Robotín de Google

17 de septiembre de 2014

Early adopters de Internet Móvil






Nunca he tenido una adicción. Tampoco tengo una vida ni un grupo de personas a mi alrededor que me puedan llegar a inducir una adicción. Tengo adicciones a asuntos para nada nocivos. Por ejemplo, me encanta la música y los conciertos grabados en directo, también los idiomas, por no hablar de los coches o de los aviones. Para mí la adicción a la tecnología es una adicción a todas esas cosas. La tecnología para mí es un medio que me permite llegar a saborear todo lo que me gusta lo más eficaz y rápidamente posible. Por tanto, cuanto mejor y más al día yo esté en la tecnología, mejor y más al día comprenderé todo aquello que me gusta.

He sido una de las primeras personas de mi entorno que usó Internet por el móvil. Estoy hablando del 2004, año en que comencé a navegar con un Nokia a color. Dos años más tarde ya navegaba a través de Ópera Mini y tenía una conexión permanente a Internet. Es decir, llevo unos 10 años con conexión a Internet permanente. Quizá era lógico en mi caso, pues no siempre disponía de Internet en mi casa. Así que para mí no es nada nuevo esto de tener al alcance de tu mano toda la información del mundo. Con un navegador, como digo, y una tarifa de conexión por bloques (creo que eran 200 bloques de conexión por cada mes, y pagabas 10 euros) de Vodafone, junto al Ópera Mini (un navegador excelente) podía disfrutar de Internet durante mis viajes, en los trayectos de autobús o incluso desde las clases. No sé cómo se sentirán ahora los chavales de 12 años que ya disponen de acceso a Internet en cada parte del mundo, que ya tienen un smartphone que les hace de todo y sin pagar excesivo precio, pero para mí tener el acceso a Internet permanente fue una experiencia que me hacía destacar en mi relación perspectiva con el resto de personas, que necesitaban ver un ordenador para leer noticias (si es que las leían), blogs, etc... Y hace unos cuantos meses me compré mi primer smartwatch, después de una larga época en la que renegué de relojes. El smartwatch (en mi caso es un Gear 2 de Samsung) me sirve más que como reloj, como cuantificador y como extensión de mi móvil. Es un capricho, al igual que sería un capricho comprarse un Rolex de 2000$ o el asistir a fiestas cada dos días. El hombre que usa la tecnología en su vestimenta está comenzando a aparecer en el mundo y no es que me alegre de ser de los primeros que lo aprovechan, sino que me hace gracia porque me recuerda a aquellos momentos en los que yo era el único que tenía Internet en su móvil. 

¿Para qué necesitas Internet en el móvil? ¿Qué hay tan importante que no puedas dejar esperar hasta cuando llegues a casa y tengas acceso a tu ordenador? ¿No crees que tener Internet móvil es un poco de enganchados? Pues ahora el enganche es universal y lo mismo pasará con este tipo de relojes y demás aparatos. Lo llaman el Internet de las cosas.

Iba a escribir hoy de las adicciones pero al final me he puesto a hablar de tecnología y de mi relación con ella. Prometo que mañana (o cuando pueda hablar sobre lo que verdaderamente quería) será mucho más interesante. Pienso hablar de la diferencia entre yonquis y alcohólicos.

¡Un saludo!

Francisco Riveira

En Estambul, Turquía.

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