Quise haber escrito sobre esto hace ya un tiempo pero entre una cosa y otra no lo hice. Desde hace unos días, sin embargo, vengo observando múltiples publicaciones en periódicos digitales sobre el tema de los Booktubers y quería aportar mi experiencia con ellos y compartir mi opinión con todos vosotros.
Llevo varios días pensando cómo enfocar este post y por eso temo que quede algo contradictorio. Para evitar eso, al menos os voy a hacer partícipes de mi contradicción.
Yo no veo la tele, veo YouTube. Me entretiene, no tiene anuncios porque tengo la extensión de AdBlock. Yo he ganado dinero con algunos vídeos en YouTube, tanto es así que me he podido comprar una PlayStation 3. Hace ya un año que dejé de ganar dinero por hache o por be. Lo que quiero decir es que sé la situación del YouTuber, tanto desde dentro como desde fuera. Veo, como decía, YouTube en vez de la televisión. Y no es sólo la ausencia de publicidad la ventaja mayor sino también, qué duda cabe, los numerosos contenidos interesantes. Sigo unos 100 canales y no hay ninguno que sobre. Unos me proporcionan mi dosis diaria de aviación, otros de velocidad, otros de filosofía, música clásica, literatura y también, por supuesto, un poco de distracción sin muchas más pretensiones.
Este último caso es el que ocupa JPelirrojo. No sé cómo llegué a él pero me imagino que aterricé en su canal principal. Me da hasta vergüenza admitir que le comencé a ver en sus vídeos porque de verdad que eran malos, sobreactuados y poco interesantes. El problema de los YouTubers es que sueltan sus opiniones poco maduradas sobre mogollón de temas a una audiencia cada vez más grande que no exige mucho más de lo que recibe, entonces lo que ocurre es lo que vemos: vídeos cada vez mejor editados, veloces y dinámicos, pero cuyo contenido deja mucho que desear para los que buscamos un poquito más en ellos.
Así, comencé a seguir su canal secundario "Voy a por ello", que hoy por hoy se ha convertido en su canal principal. Aquí narra su día a día y me enganché de tal manera que tuve que ver todos los vídeos desde el principio hasta el final. Y esto no sólo me ha pasado con ese canal sino también con series como Cuéntame, etc... siempre tengo que tener algo para ver (series o vídeos de otro tipo), para matar esos momentos en los que a uno no le apetece ni escribir, ni leer ni pensar demasiado. Me enganché, ya te digo, y así hasta hoy. En este canal se narra su día a día desde hace unos cuantos años y es verdaderamente interesante ver todo el proceso que ha ido detrás. Es una persona totalmente diferente a mí. Yo soy de esos que planifican, que tienen sus pasos bien claros y que procuran ser buenos en varios aspectos concretos de su vida. Por otro lado, JPelirrojo es un diletante que va de aquí para allá probándose a sí mismo en innumerables actividades: paracaidísmo, música, actuación, deportes, radio, etc. Estoy seguro de que nadie, ni aunque lo intente, puede ser bueno en tantísimas cosas. Tendrá uno una vida llena de pequeños intentos de ser el mejor, pero nunca lo conseguirá. A pesar de todo rompo una lanza a su favor y digo que me parece que su lugar está en la radio, tanto por su voz como por su desparpajo.
Tampoco quería hablar sólo de su caso sino tomarlo como ejemplo.
Los YouTubers me hartan. Ediciones insuperables y cada vez más medios (porque las marcas no son tontas y se acercan a ellos) pero contenido repetitivo -aunque todos piensen que son revolucionarios- y poco interesante. YouTube es un lugar muy grande, lo reconozco, y hay de todo. Yo me estoy refiriendo a esta oleada de jóvenes que cogen una cámara y se ponen a expresar sus opiniones. Lejos de querer dármelas de cultureta, pienso que un lugar sin restricciones de tiempo tendría que poder dar lugar a reflexiones más largas. ¿Qué ocurrió con programas como la Tuerka (carne de YouTube)? Poco a poco fueron añadiendo a individuos sin gracia (Facu Díaz, i.e.) y secciones que bien merecerían aparecer en programas de repaso semanal de la Sexta, y no secciones que mereciese la pena incluir en un programa de debate. En mi opinión, se cargaron el programa en cuanto metieron todo eso. Hacerlo diario lo volvió imposible de seguir (el que tenga una hora cada día para ver una tertulia, que me diga como lo hace). Creo que los contenidos diarios tienen que ser fácilmente consumibles en 10 o 15 minutos (como este mismo post) y no en una hora o dos. Si son semanales, que sean algo más largos está permitido, siempre y cuando sigan siendo semanales.
Es cuestión de jugar un poco con las necesidades de los oyentes o suscriptores y saber ajustarse.
Cuando conocí el fenómeno de los BookTubers (a través de Javier Ruescas, un escritor español de literatura para jóvenes) enseguida me suscribí al canal de Alberto Villareal. También me suscribí a Goodreads por recomendación suya y le comencé a seguir. Es verdad, no bullshit, ese tío lee. Eso sí, que no lea a Nietzsche o a Hegel no le convierte en peor lector, sino en otro tipo de lector. Y que no reflexione largamente durante 60 minutos semanales sobre sus lecturas no le convierte en un peor comentarista de libros, sino simplemente en un comentarista que decide ajustarse a los patrones ya preestablecidos en YouTube (vídeos de no más de 5 minutos que intentan comentar de manera más o menos feliz el argumento de un libro).
Así que no los juzgo moralmente. Quizá sí que pueda hacerlo intelectualmente pero tampoco es cuestión. ¿Qué ocurre? Que ellos mismos saben que su contenido no está hecho para producir largas reflexiones o discusiones de sobremesa. Ese contenido tiene que ser rápido, consumible tras dos clics y a otra cosa mariposa. En el improbable caso de recomendar un libro clásico, los comentarios disminuyen producto de una portada poco atractiva o un argumento costoso en el sentido de complicado (hay novelas clásicas complicadas por esto mismo). Sin embargo, abundan los libros con portadas divertidas y coloridas, con títulos que llaman la atención al lector y que nada tienen que ver con "Crimen y Castigo" sino más bien con "PLAY", o "Bajo la misma estrella".
Bueno, ¿y qué tengo que decir ante todo este escaparate?
Me entretiene, al igual que JPelirrojo. Si busco una reflexión más aguda y compleja sobre obras clásicas (o contemporáneas, pero no mainstream) entonces acudo a las fuentes correctas, o a mí mismo. Para esta segunda necesidad los podcasts son una salida excelente. Los podcasts se basan totalmente en el sonido y habitualmente los que escuchamos podcasts tenemos mayor tolerancia al tiempo de reflexión. Cuando se unen el hambre y las ganas de comer (las ganas de escuchar y gente hablando sobre ese tema con verdadera pasión) entonces el podcast es el lugar. El vídeo, sin embargo, requiere otro tipo de atención, requiere estar parado ante el aparato dedicándole ojos y oídos, además de un considerable ancho de banda.
Sólo sirven para entretener, y sirven también para animar a la lectura, qué duda cabe. Pero animar a la lectura no implica animar a la reflexión. No todo el que lee reflexiona. La lectura no implica que posteriormente se reflexione sobre lo leído.
No es verdad que los jóvenes de hoy en día no lean. Por el contrario, creo que leen más que nunca porque todas las nuevas tecnologías se basan en los textos. El problema es otro, es el contenido que leen. No confundamos lo que pedimos a los jóvenes (que lean) con lo que queremos por conocimiento propio que consuman (contenido de alta calidad). YouTube permite que el joven se asome al formato, a la lectura en libro o en ebook, y disfrute de ese libro porque se lo ha recomendado alguien guapo y con mucho carisma.
Menos da una piedra y, ¿quién no te dice que un día se aburra de esos libros que sólo hablan de romances felices y decida internarse en la literatura clásica?
Los que, desde luego, ni comen ni dejan comer, son esos críticos a los que les pica el culo porque ven que personas de menor edad que ellos, acostumbrados al uso de las nuevas tecnologías, son capaces de atraer a un público joven al que jamás hubiesen podido aspirar desde sus columnas dominicales.
Un saludo.
Francisco Riveira
En Estambul, Turquía.
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