Robotín de Google
3 de diciembre de 2013
¿Quemar los libros de autoayuda?
Si formas parte de la humanidad occidental privilegiada probablemente hayas oído hablar de los libros de autoayuda. Estas lecturas te permiten, según rezan sus llamativas portadas, realizarte como persona, conocerte mejor y tener éxito en la vida tras encontrar su sentido.
Sin embargo, ¿qué sentido tiene esa vida? Ellos te lo dan. El ser humano suele dar sentido a todo lo que hace, es una propiedad casi ingénita en él. También a la vida. ¿Por qué permitimos que un capullo desde el otro lado del charco nos dicte normas morales a seguir o nos ayude a ser mejores?
Pienso que el único que se autoayuda con los libros de autoayuda es el que los escribe... porque los vende.
No voy a decir que sea imposible encontrar algo de tranquilidad en las páginas de ese tipo de libros. El ser humano inventó las religiones para que sirviesen de paliativo, ahora son los libros de autoayuda los que te dan ese consuelo.
El que lee libros de autoayuda busca el consuelo para su propio bien personal. Ese bien personal es herencia directa del liberalismo, del individualismo que premia el sistema capitalista, de la mentalidad emprendedora y ombliguista que envuelve toda esta sociedad. Da espanto entrar a Twitter y ver a millones de personas con la cabeza comida por el discurso emprendedor y facilón de autoayuda. Da espanto no por ellos sino por los que han visto en ese tipo de discursos (coaching, etc) un método magnífico de forrarse.
No os voy a decir lo que los coachers más conocidos de España ganan por cada hora de su charla pero estamos hablando de cuatro cifras o más...
En fin, hoy sólo quería deciros que estoy en contra de los libros de autoayuda no sólo por su estolidez y repetición de fórmulas más que manidas para dar esperanza sino también porque son una herramienta de ocultación de la potencialidad política del individuo. Estos libros obligan al individuo a pensarse a sí mismo como un todo independiente del resto del mundo.
Qué difícil es crear un discurso atractivo desde la postura contraria. El individuo se subsume en sociedad, si queda alguna libertad individual esta tiene que ser pensada teniendo en cuenta a la totalidad de los individuos. No al revés. El mundo no se crea ni funciona respetando la necesidad individual, y todo proyecto que abogue por esto estará destinado al fracaso, ahí tenéis el liberalismo como ejemplo impepinable.
Estas obras cortan aun más la capacidad asociativa y de auto-organización de los individuos.
Ya no me pregunto por qué se da tanto altavoz en los medios de comunicación a este tipo de obras. Es una estrategia más para despolitizar, ensimismar y, en definitiva, engañar a las personas.
Otro día, con más tiempo y más ideas, hablaré de esto en profundidad.
Un saludo.
Fran Riveira, en Zaragoza, 3 de diciembre de 2013.
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