Uno comienza a escuchar a Elvis Presley más motivado por el mito que por otra cosa. La cultura americana está ahí, con sus veinte mil canciones country, con la curiosa manera del pueblo negro de entender la religión y de cantar a su dios... pero lo que brilla, lo que llama la atención, lo exitoso... es el propio Elvis.
En este vídeo interpreta la canción Unchained Melody. Es ya su último año de vida y esto se puede ver de varios modos: está mucho más gordo, suda un montón, la voz ya es más gruesa que en su juventud pero los esfuerzos por alcanzar determinadas notas (sobre todo el falsete final) y por respirar correctamente le juegan una mala pasada. Probablemente estaba medicado (drogado) hasta arriba en el momento de hacer ese concierto. Sus últimos momentos fueron así, hubo hasta ocasiones en las que se vio obligado a cancelar conciertos porque no podía levantarse de la cama.
Ese no es el Elvis Presley que uno se espera, uno se espera ver el joven. ¿Por qué, entonces, me atrae tanto este Elvis Presley destrozado? Porque es un hombre en decadencia, su fin es ya por todos conocido. No siempre tenemos la oportunidad de asistir plásticamente a la decadencia de un hombre y este tipo de famosos nos ponen el fenómeno en bandeja. Los Buddenbrock decayeron en grupo, Elvis decayó él solo junto a todo su mito. Y después de la decadencia, ¿qué llega? El glorioso recuerdo. Por eso Elvis era la persona muerta que más dinero ganaba, ostentó este récord bastantes años.
Hoy las formas de reconocerle como mito son hasta patéticas: bodas a lo Elvis, conciertos homenaje en los que no hay coros ni un acompañamiento instrumental a la altura... hoy la música valora a Elvis pero no musicalmente, sólo en pequeños apuntes y menciones. Celine Dion representó una canción junto a un Elvis virtual, hace unos siete años, y ni siquiera se trataba de una de sus canciones más rompedoras.
Elvis... ¿qué es Elvis? Todo el mundo le conoce, todos le recuerdan como joven. Yo me quedo con su última época, quizá sea una manera de recordarme a mí mismo hasta qué punto puede descender un hombre con todo el dinero del mundo pero sin un proyecto, educación y salud mental y física adecuados.
Francisco Riveira
En Estambul, Turquía.
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