análisis parcial de la realidad.
Hoy leía lo que Feyerabend pensaba sobre las culturas. En un principio pensó que, entre ellas, había distancias insalvables, como entre dos formas de hacer ciencia, eran independientes e irreconciliables. Sin embargo, en cuanto vio los hechos cambió de opinión. (hoy, por Twitter, he dicho que la filosofía se lleva mal con los hechos: con el cambio) Esto es puro primer Wittgenstein: el mundo es la totalidad de los hechos, el mundo es el caso. Es su primera frase del Tractatus y si te la tomas en serio... entonces hay muchas filosofías que se van a tomar por culo. Por eso a Deleuze le picó tanto Wittgenstein, por eso dijo que Wittgenstein era cancerígeno para la filosofía, porque se cargaba su concepción de lo que era filosofía... y es que ahí también hay tantas concepciones... unas se fijan en el movimiento (no fijarse en sentido de "darse cuenta", sino de "solaparse a algo") y otras escapan de él para aventurarse en el ideal, ese ideal tan cacareado por no pocos cristianos y filósofos cristianos en la actualidad.

Y ante todo esto no me queda nada. Mi consuelo no viene de ningún lado. Otros se suicidan y otros encuentran placer en la destrucción. Yo he preferido encasillarme en este segundo equipo.

La destrucción tiene un valor intrínseco. La creatividad también, lo reconozco, pero la destrucción nos ahorra muchas tonterías... Hay algunos que llegan hasta el punto de, como digo, ahorrarse todas las tonterías y eliminarse de este mundo, pero otros continúan barriendo a diestro y siniestro, no dejando títere con cabeza. Esa es una actitud muy sana. Los romanos eran gente sana, los Estados Unidos son una nación sana (enferma en un sentido más estricto), sana fisiológicamente, sana porque controlan, porque tienen fronteras a batir y porque siempre se vuelcan hacia el exterior... No soy el primero que compara a los romanos con los estadounidenses. Sólo digo que la destrucción estadounidense de todo lo que les rodea, aun si no es una destrucción buscada, es de lo más sano que le puede suceder a un país.

Llega un momento, claro está, en que el campo ya se agota, el mundo se termina y no hay más que destruir porque, una de dos, o se ha acabado y apropiado de todo, o han surgido cánceres internos y han terminado por destruirse a sí mismos... como ocurrió con los romanos.

Son dos ejemplos que tomo así, a lo burro, porque me apetece llamar la atención en este aspecto.
Qué bonito es destruir, qué sano, y qué necesario en tiempos de constante y desnortada innovación.

Me falta la última parte del argumento, que no es otra que unir esta destrucción a la fuerza política. Pero como están metiendo en la cárcel a chicos por decir que "hay que hacer algo en Semana Santa" no me voy a arriesgar a una sanción pecuniaria por decir aquí lo que me sale del bolo.

Un saludo.

Francisco Riveira
En Logroño, 19 de abril de 2014.

16 de abril de 2014

Crítica a Robert Lanza



Antes que nada me gustaría dejar claro que mi crítica está dirigida desde la epistemología o filosofía de la ciencia. Desde la biología podría hacerse pero mis conocimientos de la misma son insuficientes.
Articularé este post de la siguiente manera:

-Comentario sobre la medicina, médicos y su labor.
-Comentario sobre new age y el mal uso de términos como "cuántico", "conciencia", "mente", "espacio" y "tiempo".
-Comentario del artículo en Público sobre Robert Lanza.

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Si te ha seducido el título por su primera parte te animo a seguir leyendo porque espero dar cuenta de todo el rechazo que me ha provocado leer este artículo. Si te ha seducido la segunda parte entonces quizá te decepcione porque ni conozco a Robert Lanza desde hace tiempo ni estoy informado de su carrera como médico. Baste, para criticar al médico, criticar a los médicos y a su disciplina en general, a sus despropósitos epistemológicos y ausencia de cierres categoriales entre las ciencias que utilizan como instrumento de apoyo (biología, química y física, principalmente), además de, cómo no, el artículo que os traigo.

Me voy a referir a este artículo así que antes de seguir leyendo no estaría de más que le echases una ojeada. El tiempo que vas a tardar en terminarlo no supera los tres minutos. Además es de lectura fácil, tan fácil como escandalosa.

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¡Pero qué charlatán! Y cómo me jode que se dé hueco a esto en periódicos supuestamente serios como Público. Me jode porque creo que los diarios digitales son necesarias herramientas de lucha contra las desigualdades y los que las permiten pero también porque, como altavoz, son usados indiscriminadamente tanto para hacer el bien como para introducir en la cabeza de sus lectores ávidos de consuelo tonterías sin sentido.

Quería comenzar con una crítica a los médicos. Sostengo a partir de ahora lo que Gustavo Bueno, creador de la escuela del materialismo filosófico, dice sobre ellos:

Los médicos son biólogos de segunda. Se apoyan en la biología de la misma manera que un piloto de avión se apoya en la aeronáutica: un piloto de avión no necesita ser ingeniero aeronáutico pero, sin la aeronáutica, no podría ejercer su trabajo. Lo mismo ocurre con los médicos: sin la biología no podrían curar, serían charlatanes, y su labor no serviría para nada. La medicina es una profesión innoble: hay que mancharse las manos. Ojo, parece que estoy metiéndome con los médicos y su labor pero no, sólo quiero dejar claros los límites de su labor y de las demás ciencias.

¿En qué lugar de la ciencia se encuentran los médicos? Los médicos son a la biología lo que los arquitectos a la física o matemáticas: se ayudan de ellas pero no por interés teórico sino por necesidades prácticas. Los médicos, al igual que los albañiles o los fontaneros, están en el mundo para hacer una labor práctica que es, entre otras, la de curar a sus pacientes. Por tanto, el médico ejerce una actividad práctica, no intelectual, y tanto más práctico es un médico cuanto más efectividad tiene curando pacientes: esto es lo que se premia. Pero en biología no importa el paciente, importan los organismos en sí. ¿Qué dice Gustavo Bueno ante esto? Hablando de uno de sus paseos (epistemológicos) por la Facultad de Medicina de Oviedo cuenta que se encontró con un grupo de médicos con los que estuvo hablando de lo que les diferenciaba a ellos de los biólogos. En el caso de un tumor, por ejemplo, los biólogos se alegrarían porque tendrían algo nuevo para estudiar mientras que los médicos tratarían de extirparlo y pasar a otra cosa, más que nada porque el tiempo apremia y hace falta despachar pronto al paciente para que entre el siguiente.

Esta es la diferencia fundamental entre un médico y un biólogo: práctica vs teoría. No voy a decir que la teoría no se aplica a la práctica médica pero hay numerosos atajos que el médico toma y que el biólogo, en aras de la objetividad y del conocimiento puramente científico y naturalista, no se puede permitir. El médico va a entender al cuerpo como un todo (y no estoy tan seguro de esto...) mientras que el biólogo va a estudiar parte por parte, sin relacionarlas entre sí. En este ejercicio relacional el médico no necesita, porque le hace perder el tiempo, seguir los dictados de la biología o la química al pie de la letra. Y, a pesar de todo, no le va mal.

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Las corrientes new age se han puesto de moda porque las personas de moda se han adscrito a ellas... por poneros un ejemplo: Tom Cruise y la cienciología. Mi intuición ante este fenómeno, porque es tan grande e importante que cuesta entenderlo bien, es que es el terreno preparado para los charlatanes de nueva hornada que comienzan a surgir a finales del siglo XX y comienzos del XXI como consecuencia de una desnaturalización de la realidad y una sociedad cada vez más panteísta que ha cambiado al dios cristiano por el dios naturaleza. La secularización de la realidad trae consigo numerosos inconvenientes entre los cuáles está tanto el creer en las pseudociencias como el abandono del aparato crítico. Esto tiene dos caras: por un lado ya no creemos en dios pero, por desgracia, nuestro aparato crítico no va más allá de eso y es incapaz de enfrentarse ante las nuevas tonterías que aparecen en boca de señores muy bien vestidos y cuyo discurso es, en apariencia, convincente.

Mecánica cuántica for dummies: esto es peligrosísimo. Una teoría se comienza a utilizar por estos movimientos por lo atractiva que resulta. Dentro de lo "cuántico" podemos añadir cualquier estupidez que se nos ocurra y, así, blindarla con el sello científico. ¿Para qué hablar de las consecuencias de esto si son evidentes?

Os dejo AQUÍ una película que supone un buen ejemplo de cómo aproximarse a la mecánica cuántica con una falta de rigor espeluznante. La mecánica cuántica en absoluto va por ahí, no plantea que los sujetos podamos crear la realidad en nuestro interior. La postulación del principio de incertidumbre por Heisenberg tiene unas consecuencias ontológicas, físicas e incluso epistemológicas que me llevaría todo el día enumerar así que no lo haré. Baste con decir que me encuentro enfrentado con todo mi ejército al mal uso de estas teorías, que acaban vinculándose al budismo o al esoterismo.

Soy eliminativista en relación a la mente, es decir, creo que no hay estados mentales. Soy materialista, en este sentido, y pienso que los intentos de demostrar la mente son ecos del dualismo platónico o del mentalismo new age que he criticado antes. Aunque considero interesantísima la teoría de los qualia, a día de hoy es más cómodo teóricamente, a mi parecer, postular que la mente no existe.

Esto nos lleva a otra cosa: la conciencia. ¡Qué problemas enormes nos ha traído la conciencia! No voy a decir que no existe físicamente, porque es evidente, sino que es un epifenómeno (esto es lo que hoy, en biología, se admite). Del cerebro surge la conciencia, involuntariamente, como fruto de la filogénesis e, incluso, de la ontogénesis, porque una de las carencias de los llamados niños lobo es la consciencia...

Y bueno, sobre el espacio y tiempo... ¿qué decir? Por supuesto que no son proyecciones de nuestra mente (no existe) o nuestra conciencia (la misma conciencia es proyección o epifenómeno de algo, ¿cómo una proyección podría, a su vez, proyectar las dimensiones?). El espacio y el tiempo están ahí, o están ahí para nosotros. La locura es pensar que si no estamos nosotros no hay espacio ni tiempo (esto se ha postulado por Kant pero está más que superado...), que nosotros creamos ambas realidades y, además, ¡a nuestro placer!
Ojo aquí, porque viene lo interesante.

...

Ahora vamos al artículo de público, párrafo por párrafo, basado en todo esto que he dicho ahora:

(http://www.robertlanzabiocentrism.com/is-death-an-illusion-evidence-suggests-death-isnt-the-end/
http://www.publico.es/514814/existe-la-muerte-una-teoria-cientifica-asegura-que-no )


"New evidence continues to suggest that Einstein was right"


"Our classical way of thinking is based on the belief that the world has an objective observer-independent existence."

Después de un argumento de autoridad y de una mención a una creencia sobre la ontología del mundo, ¿cabe hacer otro análisis que no sea epistemológico? Yo creo que no.


El artículo es demagógico. Los ejemplos que se utilizan no tienen ninguna validez científica ni entran dentro de lo que podríamos llamar un estudio serio sobre una realidad empírica y demostrable.
Antes que nada me gustaría decir que hay varios tipos de muertes, entre ellas está la muerte médica, que es a la que este señor hace mención. El dar por hecho que entendemos lo mismo al hablar de la muerte y que, de verdad, tenemos que seguir haciendo caso a determinadas frases que Einstein decía en el bar con los amigos, es un poco arriesgado. Pero yo entiendo la estrategia de este médico: llamar la atención a un segmento de lectores ávidos de consuelo y pasar a la historia como un científico extravagante que habló sobre cosas no demostradas e intuitivas... Pero así no ha de funcionar un científico. Un científico no puede ir a un artículo, hablar como tal (salvo si es un artículo de opinión, como parece que es el que cito), citar dos estudios parcialmente, contarnos qué dijo Einstein sobre el caso, mezclar conceptos como espacio, tiempo, mecánica cuántica, mente y conciencia y pasar por ahí la batidora para sacar este puré de charlatanería.

Como sé que no os vais a leer su artículo, voy a terminar este post comentando los párrafos más llamativos de Público:


"Ahora, un científico estadounidense afirma que la muerte "es una ilusión" y que las evidencias científicas sugieren que "la muerte no es el final"."

Nos enfrentamos aquí ante tres palabros malentendidos. La muerte como muerte médica, la ilusión como capacidad del ser humano de crearse realidades que no tienen su correlato en la naturaleza y la muerte que "no es el final". El peligro de esta última es claro: la ciencia como consuelo, la ciencia como herramienta auxiliar de la sotereología secularizada del siglo XXI.



"[...]cree haber hallado la respuesta en la Física cuántica, más concretamente en la nueva teoría del biocentrismo, basada en que prácticamente todo lo que asumimos como un hecho, existe porque nosotros creemos que es así."

Sin comentarios... Bueno, sí. Eso del biocentrismo... ¡qué disparate! El biocentrismo en sentido amplio es la biología reduccionista pero aquí ni siquiera llega a ese nivel, aquí se desprende que el biocentrismo es que nosotros, como "entes vitales", somos el centro de nuestro mundo, el centro ontoepistémico, desde el que se dibuja toda la realidad. Si esto no os recuerda al solipsismo cartesiano, no sé a qué os puede sonar...



"De este modo, el científico señala que conceptos como el universo, el espacio o el tiempo existen sólo en nuestra conciencia, como instrumentos construidos para la propia vida. "Todo lo que ves y experimentas en este momento -incluso tu cuerpo- es un remolino de información que ocurre en la mente", escribe."

Ya he hablado antes de esos cuatro términos. En el artículo de Robert Lanza se utilizan todos indiscriminadamente, mezclando sentidos amplios y estrictos, significados espiritualistas y científicos... sin hacer ninguna distinción. Es vergonzoso que un médico así pueda tener cabida en la prensa escrita digital de este país. Os animo a enfrentaros a este tipo de contenido, como así han hecho muchos de los comentaristas ya (algunos han hecho el análisis correcto, situación que me hace volver a recuperar, por momentos, la fe en la humanidad).



"Sostiene, por tanto, que si el espacio y el tiempo no existen, "la muerte no existe en un mundo intemporal y sin espacio". "La muerte no existe en ningún sentido real en estos escenarios", afirma.
¿Significa eso que vivimos eternamente? El profesor explica que la inmortalidad "no significa una existencia perpetua en el tiempo, sino que reside fuera del tiempo completo". Y explica así lo que podría quedar tras la muerte del cuerpo: "La vida es una aventura que trasciende nuestra manera lineal y ordinaria de pensar. Cuando morimos, no lo hacemos en el modo de una matriz aleatoria, sino según la matriz ineludible de la vida. La vida tiene una dimensión no lineal, es como un flor perenne que vuelve a florecer en el multiverso", concluye."
Como os habéis creído que el espacio y el tiempo no existen, porque lo digo yo así de gratis, entonces os digo, al modo silogístico aristotélico, que la muerte no existe, porque en un mundo intemporal y sin espacio no existe... Esta reducción al absurdo es muy común entre los cristianos de nueva hornada que intentan dotar a su religión de argumentos filosóficos para así verse más fortalecida (de esto hablaré más detenidamente otro día).

Ya con lo de que la vida es una aventura y lo del tiempo completo (a mí me recuerda a las categorías trascendentales de Kant...) me ha derrotado. Ante esa terminología de matrices aleatorias e ineludibles, multiversos y dimensiones, que mezclan en vomitivo potaje nociones matemáticas, físicas y biológicas, no puedo hacer otra cosa que irme a un rincón y llorar.

Como quería proyectar esta indignación en algún lado os ofrezco este post, ejemplo de que en ocasiones el peor enemigo de la ciencia está dentro de ella. Por suerte, no valen científicos puntuales para crear conocimiento sino que es precisa una comunidad científica que verifique constantemente los descubrimientos. No valen hipótesis sino teorías consensuadas y con posibilidad de falsación para evitar tautologicidad y circularidad.

El diario Público corre el riesgo de convertirse, con este tipo de noticias "científicas", en un diario amarillista, más preocupado por el titular grandilocuente que por la divulgación científica rigurosa.

Un saludo.

Francisco Riveira
En Logroño, 16 de abril de 2014.

11 de abril de 2014

Ejemplo histórico del aprovechamiento científico de lo pseudocientífico

"Incluso hoy puede aprovecharse la ciencia, y se aprovecha, de una mezcolanza de ingredientes no científicos. Un ejemplo es la revitalización de la medicina tradicional en la China comunista. Cuando los comunistas, en los años cincuenta, forzaron a hospitales y escuelas médicas a enseñar las ideas y los métodos contenidos en el Tratado de medicina interna del emperador amarillo y usarlos en el tratamiento de pacientes, muchos expertos occidentales predijeron la decadencia de la medicina china. Lo que sucedió fue exactamente lo opuesto. Acupuntura, moxicombustión, diagnóstico del pulso, han llevado a nuevos conocimientos, nuevos métodos de tratamiento, nuevos problemas tanto para los doctores occidentales como para los chinos."

En el Prólogo de Matando el tiempo, por P. Feyerabend.

La barrera de la pseudociencia


Hoy me han semi-asaltado en el feudo académico con una tarjeta en la que aparecía la página web de un compañero de clase y en la que ponía a lo que se dedicaba. Un escéptico al uso como yo pone siempre mala cara ante una tarjeta con ese tipo de palabros más cercanos al reiki y a la sanación espiritual que a la medicina consensuada por la comunidad científica y cuya validez está demostrada por miles de pruebas que aquí no cabe recoger (igual un día me animo y os lo cuento).

Os digo que me asaltaron porque me sentí como si un testigo de Jehová llamase a mi puerta, me dejara la tarjeta y se marchara con una sonrisa. El caso es que me introducí más en el centro de medicina que aparecía en la tarjeta. Entre en su web. Ahí pude comprobar en primera persona que no solo mis sospechas habían sido infundadas sino que, además, la persona que me lo había dicho (compañero de clase) era médico titulado por la prestigiosa (¡jajajá!) Universidad de Zaragoza. Cuál fue mi sorpresa cuando observé que, además, tenía este sujeto experiencia en medicina de familia, perfectamente legal y estipulada por la comunidad científica que verdaderamente funciona. Pero bueno, la Universidad de Zaragoza tiene o tenía algún máster sobre homeopatía. Hay que andarse con cuidado.


Adelantando los años, en la biografía de mi compañero, pude leer que integró a sus conocimientos de base científica otros que parecían un cuento de hadas pseudocientífico... algo así como terapia aural y emocional... unas palabras y conceptos que, a simple vista, suenan mal.

La carta de presentación no era muy buena pero como, lo reconozco, me había seducido el planteamiento, entré en un apartado de la web y leí un poco más sobre el centro médico:

"Psicoterapia", "psicosomatismo", "integración psico-corporal"... con estas señas sólo me falta decir de qué instituto se trata pero como quiero mantener en el anonimato a mi compañero no daré más datos. En fin, mi compañero de 55-60 años había sido un médico excelente que se había embarcado en todas esas herramientas psicoterapéuticas alternativas que tanto dolor de cabeza nos hacen pasar a los que nos queremos dedicar a la teoría de la ciencia, epistemología o filosofía de la ciencia...

Pensé: ¿y si todo esto tiene validez científica? No cabe duda de que no es algo como la homeopatía, el reiki o los milagros de la teoría cuántica aplicada a la charlatanería espiritualista mentirosa... entonces, ¿qué hago? Mis herramientas para corroborar ese tipo de conocimientos son insuficientes. Según Feyerabend estaría yo en la obligación de admitirlo como un conocimiento científico más perfectamente válido. Según Popper habría que probar a falsarlo. Según Lakatos habría que preguntarse por la teoría más exitosa...

¿En qué me baso yo? ¿Doy un puñetazo en la mesa y me la quito de encima por traer a colación aspectos psico-emocionales que no están contemplados en la habitual medicina pública? Estoy ante esa duda.

Feyerabend fregando

Mi respuesta temporal es la siguiente. Los conocimientos científicos han de someterse al tribunal de la propia comunidad científica. El problema de las terapias psicológicas o psicoanalíticas, basadas en la curación por la palabra al estilo Freud o Lacan, es que sus resultados son tan subjetivos como subjetivos son sus métodos. Su labor es encomiable y no hay que dudar de su buena voluntad pero... ¿en ciencia vale la buena voluntad o valen los resultados? ¿Si la buena voluntad coincide con un acercamiento a la verdad profunda de la psicosomatosis hay que dedicar dinero y esfuerzos a su estudio y puesta en práctica?

Creo que la revolución médica de los próximos años ha de pasar por algo parecido. No sé bien si con terapias psicoanalíticas y emocionales... ahí el coaching es tan sospechoso que me hace atar corto al perro antes de comenzar a correr con él por el parque. No sé, digo, si van a servir para integrar a la psicología y a la medicina en el mismo discurso científico oficial.

No hemos de olvidar que hay un discurso científico oficial cuyos resultados son siempre falsados, etc. Pero, al igual que existe ese discurso oficial, el tiempo hace que varíe, que se pula, que se mejore y dé más resultados con menos esfuerzos... corremos el riesgo de insertar la subjetividad en la medicina y que la eficacia de los tratamientos sea tan variable como variables son las personalidades. Hasta aquí me mojo yo: quiero que la medicina sea eficaz pero también quiero que añada estos conocimientos que orbitan en torno a la cuestión mental, subjetiva y emocional.

Pero quiero que el tribunal sea inflexible y que, al añadir estos nuevos conocimientos, siga los mismos patrones que para cualquier otro descubrimiento científico: eficacia comprobable en varios pacientes y varias situaciones, estudios de doble ciego cuyas conclusiones sean indiscutibles, verificación sobre el terreno... vaya, exijo la aplicación estricta del método hipotético-deductivo.Que haya una parte "subjetiva" en el ser humano no implica que los patrones y cribas de la comunidad científica tengan que ensancharse un poquito para dejarla entrar. Por favor, dentro de esa inflexibilidad, todo lo que queráis. A ver cómo os las arregláis. No es mi guerra pero la seguiré de cerca. Analizo la batalla sin ayudar a ninguno y luego os narro lo que ha ocurrido, de la manera más objetiva posible. Esta, creo, es la tarea que todo teórico de la ciencia ha de ejecutar.

Un saludo y hasta la próxima.

Francisco Riveira.

En  Zaragoza, 11 de abril de 2014.

7 de abril de 2014

Ideologías perezosas




Vuestra realización es excelente pero eso no me sirve.
Y dale con lo que no me sirve. Pero es que creo que es importante, que puede dar algo de luz sobre algunos eventos de la vida diaria internacional, aunque sea muy poca.

Dicen que vuestra realización es magnífica, como en el programa de hace varias semanas donde dabais la sensación de destapar la mayor trama de la historia de este país norteafricano, monarquía bananera. Yo digo que sí, pero que no es suficiente.

Qué tristes son esos análisis de la claridad de vuestros banners en internet, de la luminosidad y correcta disposición de los elementos informáticos en vuestros platós, de los enfoques de cámara, del gran sonido 5.1 que conseguís usando micrófonos hi-fi. Son tristes porque son igual de superficiales que el contenido de vuestros programas.

No niego que encuentro mucho placer en ver la Sexta. Es una cadena que se ha ido haciendo a sí misma poco a poco y ha conseguido ponerse al nivel e incluso superar el de otras privadas o públicas. Ha dado respuesta a una pretendida demanda de la población por una cadena de izquierdas en algún modo contraria a los puntos más superficialmente conflictivos del sistema neoliberal, capitalista y parlamentarista. Está de más aquí hablar de los intereses subrepticios y de los lobbies económicos que subyacen a toda cadena de televisión porque partiendo de esto negamos la mayor y no es cuestión, si no no hay debate.

Partiendo de que Jordi Évole sea de verdad un periodista serio, que busque la versión objetiva de lo que está reportando y que se crea que esa es su intención; digo, partiendo de ahí, es justo pensar que si su intención es buena su programa va a ser, por tanto, bueno. Ojo, no quiero menospreciar al resto de personas que crean Salvados para que lo podamos ver todos los domingos, el asunto es que en televisión siempre necesitamos figuras clasificables, asumibles como cercanas, cuyo discurso parta desde nuestras inquietudes y cuyas respuestas y soluciones sean fácilmente comprensibles por el pueblo llano e inculto (cuya incultura no es achacable, desde luego, a su propia voluntad; esto, más que una expresión clasista, es una constatación del desenlace de la lucha de clases).

Hoy he visto el Salvados sobre los subsaharianos que intentan entrar en nuestro país para poder beber agua potable, comer algo en buen estado y poder hacer su vida.

Como este discurso de crearse a sí mismo, del camino hacia el estrellato y el éxito económico es algo que detesto, me gustaría no caer en este pequeño análisis en todas esas consecuencias funestas de lo que venimos denunciando desde hace años.

Hay algo muy fundamental en estas personas: vienen a por la parte inferior de la pirámide de Maslow. Esto es tan grotesco que no podemos ver la tele sin que nuestros sentimientos surjan producto de una empatía que me gusta ver, porque es una empatía sincera y antifascista y antirracista.  Prefiero que se vea al negro (como, desde luego, se ve) como un muñeco de peluche que ha sorteado mil desventuras, ha andado durante meses o años por todo el desierto, ha perdido seres queridos... que como a un criminal que viene a quitarnos el pan.

Intuyo que aquí hemos ganado unas cuantas posiciones en el asunto del racismo pero... ¿qué ocurre cuando llegan a España? Sigo viendo a gente que se aprieta más los bolsillos cuando se cruzan con un negro, señoras que lloran con la tele pero que se cambian de acera ante el negro que va a vender gafas a los chavales de botellón.

Eso ni siquiera es consciente, es una consecuencia de un discurso ya clavado como Jesucristo en la cruz en la cabeza de muchas personas. Quiero ver la consecuencia de estas llegadas de africanos a nuestras fronteras, la consecuencia en la ideología... en nuestra ideología intuitiva, en lo que gente como Pablo Iglesias dicen que es el sentido común.

Bueno, ¿pero qué ocurre con las consecuencias estructurales? Perdón, ¿qué hace la estructura para que esto siga ocurriendo? Es algo tan básico y tan denunciado que parece disolverse. El problema gravísimo del discurso marxista es que no ha sabido ir a la moda, al igual que el discurso del cristianismo... como los papas Pío VI y VII, se decía que el primero, "per conservar la fede" perdió la sede; y el otro, "per conservare la sede", perdió la fede. Por querer conservar el malavenido discurso marxista tal y como era hace siglo y medio, como si se tratase de una colección de mariposas disecadas, se ha perdido el ajuste temporal... y ahora es un discurso poco atractivo, poco refrescante, poco incisivo.

Pero yo creo que su validez es indiscutible. Eso sí, aunque tengamos que vestir a la mona de seda, mona se quedará... y es un discurso doloroso, añejo y repetitivo. Me temo que hablar más sobre lo mismo será hacer llover sobre mojado así que me comprometo a no dar vueltas sobre la misma cuestión, cosa que ya he hecho en este blog con mi crítica a Stalin, al propio Engels y, por descontado, a  Marx. Críticas, por otro lado, producto de intuiciones y lecturas a sus hijos teóricos que, quizá, eran tanto o más críticos con el marxismo que como les gustaría reconocer a los militantes hoy en día.

No creo que, sin un cambio radical en las estructuras económicas y políticas internacionales, seamos capaces de solucionar este problema a largo plazo. Es un asunto a largo plazo y si se ha podido construir Las  Vegas es posible convertir a África en un continente autosostenible, que es, entre otras cosas, lo que se busca. Los caudillos locales son malas hierbas que tienden a salir en todas las sociedades que están enfermas desde la casilla de partida pero realmente no son ellos el problema. Tampoco son las ayudas internacionales, ni la iglesia, ni los voluntarios que amorosamente van a dar sus vidas por los más desfavorecidos del planeta.

Qué pena que exista tanto debate sobre estas consecuencias y tan poca reflexión sobre los sistemas y estructuras que las propician.

Qué pena (y qué trabajo de sísifos desgraciados nos toca) que estructuras y sistemas fagociten discursos como este, hors-la-loi, como los anuncios de Movistar hicieron con las asambleas del quince eme.

Un saludo.

Francisco Riveira.

En Zaragoza, 7 de abril de 2014.