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8 de diciembre de 2014

Xavier Zubiri, Dios y la Filosofía - Tercera parte




Estas lecciones de Zubiri, recogidas en su obra El hombre y Dios no van a tratar de las ideas sobre dios sino del problema radical que supone dios para el hombre de la época de Xavier Zubiri. Aun siendo ateo o creyente pretende que en su realidad vivida no existe un problema de dios y no piensa que quizá enmarcarse como teísta o ateísta supone una respuesta a algo anterior. Ambas posiciones, a pesar de todo, han de justificar su actitud intelectualmente. Este punto de partida es un problema y no una teoría.


Pensar a Dios es pensarlo de manera problemática y descubrir ese problema es al mismo tiempo, de manera automática, un encuentro con la realidad (o la irrealidad, aquí Zubiri da una concesión a las posturas ateas) de dios. De ahí que exista un problema teologal del hombre, que va a ser lo que tratará Zubiri en esta pequeña conferencia dictada en noviembre de 1973 en la Universidad Gregoriana de Roma.


No hay que hacer de la existencia humana objeto de la teología (ya que esto daría por supuesta la realidad de dios) pues las consideraciones teológicas son parte de teorías anteriores. Pero aquí Zubiri busca analizar los hechos que ocurren en la realidad humana, si en este proceso de análisis se logra encontrar una dimensión que nos lleve a la ultimidad de lo real: la dimensión teologal del hombre.


Zubiri no ha definido una idea de dios sino que lo ha localizado en el proceso de conocimiento humano, lo ha puesto al final, en las fronteras de lo que buenamente podemos discernir al final de lo real, como hemos dicho antes, incluso el ateísmo se encontraría inscrito en este proceso de conocer la realidad vital propia. De este modo de pensar la cuestión partirá nuestro filósofo a la hora de considerar lo que es y deja de ser dios o, mejor dicho, el problema de dios.


Para ello habrá que partir de un análisis de la realidad humana, Zubiri, en esta conferencia, lo llevará a cabo a través de tres pasos:


1. El hombre es una persona, no es para sí mismo como para sí misma es una piedra, y cada persona es absoluta en el sentido de exenta de otras realidades. Pero esta propiedad de personalidad absoluta no viene ya dada desde el nacimiento sino que cada persona, por medio de la realización de ese potencial, ha de conseguirla. El poder asir la realidad y así mejor conformarse, como ya hemos visto, Zubiri lo llama religación. El hombre está expuesto a una realidad última que se denomina religación, esa es la frontera de la realidad, ahí se localiza el problema de dios después de la deriva de la teoría de Zubiri.


2. La opción del ateísmo, del teísmo o de lo que fuera sería ya un inicio de ese camino hacia el fundamento pues, según Zubiri: “Toda opción es ya una marcha cuando menos incoada.” La realización personal supone tomar parte por una opción, cualquiera que esta sea, pues todas ellas van a ser una experiencia del fundamento de lo real. Y en el camino de conocimiento hasta los bordes de sus posibilidades descubrimos a dios como consecuencia necesaria de la religación.


3. Pero ese camino hacia los últimos fundamentos de lo real tiene mucho de físico o de experiencial, así, es un constante método de prueba de la experiencia al mismo tiempo intelectiva y material (en el sentido de física): 


“La religación es, pues , una marcha experiencial hacia el fundamento del poder de lo real. Es experiencia fundamental.”


Y esa experiencia fundamental va a ser directamente una experiencia de dios, como esa experiencia es personal entonces dios no va a suponer un añadido externo a esa personalidad humana sino que se va a tratar de un dios trascendente, que subyace y permanece al hombre mismo y a su más última realidad o fundamento: “Dios no es la persona humana, pero la perosna humana es en alguna manera Dios: Es Dios humanamente”. 


Por lo cual, en el proceso del análisis zubiriano de la realidad humana el último paso va a suponer una experiencia del propio dios. Cada momento (persona, religación, experiencia de dios) brota del estadio anterior, y esta triada de realidades Zubiri la denomina la dimensión teologal del hombre.


Esta dimensión es la forma determinada de la religación. La forma de la religación es la religión, la religión supone un conocimiento de la experiencia de dios, hombre y mundo que puede variar según épocas y culturas, por ello hay múltiples religiones y diferentes libros sagrados y dioses con diferentes atributos. Piensa Zubiri que la historia de las religiones supone esa última experiencia acerca de lo real que, reitera, es dios.


Ahí entrará el cristianismo, en tanto que religión es una expresión de la religación, el cristianismo es el plano experiencial en el que se encierra el fundamento último de la realidad humana y, por tanto, de la realidad del mundo. En el cristianismo se es real en dios, Zubiri va a llamar a esta cualidad deiformidad, a saber, ser como dios. Lo básico y fundamental de una religión como el cristianismo no va a basarse solo en lo soteriológico sino principalmente en esta deiformidad. La experiencia que tiene la humanidad de dios es esta experiencia de la deiformidad se da en los campos de lo individual, social e histórico, respectivamente: religación, religión y deiformación, cuyos correlatos son el propio dios, la religión y el cristianismo.

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