Robotín de Google
22 de diciembre de 2013
Tomarse la justicia por su propia mano
Esta es una frase hecha.
Hay momentos en que parece cristalizar un descontento generalizado y una ausencia de legislación sobre el tema en particular y entonces surgen los pequeños Robin Hood. Hay un caso escalofriante que ha sucedido estas últimas semanas con el movimiento anti-pedofilia que en realidad ocultaba una homofobia y un movimiento a lo franquicia de lo que está ocurriendo en Rusia.
Esta frase hecha tiene dos partes bien diferenciadas. "Tomarse la justicia" y "propia mano".
Ambas han sido tratadas largo y tendido por filósofos y expertos en derecho.
Las nociones de justicia que tienen los ciudadanos hoy en día son muy vagas. Si las que un catedrático en filosofía del derecho tiene son vagas, imaginaos las de uno que no sea lego en la materia. A la justicia se puede acceder por intuición. Todos intuimos, en primer término, cuándo algo deja de ser justo. Llamamos a la vuelta al equilibrio "recuperación de la justicia". Pero también aquí tenemos problemas.
Si el mundo fuese perfecto y no hubiese leyes, las personas se autorregulasen entre sí mismas y todas las penas fuesen adecuadas al daño que causó el que se las merece entonces no necesitaríamos hacer justicia. El mundo natural se autorregula solito la mar de bien. El mundo social no tiene esta ventaja, necesita de una serie de elementos, instituciones, estructuras legales y culturales que aseguren en la medida de lo posible llevar a cabo esa justicia.
Como veis, voy escribiendo según la problemática se me viene encima, pero si queréis una especie de hilo conductor muy sencillo de estas ideas, os lo dejo aquí, porque no quiero hacer un post demasiado largo.
1-Intuición de lo injusto.
2-Tratar de "hacer justicia".
3-Ese "hacer justicia" entra en conflicto con otras realidades.
4-Esas realidades se protegen a sí mismas, algunas no son sometibles a justicia, otras sí.
5-Hay que hacer una convención entre las realidades y entre la tensión justicia-injusticia.
6-De esa convención puede surgir la autorregulación moral (de las costumbres) o el derecho (al más puro estilo romano, que es del que bebemos hoy en día).
7-La convención procura estar al día de las costumbres y novedades de la sociedad.
8-No siempre se puede estar al día, hay que actualizarse pero, como en los diccionarios, la realidad del lenguaje y de la vida va por delante de cualquier intento de legislación y de normatividad.
9-Se intenta tratar de hacer justicia por otros medios: guerra, justicieros individuales...
10- Ahora podemos tomar dos caminos: ¿Protegemos a esos justicieros tomando a su acción por honorable y moralmente irreprochable o les impedimos que hagan lo que su moral les manda -o intereses ocultos- con esa misma ley que están intentando completar?
Primer camino: Si dejamos que sigan adelante llegaremos a un momento en que nadie sepa a lo que atenerse. Las conciencias individuales aflorarán en lo público y este mundo, por estar mal o diferentemente educado (no todo el mundo tiene la misma capacidad de análisis y de discurso o acción ante una misma realidad), se irá a la mierda en un caos imposible de controlar. Mi moral personal está por encima de esa ley que no responde a las realidades de la manera que a mí me gustaría y entonces me encuentro legitimado a pasar por encima de ella y tomarme, eso es, la justicia por mi mano. Históricamente nunca ha salido bien un planteamiento así. Políticamente tampoco ya que la moral privada se enfrenta a la sociedad civil y a las instituciones y esta no es una lucha sencilla. Tomarse la justicia por su propia mano no es desobediencia civil ya que para que se dé desobediencia civil es preciso que el acto sea público y que la cuestión denunciada sea algo generalizado. Si a un tío le apetece comenzar a quemar iglesias probablemente esté haciendo realidad el deseo de muchos otros, pero desde luego que su acto no es considerado desobediencia civil. Cualquier anarquismo que se precie de ser mínimamente racional o razonable nunca actuará de esta manera, aunque hasta ahora los casos prácticos hayan sido en algunas ocasiones actuaciones individuales, en momentos tachadas de terroristas. Queda la cuestión abierta.
Segundo camino: La ley, con sus debilidades e inconsistencias, actuará de la manera que crea conveniente a través de sus brazos represores sobre estos justicieros individuales. Como cada sociedad tiene sus propias leyes es una tontería desarrollar más este punto. Que el que se crea con la suficiente capacidad como para legislar sobre este punto lo haga, yo me desmarco de cualquier valoración moral sobre ello puesto que, como hecho, en ocasiones es sumamente valioso. Lo importante para mí sería la investigación de lo que está por detrás de ese hecho ya que no es lo mismo quemar una iglesia por un arrebato destructivo que tras una conclusión racional, fruto de muchas lecturas y reflexiones, de lo que es preciso hacer con el patrimonio católico.
Un saludo.
Fran Riveira
En Zaragoza, 22 de diciembre de 2013.
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