Robotín de Google

31 de diciembre de 2013

No publiques, por favor.




Pospón la publicación.
Haz un bien a la humanidad y no llenes Internet o las librerías de más mierda poco trabajada. Ya hay suficiente.
Que no te pueda el ansia de la fama, o de ganar dinero temprano, pues aunque consigas una de ambas con suerte no te caerá una etiqueta de por vida (y de por "eternidad"), a saber, la de inepto impulsivo.
No publiques, aunque Amazon te lo ponga tan fácil.
Imagino la autoedición y la publicación como si, de repente, las fábricas se abriesen a nosotros, aun no siendo ingenieros de producto ni mecánicos: ¡producid lo que queráis, yo os doy las herramientas y la infraestructura, que me salen gratis!
Saldrá basura, productos que durarán cinco días, que no atenderán más demanda que la demanda del egocentrismo creador. Hay basura publicada que sólo alimenta a familiares y amigos, que no tiene interés público, que es una mero vómito de fórmulas mil veces repetidas y, además, reescritas al estilo microondas: recalentadas.

Ya hubiese publicado varios libros. Esto más que presunción es una llamada de atención a todo el que lea esto, una intuición vital. He tenido la posibilidad de publicar varias veces. Desde que inició el mundo de los e-books e incluso antes, en algunas ocasiones que se me presentaron. Pero cuando uno da su nombre, cuando en Internet no hay derecho al olvido, cuando cualquier documento llamará a la puerta tarde o temprano, en la indigencia o en el éxito de la crítica y de la aceptación del público (o de las masas)... entonces uno se vuelve más precavido y decide guardarse sus cartas para ver si puede surgir, con el tiempo y la espera voluntaria, una combinación mejor.

¡Escalera de color!

Os dejo con Diderot, una buena medicina para curarnos de gurús, blogeros y creadores de opinión que no se paran a pensar que la exaltación de las posibilidades de la tecnología lleva consigo el empobrecimiento del producto cultural, su banalización y su posterior tratamiento industrial: recicle después de usar.

"La crítica trata de distinto modo a los vivos y a los muertos. ¿Ha muerto un autor? Se ocupa de realzar sus cualidades y paliar sus defectos. ¿Está vivo? Es lo contrario. Son los defectos los que señala y las cualidades las que olvida [el crítico], y en eso lleva razón: se puede corregir a los vivos mientras que los muertos no tienen remedio.
Sin embargo, el censor más severo de una obra es el propio autor. ¡Cuántas fatigas se da a sí mismo! Él conoce el vicio oculto y el crítico casi nunca pone ahí el dedo. Esto me recuerda a menudo el dicho de un filósofo [Epícteto]: «¿Hablan mal de mí? ¡Ah, si me conocieran como me conozco yo!» . 
Los autores y críticos antiguos empezaban instruyéndose, y no entraban en la carrera literaria hasta salir de las escuelas de filosofía. ¡Cuánto tiempo había guardado el autor su obra antes de exponerla al público! De ahí esa corrección que sólo puede ser hija de los consejos, la lima y el tiempo.
Nos apresuramos en presentarnos al público y tal vez no éramos ni lo bastante ilustrados ni lo bastante hombres de bien cuando tomamos la pluma".
Denis Diderot, en "De la poesía dramática".

Un saludo.

En Logroño, 31 de diciembre de 2013.



22 de diciembre de 2013

Tomarse la justicia por su propia mano




Esta es una frase hecha.
Hay momentos en que parece cristalizar un descontento generalizado y una ausencia de legislación sobre el tema en particular y entonces surgen los pequeños Robin Hood. Hay un caso escalofriante que ha sucedido estas últimas semanas con el movimiento anti-pedofilia que en realidad ocultaba una homofobia y un movimiento a lo franquicia de lo que está ocurriendo en Rusia.

Esta frase hecha tiene dos partes bien diferenciadas. "Tomarse la justicia" y "propia mano".
Ambas han sido tratadas largo y tendido por filósofos y expertos en derecho.
Las nociones de justicia que tienen los ciudadanos hoy en día son muy vagas. Si las que un catedrático en filosofía del derecho tiene son vagas, imaginaos las de uno que no sea lego en la materia. A la justicia se puede acceder por intuición. Todos intuimos, en primer término, cuándo algo deja de ser justo. Llamamos a la vuelta al equilibrio "recuperación de la justicia". Pero también aquí tenemos problemas.

Si el mundo fuese perfecto y no hubiese leyes, las personas se autorregulasen entre sí mismas y todas las penas fuesen adecuadas al daño que causó el que se las merece entonces no necesitaríamos hacer justicia. El mundo natural se autorregula solito la mar de bien. El mundo social no tiene esta ventaja, necesita de una serie de elementos, instituciones, estructuras legales y culturales que aseguren en la medida de lo posible llevar a cabo esa justicia.

Como veis, voy escribiendo según la problemática se me viene encima, pero si queréis una especie de hilo conductor muy sencillo de estas ideas, os lo dejo aquí, porque no quiero hacer un post demasiado largo.

1-Intuición de lo injusto.
2-Tratar de "hacer justicia".
3-Ese "hacer justicia" entra en conflicto con otras realidades.
4-Esas realidades se protegen a sí mismas, algunas no son sometibles a justicia, otras sí.
5-Hay que hacer una convención entre las realidades y entre la tensión justicia-injusticia.
6-De esa convención puede surgir la autorregulación moral (de las costumbres) o el derecho (al más puro estilo romano, que es del que bebemos hoy en día).
7-La convención procura estar al día de las costumbres y novedades de la sociedad.
8-No siempre se puede estar al día, hay que actualizarse pero, como en los diccionarios, la realidad del lenguaje y de la vida va por delante de cualquier intento de legislación y de normatividad.
9-Se intenta tratar de hacer justicia por otros medios: guerra, justicieros individuales...
10- Ahora podemos tomar dos caminos: ¿Protegemos a esos justicieros tomando a su acción por honorable y moralmente irreprochable o les impedimos que hagan lo que su moral les manda -o intereses ocultos- con esa misma ley que están intentando completar?

Primer camino: Si dejamos que sigan adelante llegaremos a un momento en que nadie sepa a lo que atenerse. Las conciencias individuales aflorarán en lo público y este mundo, por estar mal o diferentemente educado (no todo el mundo tiene la misma capacidad de análisis y de discurso o acción ante una misma realidad), se irá a la mierda en un caos imposible de controlar. Mi moral personal está por encima de esa ley que no responde a las realidades de la manera que a mí me gustaría y entonces me encuentro legitimado a pasar por encima de ella y tomarme, eso es, la justicia por mi mano. Históricamente nunca ha salido bien un planteamiento así. Políticamente tampoco ya que la moral privada se enfrenta a la sociedad civil y a las instituciones y esta no es una lucha sencilla. Tomarse la justicia por su propia mano no es desobediencia civil ya que para que se dé desobediencia civil es preciso que el acto sea público y que la cuestión denunciada sea algo generalizado. Si a un tío le apetece comenzar a quemar iglesias probablemente esté haciendo realidad el deseo de muchos otros, pero desde luego que su acto no es considerado desobediencia civil. Cualquier anarquismo que se precie de ser mínimamente racional o razonable nunca actuará de esta manera, aunque hasta ahora los casos prácticos hayan sido en algunas ocasiones actuaciones individuales, en momentos tachadas de terroristas. Queda la cuestión abierta.

Segundo camino: La ley, con sus debilidades e inconsistencias, actuará de la manera que crea conveniente a través de sus brazos represores sobre estos justicieros individuales. Como cada sociedad tiene sus propias leyes es una tontería desarrollar más este punto. Que el que se crea con la suficiente capacidad como para legislar sobre este punto lo haga, yo me desmarco de cualquier valoración moral sobre ello puesto que, como hecho, en ocasiones es sumamente valioso. Lo importante para mí sería la investigación de lo que está por detrás de ese hecho ya que no es lo mismo quemar una iglesia por un arrebato destructivo que tras una conclusión racional, fruto de muchas lecturas y reflexiones, de lo que es preciso hacer con el patrimonio católico.

Un saludo.

Fran Riveira

En Zaragoza, 22 de diciembre de 2013.

19 de diciembre de 2013

Chapa y pintura




A veces te salvan el culo personas que ni de lejos hubieses imaginado que podrían o querrían hacerlo.
Hay relaciones que comienzas sin pensar en que podrían servirte de ayuda en momentos que tampoco te imaginas que llegarían a suceder.
En los peores momentos de la vida es necesario contar con personas de confianza con las que exista un cierto aprecio recíproco.

Los favores se pagan de muchas maneras. La más habitual es devolviendo esos favores. El problema de muchas personas es que siempre hacen favores y el de otras tantas es que siempre los reciben: se juntan con el grupo adecuado como para estar siempre en palmitas, de gratis y sin dar un palo al agua.
Los amigos son una cosa y el amiguismo es otra. ¿Por qué cualquier cosa con el prefijo -ismo se joroba? El amiguismo sucede cuando esas relaciones en apariencia alejadas de toda espera de provecho e interés sirven para dotar a uno de facilidades que tendrían que surgir del buen trabajo y capacidades propias.

En este mundo, por desgracia, es necesario hacerse con una buena agenda de amigos porque no solo servirán (de ahí lo útil...) para salvarse de la ruina, del hambre o de quedarse en la calle sino para conseguir trabajo, dejar a tus hijos con ellos o hablar durante un buen rato. 
Creo que aquí, en el norte de España, los amigos son otra cosa bien diferente. Al menos entre gente de mi edad, y no quiero ser moralista, los amigos son útiles para la fiesta y para poco más. La gente puede tener una barra de contactos enorme pero no haber hablado más de una hora en particular con ninguno de ellos. La depreciación de las relaciones humanas se hace patente hoy en día, en esta sociedad 2.0, televisada, monitorizada... yo mismo podría estar contando esta tontería a las personas con las que vivo, o al camarero del bar de abajo, pero ni son horas ni sería capaz de hacer que sintiesen el mínimo interés por estas cuestiones.

No pensamos sobre nosotros mismos. ¿Os dais cuenta? La mayoría de cosas que hacemos en nuestra vida, eso que llamamos "ocio", es una extensión de tiempo para no pensar en nosotros mismos. No digo que haya que meditar, pues me parece una gilipollez (al menos las fórmulas de meditación orientales que nos intentan exportar -con mucho éxito- los gurús de autoayuda), sino reflexionar mínimamente sobre el papel de uno en el mundo, en su comunidad, en su familia y en su grupo de amigos. Pensar sobre las cosas da algo de pánico. A veces no sabemos cómo pensarlas porque no tenemos los materiales para nombrar a esa realidad. ¿Existe algo que no sabemos nombrar? Por supuesto que sí. Hay mucha gente que tiene sentimientos complejísimos y que, por ello, no saben cómo nombrarlos ni cómo explicarlos. Surge ahí la vieja fórmula "yo ya me entiendo", porque íntimamente se entienden, no hay duda, pero no sirve de nada ya que el ser humano es un ser principalmente comunicativo y precisa de hacer público su sentir. Yo mismo escribo este blog por algo, por hacer público lo que en mi cabeza a veces quiere salir a patadas, otro que haga un videoblog necesitará desahogarse de otra manera, otros también nos "desquitamos" cantando, haciendo deporte o comiendo barbaridades hasta la indigestión.

Hace tiempo dije que sólo pensaba sobre mí cuando escribía. Y en los momentos en que más escribía más me aclaraba. Escribir es dar una estructura más o menos formal y narrativa a tus sentimientos y experiencias, y ponemos mucho de nuestra manera de ver el mundo en explicarnos a nosotros mismos. Si el mundo, para nosotros, progresa, entonces buscamos un hilo de progresión en nuestras vidas que nos diga que vamos por el buen camino. Si, por lo que sea, regresamos en algún punto o nos estancamos, somos capaces de explicarlo atendiendo a algún suceso desafortunado pero perfectamente explicable.


Creo que hay que saber explicar las cosas, escribirlas, hablarlas con amigos o con familiares... o expresarse mediante el arte... Yo no me creo al artista que no escriba para un público, ¡vaya estafador si dice que no lo hace! Al menos uno escribe para uno mismo, no es deportivo (bueno, el deporte también se hace para uno mismo...), no es ocioso, es lo que más nos acerca a una de nuestras más excelentes virtudes.


Un día de estos, lo prometo, recuperaré el podcast, ahora tengo un micrófono adecuado.

Un saludo.


Fran Riveira.


En Zaragoza, 19 de diciembre del 2013.

18 de diciembre de 2013

No hacer nada



Camilo José Cela decía que le podían echar en cara un montón de cosas menos una: ser un vago.
Decía que su rutina de trabajo (incluso fines de semana) superaba con mucho las ocho horas entre escritura y lectura (pues la lectura de un escritor se ha de considerar trabajo) o más.
Así, su fruto, su obra, no era producto de una genialidad sino de la mera rutina y obligación de llegar a unos niveles de producción literaria constantes a base de meter horas y más horas.
Por supuesto que habría horas en que hiciese el doble, otras en que no avanzase ni una página... otras en que leyese por encima, sin prestar atención, pensando en cualquier cosa que pasase por su cabeza. Pero ahí lo tenéis, Premio Nobel... un tío con un carácter tan marcado y extraño... Premio Nobel.

Por lo cual si dedicas horas habitualmente a una tarea en concreto podrás asegurarte un futuro brillante repitiendo esa tarea o innovando en ese terreno del conocimiento. Esto es lo que los diletantes, por su incapacidad de mantener la atención sobre algo concreto, no son capaces de entender: el ser humano no puede focalizar su atención en mil cosas a la vez, por mucho que quiera, por mucho que le gusten. Ojo, no digo que haya que conformarse con ser bueno en un solo ámbito de la vida porque se correrá el riesgo de vivir de manera aburrida y, en ocasiones, fallar o demostrar que no se tiene ni una sola aptitud para esa tarea. Sólo digo que no es de buenos estrategas jugárselo todo a una carta.

Quería decir hoy que a veces es bueno no hacer nada. Esto es ya una teoría desarrollada... apologías de la pereza, de la vagancia, de la inutilidad e improductividad, de la procastinación e insulto a las exigencias del tiempo que se nos agota. De vez en cuando está bien parar y dejar de seguir rutinas. Nuestras vidas pierden control y en ese caos adquieren otro significado. Cuando perdemos el control nos entra el pánico ante lo desconocido y, entonces, volvemos a la rutina, aunque esta sea no hacer nada... también podemos recuperar el control volviendo a no hacer nada, sintiéndonos llenos por el vacío. Los ni-nis tienen que tener un espacio en nuestra sociedad y dejar de ser puestos en segundo grado de preocupación política, tanto los ni-nis como los canis o las chonis. Tenemos que permitirles ser vagos, nos lo podemos permitir en este siglo. No hay rémoras para el progreso de la sociedad, más bien los que parecen actuar en esta sociedad actúan para su destrucción.
No me pongo apocalíptico pero es lo que hay.
Hay que permitir a esta gente, vaga, perezosa e improductiva que sigan contribuyendo a la sociedad con su estéril existencia.
Porque, no lo olvidéis, la esterilidad es una sentencia de muerte para la especie humana pero una opción o situación aceptable en términos personales.

Un saludo.

Fran Riveira.

En Zaragoza, 17 de diciembre de 2013.

12 de diciembre de 2013

¿Socialismo "científico"?

 
(Refutando a Stalin...)


Uff, mira que Marx dio en el clavo en muchísimas cosas (no voy a decir que en la mayoría porque no he tenido la oportunidad de leer su obra completa) pero a la hora de definir su teoría y dotar de inmunidad epistemológica a sus postulados se pasó tres pueblos.

Pero era algo propio de su época, eso de llamar a todo "científico" tiene un origen en señores como Dilthey o la célebre querella entre explicar y comprender. Yo creo que algo de culpa tiene Hegel en todo esto y, bueno, algo de ello comparte Marx (y don Engels). No digo que Marx no fuese hijo de su época, es decir, esto no es una crítica abierta hasta esta máquina demoledora del pensamiento clasista y profundamente injusto sino una crítica a la definición del socialismo, como él decía, como Lenin decía, como algunos marxistas que no han leído nada de literatura epistemológica en los últimos 150 años definían... socialismo científico.

¿Qué es eso de socialismo científico?

-Parte de la idea de que el motor de la historia es la lucha de clases. Pero no de su época histórica (primeras y segundas internacionales) sino de absolutamente TODA la historia. Este pensamiento historicista, que encuentra igualdades entre distintas épocas de la historia que ni de lejos las tienen (salvo haciendo muchos malabares) es criticada por Popper (no la droga) en "La miseria del historicismo". Toma castaña, historicistas.

-Esa lucha de clases es la que genera cambios sociales, ¿principal o parcialmente? Principalmente. El motor, entonces, no es ni siquiera la clase dominante, sino el proletariado, que es la intrahistoria unamuniana, el motor causa sui tomista... yo es que veo en todo relación con todo, perdonadme el atrevimiento.

-Una manera de descargar responsabilidades ante otro tipo de socialismos no científicos: utópicos. Como nosotros, dice Marx, tenemos unas teorías basadas en la más que pura realidad social y económica de nuestro tiempo, entonces se sigue que nuestra respuesta ante estos problemas ha de ser científica, pues propone hipótesis tras la observación directa e imparcial (agarraos, que vienen curvas) y, además, va a llegar un momento en que este modelo que nosotros proponemos haga desaparecer la historia pues todo confluirá en un maravilloso fin de la historia donde desaparecerán las clases sociales, los trabajadores tendrán la propiedad privada de los medios de producción. Para que os hagáis una idea, esto es como si de repente un químico lograse dar una explicación a absolutamente todos los fenómenos de esas características y, de repente, tuviésemos que demoler la facultad de química por inútil.

Estaréis conmigo en ver aquí un germen del inmovilismo que yo creo que está asolando el pensamiento crítico de muchas personas de izquierda, leídas, valiosas, librepensadoras, ateas y todo lo que quieras. No se puede criticar abiertamente un sistema neoliberal, capitalista, con características posmodernistas y sombras de un fascismo que ni de lejos había sido teorizado por los marxistas de finales de siglo (¡XIX!).

Antes de venirme al siglo en que vivimos voy a tratar de romper una lanza a favor de Marx porque me está recordando esto a algún artículo en Xataka Ciencia donde el articulista que monopoliza la línea editorial (Sergio Parra) habla de Aristóteles como de una rémora para la ciencia. Qué culpa tendría el pobre Aristóteles de no tener acceso a los anales de las revistas científicas actuales y de desconocer la física de Newton -por poner un ejemplo-.

No voy a caer en el argumento imbécil (sin báculo, es decir, insostenible) típico de Intereconomía y decir que Marx fue un asesino en potencia (y en acto) de cientos de millones de personas ni a decir que cómo no había sido capaz de entender que el cientificismo estaba comenzando a entrar por la puerta grande (y casi casi para quedarse) de todas las ciencias sociales.

Sólo critico el argumento, no a la persona. Y, desde luego, no a todos sus argumentos, pues yo me considero marxista (socialista) en bastantes aspectos de mi ideología pero, como diría aquel, "soy amigo de Platón, pero más amigo soy de la verdad".

Y ya que, como dice Lenin, la verdad es revolucionaria (cabría preguntar al amigo Vladimir, ¿qué verdad?), prefiero atenerme a lo que sé ahora que ocurre cuando aplicamos el palabro "científico" a formas de conocimiento que, ni de lejos, lo son.

Problemas del cientificismo (en política):

-Si una ciencia como la sociología dice que es científico que todos los seres humanos compitan entre ellos, entonces juzgaré como normal, NATURALIZARÉ, la desigualdad entre personas incapaces de competir contra el pez más gordo.

-Si el método de las ciencias naturales es extrapolable al de las sociales entonces todo aspecto especulativo sin base en la naturaleza o en hechos previamente acontecidos ha de ser desechado por utópico (pensemos que Marx habla de socialismo científico en claro encuentro con el socialismo utópico de otros pensadores). Una cosa os digo: ojalá Platón no hubiese sido tan utópico, nos hubiésemos librado de contemplar la destrucción que la puesta en marcha de sus ideas ha traído a toda la sociedad occidental a través del cristianismo. ¡Cuánto daño hacen las utopías y qué útiles son a veces! Que algo sea utópico no significa que sea bueno o malo (esto es un juicio moral) ni aplicable o no aplicable.

-El término "científico" blinda cualquier teoría antes de que esta salga a la calle. Ese chaleco antibalas tiene un prestigio tal que su puesta en cuestión es vista como un indicio de charlatanería o de discurso que se sale de lo establecido como racional. Entonces, toda la política, ¿tiene que estar basada en lo racional?

La política no es reducible a la ciencia natural puesto que la potencia explicativa de esta, en cualquiera de sus variantes, es incapaz de dar razón de los acontecimientos sociopolíticos que nos circundan día a día.
Así, el socialismo científico parte de una premisa equivocada.
Esto no quiere decir que el socialismo en sus concrecciones (anarquismo, marxismo-leninismo, etc) sea un conjunto de teorías a despreciar, tan "solo" habrá de ser replanteado, desde luego, sin caer en apellidos fundamentados en ideologías cientificistas.

Suficiente tenemos con los escépticos (de garrafón) españoles.

Un saludo.

Fran Riveira

En Zaragoza, 12 de diciembre de 2013.

PD: Dedico este post a Iván. Espero que te sea de provecho.


6 de diciembre de 2013

Cómo estudiar sin memorizar



Esto es una transcripción casi literal de lo que un profesor, hace años, nos recomendó hacer.

...

"Yo os voy a decir cómo sacar buena nota y casi disfrutando.
Una vez tengáis los apuntes y comencemos a explicar, tú debieras ir a casa y lo que yo explicara en clase, búscalo en tus apuntes, trata de entenderlo y hazte una síntesis, de manera de que de siete líneas de apuntes te quede en una, diciéndolo con tus palabras. 
Al final de curso tendrás una síntesis de unas 30 páginas de todos los contenidos de estas 300 páginas.

300 páginas comprimidas en 30.

No se trata de que te metas esas 30 en tu cabeza, sino de que hagas tus 30 propias.
Si haces eso conforme vaya explicando en clase, tendrás el curso muy muy bien.
Si no lo haces te irá mal, porque cada vez que haya un examen te comenzarás a sentir muy mal porque todo es muy abstracto y nunca tendrás la seguridad de si respondes bien o no.
Ventaja: tú mismo cuando leas dirás: "siete líneas y no me he enterado de qué tengo que sacar de aquí", pues bueno, te impones una disciplina personal de decir, no sigo avanzando porque no he entendido nada. O o bien me lo preguntas y te lo resuelvo, o bien has estado disperso pensando en otras cosas y tendrás que volver a releer comprensivamente ese texto o párrafo, eso es lo que tendrás que hacer, no tiene más.

¿Cómo dejas 7 líneas en una? Para eso hay que ejercitarse. Nadie sale del vientre haciendo síntesis. Una vez que aprendes nunca podrás evitar estudiar de esta manera.
Si nunca lo haces tendrás que sustituir esta técnica por una memorización constante, cuando eras pequeño esto era casi posible porque eran muy light los contenidos, los de secundaria también... pero en bachillerato los contenidos comienzan a ser más técnicos, la ciencia hoy día ni siquiera está como en la época de Galileo, tenéis 17 veces más información de la que tuvo Galileo en toda su vida, esa es la diferencia entre la genialidad y vosotros.

Como tú eras fértil y joven te cabían muchos datos, pero cada vez te caben menos y cada año vaciáis para que quepan más conocimientos..."

16 de septiembre de 2010, en Logroño.

4 de diciembre de 2013

El anarquismo fructifica

Considero que el anarquismo tiene más éxito como propuesta filosófica -radical- que como propuesta política invariable y dogmática. En el caso de querer aplicar el anarquismo a la política encontraremos, como en todas las fórmulas de organización del mundo político, inconsistencias y problemas graves a afrontar antes de la propuesta final, si es que la hubiere (vease el marxismo y sus variantes sobre el terreno).

Así y todo, la considero como la más apreciable, útil, necesaria y sostenible argumental y racionalmente de todas las propuestas políticas.
Quizá en esto, paradójicamente, tenga que ver que no haya una sola experiencia integral y fructífera en la historia de un modelo propuesto como anarquista sobre el que falsar. Pero sí que la hay, no cabe duda, de que la puesta en marcha de los argumentos e ideas centrales de esta ideología tales como la autogestión, creación de conciencia en las bases, voluntad de horizontalidad en el poder, cuestionamiento de la legitimidad del estado, instituciones... han logrado su fruto, parcial, pero fruto al fin y al cabo.

Pensar la utopía es pensar en lo posible.

Francisco Riveira, en Zaragoza, 4 de diciembre de 2013.

3 de diciembre de 2013

¿Quemar los libros de autoayuda?



Si formas parte de la humanidad occidental privilegiada probablemente hayas oído hablar de los libros de autoayuda. Estas lecturas te permiten, según rezan sus llamativas portadas, realizarte como persona, conocerte mejor y tener éxito en la vida tras encontrar su sentido.

Sin embargo, ¿qué sentido tiene esa vida? Ellos te lo dan. El ser humano suele dar sentido a todo lo que hace, es una propiedad casi ingénita en él. También a la vida. ¿Por qué permitimos que un capullo desde el otro lado del charco nos dicte normas morales a seguir o nos ayude a ser mejores?

Pienso que el único que se autoayuda con los libros de autoayuda es el que los escribe... porque los vende.

No voy a decir que sea imposible encontrar algo de tranquilidad en las páginas de ese tipo de libros. El ser humano inventó las religiones para que sirviesen de paliativo, ahora son los libros de autoayuda los que te dan ese consuelo.

El que lee libros de autoayuda busca el consuelo para su propio bien personal. Ese bien personal es herencia directa del liberalismo, del individualismo que premia el sistema capitalista, de la mentalidad emprendedora y ombliguista que envuelve toda esta sociedad. Da espanto entrar a Twitter y ver a millones de personas con la cabeza comida por el discurso emprendedor y facilón de autoayuda. Da espanto no por ellos sino por los que han visto en ese tipo de discursos (coaching, etc) un método magnífico de forrarse.
No os voy a decir lo que los coachers más conocidos de España ganan por cada hora de su charla pero estamos hablando de cuatro cifras o más...

En fin, hoy sólo quería deciros que estoy en contra de los libros de autoayuda no sólo por su estolidez y repetición de fórmulas más que manidas para dar esperanza sino también porque son una herramienta de ocultación de la potencialidad política del individuo. Estos libros obligan al individuo a pensarse a sí mismo como un todo independiente del resto del mundo.

Qué difícil es crear un discurso atractivo desde la postura contraria. El individuo se subsume en sociedad, si queda alguna libertad individual esta tiene que ser pensada teniendo en cuenta a la totalidad de los individuos. No al revés. El mundo no se crea ni funciona respetando la necesidad individual, y todo proyecto que abogue por esto estará destinado al fracaso, ahí tenéis el liberalismo como ejemplo impepinable.
Estas obras cortan aun más la capacidad asociativa y de auto-organización de los individuos.

Ya no me pregunto por qué se da tanto altavoz en los medios de comunicación a este tipo de obras. Es una estrategia más para despolitizar, ensimismar y, en definitiva, engañar a las personas.

Otro día, con más tiempo y más ideas, hablaré de esto en profundidad.

Un saludo.

Fran Riveira, en Zaragoza, 3 de diciembre de 2013.